Un tipo serio que detesta el amarillo
Los futbolistas profesionales son quiz¨¢ el ¨²nico ejemplo que queda para demostrar la veracidad de la teor¨ªa del buen salvaje o de la bondad innata del hombre que predic¨® Jean-Jacques Rousseau. Cuando el periodista deportivo, micr¨®fono en mano, busca el parecer del atleta sudoroso, cariacontecido por la goleada que su equipo ha encajado, con una ceja partida y una pantorrilla tumefacta, siempre comienza su t¨ªmida respuesta por un largo y silbante 'bueeeeno'. Por mal que vaya la liga o por mucho que duela la rabadilla amoratada, el futbolista aut¨¦ntico nunca usar¨¢ otro adverbio que ese 'bueeeno' expansivo y suspirante que a cualquiera lo reconcilia con el g¨¦nero humano.
En cambio, el entrenador es otra cosa. El buen preparador es siempre un hombre zaherido por circunstancias deportivas o personales, un tipo esc¨¦ptico y con un punto de amargura que por muy bien que vayan sus intereses, jam¨¢s recurrir¨¢ a la ret¨®rica del bueeeno. Tampoco a la del malo o a la ret¨®rica de la condolencia. El entrenador es, en palabras de Heidegger, un 'ser para la muerte', esto es, un sujeto destinado m¨¢s temprano que tarde a la destituci¨®n o al oprobio.
Ah¨ª tienen a Joaqu¨ªn Caparr¨®s, el entrenador que despu¨¦s de una larga carrera desarrollada durante dos d¨¦cadas en clubes de poca monta, ha aupado al Sevilla a la Primera Divisi¨®n. Caparr¨®s, sevillano de Utrera, de 46 a?os, cumple los requisitos del entrenador experimentado: es un tipo serio, r¨ªgido en los entrenamientos hasta el punto de vigilar los componentes cal¨®ricos de la dieta de sus pupilos, masca chicle con ese estilo amenazador y viril que nos han ense?ado los actores americanos y su conversaci¨®n traspasa el list¨®n de ramploner¨ªa propio de los futbolistas de oro. Una arritmia que le diagnosticaron siendo adolescente lo apart¨® de la carrera de futbolista y lo impregn¨® con ese b¨¢lsamo de resignaci¨®n propio de los preparadores.
La lista de equipos a los que entren¨® antes de llegar al Sevilla parece el itinerario de un tren de cercan¨ªas: San Jos¨¦ Obrero de Cuenca, Campillo, Montilla, Gimn¨¢stico de Alcal¨¢... Hasta 1996 no fich¨® por un club de categor¨ªa profesional, el Huelva. Quienes lo han tratado dicen de ¨¦l que es un hombre cultivado, met¨®dico y prudente. All¨ª, en Huelva, cal¨® en la sociedad y se convirti¨® en un personaje popular. En una entrevista publicada en este peri¨®dico en julio del a?o 2000 dej¨® caer una frase memorable: 'El f¨²tbol no hay quien lo entienda'. ?Una maravilla de elocuencia! Incluso los que no entendemos de f¨²tbol comprendemos el pleno sentido de una oraci¨®n que, volviendo a la filosof¨ªa, recuerda por su contundencia ciertas expresiones atribuidas a la escuela de los C¨ªnicos.
Dijo, en efecto, que no hay modo de entender el f¨²tbol, pero a?adi¨®: 'Resulta parad¨®jico que en tiempo de Franco el f¨²tbol fuera m¨¢s democr¨¢tico. Los presidentes y las directivas de los clubes se eleg¨ªan cada cuatro a?os por votaci¨®n. Hoy mandan los que tienen dinero'.
Caparr¨®s es un individuo sobrio y por eso mismo, cuando recal¨® a comienzos de temporada en el Sevilla, acept¨® iniciar la liga con un presupuesto reducido a 200 millones y unas expectativas de incorporaci¨®n de futbolistas de post¨ªn reducidas a nada. Recont¨® su modesta infanter¨ªa y plane¨® un campeonato que le ha llevado al primer puesto aun antes de concluir la competici¨®n.
Con estos datos se dir¨ªa que Joaqu¨ªn Caparr¨®s, separado y con dos hijos, es un tipo racional. Lo es en efecto pero a medias. Caparr¨®s es una de esas personas que deja parte de su futuro en manos de colores, impresiones m¨¢gicas y toda suerte de supersticiones. La m¨¢s conocida es su terror al amarillo. En Huelva orden¨® a su portero, C¨¦sar, que arrojara a las profundidades de la taquilla del vestuario su terno de oro, incluso cambi¨® la decoraci¨®n amarilla del hotel en que resid¨ªa por otra de reflejos menos inquietantes.
En el campo de f¨²tbol gasta traje con corbata, quiz¨¢ por ese gusto adquirido en la infancia de endomingarse los domingos y los d¨ªas de guardar, pero s¨®lo ocupa su posici¨®n en el terreno de juego cuando los equipos contendientes ya est¨¢n sobre el c¨¦sped. Nunca antes.
Caparr¨®s, que fue tentado por el PSOE en unas elecciones municipales, guarda en los bolsillos de su chaqueta estampas de santos, quiz¨¢ porque est¨¢ convencido de que la raz¨®n sin la ayuda sobrenatural es como un delantero con el menisco jodido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.