Lo normal
Seg¨²n un estudio de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares, mill¨®n y medio de espa?oles son v¨ªctimas de acoso moral en el trabajo. El acoso moral produce un da?o que mata de forma silenciosa. As¨ª como el torturador revienta a la v¨ªctima sin producirle un solo morat¨®n, el acosador moral es capaz de golpear a la suya sin dejarle una huella. Esta clase de violaci¨®n (el acosador moral es fundamentalmente un violador) se viene practicando desde ¨¦pocas inmemoriales, pero s¨®lo ahora empieza a reconocerse como una patolog¨ªa. Podr¨ªamos decir, parafraseando el t¨ªtulo de un libro sobre la violencia dom¨¦stica (Mi marido me pega lo normal), que en las relaciones laborales se ha venido considerando normal la destrucci¨®n de la persona. Ni el agresor ten¨ªa conciencia de ser un torturador ni la v¨ªctima de ser perseguida. Mi marido me pega lo normal. Mi jefe me destruye moralmente lo normal. Mi empresa me arrebata la autoestima lo normal.
Creo que bastar¨ªa con acudir a algunos de los miles de cursillos sobre mando organizados por las direcciones de personal de muchas empresas consideradas mod¨¦licas para advertir que el acoso moral, como la corrupci¨®n, forma parte del sistema. En toda relaci¨®n de poder hay un punto de manipulaci¨®n psicol¨®gica. Se?alar la frontera entre el uso adecuado y el enfermizo de la autoridad no es tarea f¨¢cil, sobre todo mientras no adquiramos conciencia de ser o haber sido en alg¨²n momento actores o v¨ªctimas de este tipo de tortura. Es m¨¢s, tomar conciencia de ello significar¨ªa cambiar de arriba abajo las relaciones de trabajo tal como hoy est¨¢n concebidas.
Es probable que haya m¨¢s acoso moral del que dicen las estad¨ªsticas. El terror laboral se transmite por v¨ªa jer¨¢rquica, a trav¨¦s de la cadena de mando. Cuando en una empresa desembarca un presidente o director general que es un hijo de perra, los mandos intermedios se transforman en hijos de perra. Y el que muestra reparos para morder a sus cong¨¦neres es marginado de inmediato, convirti¨¦ndose en v¨ªctima de lo que no ha podido practicar. Hay oficinas que al final del d¨ªa est¨¢n repletas de cad¨¢veres. Mi jefe me acosa lo normal. Mi marido me pega lo normal.
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