Una guitarra y una 'caipirinha'
Tras una dura infancia, Guga es feliz con la raqueta y cantando en la playa
Es un triple campe¨®n de Roland Garros y es el n¨²mero uno del mundo en las dos clasificaciones mundiales del ATP Tour. Sin embargo, Gustavo Kuerten no cambia. Es el mismo que naci¨® hace 24 a?os en Florianopolis (Brasil), en el seno de una familia humilde con tres hijos, el menor de los cuales, Guilherme, con deficiencias f¨ªsicas y mentales. El mismo que debi¨® soportar a los 10 a?os el fallecimiento de su padre, un jugador de tenis aficionado y apasionado por este deporte que dirig¨ªa una empresa especializada en materiales de aluminio. El mismo que tras ganar su primer Roland Garros en 1997, se tir¨® al suelo en el vestuario todav¨ªa incr¨¦dulo por la haza?a que acababa de lograr y que recibi¨® una lecci¨®n imborrable de su entrenador, Larry Passos. 'Repite conmigo', le dijo el t¨¦cnico que le llev¨® al triunfo: '?Seremos siempre los mismos! ?Seremos siempre los mismos!'.
Cuando su padre Aldo falleci¨®, el contexto familiar de Kuerten cambi¨® sustancialmente. Su madre, Alice, jefe de personal de una compa?¨ªa telef¨®nica local, tuvo que buscarse otros trabajos ocasionales para financiar los gastos producidos por la situaci¨®n de Guilherme. Sin embargo, Aldo dej¨® su legado. No fue una gran herencia, ni terrenos, ni mansiones. Un a?o antes de morir llam¨® a Larry Passos, que dirig¨ªa la escuela de tenis m¨¢s prestigiosa del pa¨ªs, y le pidi¨® que se ocupara de su hijo Gustavo. No logr¨® su objetivo en aquel momento, pero s¨ª tres a?os m¨¢s tarde.
'Le respond¨ª que no ten¨ªa referencias de su hijo y que era a¨²n demasiado joven', confiesa ahora Passos, de 42 a?os. 'Sin embargo, sab¨ªa que Aldo hab¨ªa fallecido y todav¨ªa me acordaba de lo que me hab¨ªa pedido. Decid¨ª darle una oportunidad a Gustavo'. Guga lleg¨® a la escuela de Blumenau con 12 a?os. Y Passos comenz¨® a trabajar con ¨¦l. Pegaba el rev¨¦s a dos manos y se lo cambi¨®. Fue remodelando todo su juego y, sobre todo, su mentalidad. Kuerten no lograba librarse a¨²n de los pensamientos negativos provocados por la muerte de su padre.
'Tuve que darle confianza', recuerda Passos. 'Cuando todo el mundo le dec¨ªa que estaba demasiado relajado, yo le aseguraba que estaba bien. Y as¨ª fue mejorando en todos los aspectos'. En 1994 era ya considerado la mejor promesa del tenis brasile?o. Jug¨® la final de la Orange Bowl y concluy¨® tercero en la clasificaci¨®n mundial junior. Pero su gran explosi¨®n lleg¨® en 1997 cuando, siendo 66? mundial, lleg¨® a Roland Garros y gan¨® el torneo tras derrotar en la final al doble campe¨®n espa?ol Sergi Bruguera.
Se le ve¨ªa delgado, estirado, despeinado y despreocupado por su aspecto. Igual que ahora, que ya lleva tres t¨ªtulos de Par¨ªs y es el n¨²mero uno del mundo. Guga no ha cambiado. Cuando est¨¢ en Brasil es f¨¢cil encontrarle descalzo por las calles de Camboriu, la peque?a ciudad costera en la que vive ahora, o sentado en la playa con la guitarra en las manos y una caipirinha al lado. 'No me gusta ser famoso!', asegura. 'Ya se habla demasiado de m¨ª. No quiero que todo el mundo me reconozca por la calle, ni que me paren. Prefiero el anonimato'.
Pero ahora eso es imposible. En Brasil es tratado como los futbolistas m¨¢s famosos, como Ronaldo, Rivaldo o Pel¨¦. Gana cada a?o alrededor cinco millones de d¨®lares, gracias a los contratos que mantiene con Diadora, Banco do Brasil y Motorola. Su vida ha cambiado, eso es inevitable.
Pero Guga permanece igual, con sus mismas creencias, con algunos sue?os realizados, eso s¨ª, con su guitarra a cuestas, y tomando conciencia de lo que es cuando ofrece los trofeos que va ganando a su hermano Guilherme, que tiene ahora 20 a?os y pasa la mayor parte de su tiempo sentado en una silla de ruedas. 'Cada vez que me encuentro con ¨¦l es una gran experiencia para m¨ª', afirma Kuerten. 'Me demuestra que en la vida hay problemas mucho mayores que los m¨ªos. Y me hace sentir muy feliz tal como soy ahora. No necesito nada m¨¢s'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.