'Gracias, Espa?a'
Gritos contra la pena de muerte en la llegada de Joaqu¨ªn Jos¨¦ Mart¨ªnez a Madrid
La vuelta a Espa?a de Joaqu¨ªn Jos¨¦ Mart¨ªnez, el espa?ol que estuvo condenado a muerte en Estados Unidos y que sali¨® en libertad el pasado jueves, estuvo marcada por la emoci¨®n, los gritos contra la pena de muerte, la confusi¨®n, las l¨¢grimas y los empujones. En torno a la una de la tarde aterriz¨® el vuelo de Iberia 6124 procedente de Miami en el aeropuerto de Madrid-Barajas, que se encontraba tomado por la prensa y por un grupo de manifestantes en contra de la pena de muerte, adem¨¢s de unos pocos familiares. La terminal internacional estaba llena de unidades m¨®viles para transmitir en directo el acontecimiento: Mart¨ªnez llegaba a Espa?a, cinco d¨ªas despu¨¦s de haber sido declarado inocente por un jurado popular en Tampa de los asesinatos de Douglas Lawson y Sherrie McCoy, cr¨ªmenes por los que hab¨ªa sido condenado a muerte.
'No se mont¨® esto ni cuando vino Claudia Schiffer', dijo un empleado del aeropuerto, cuando vio lo que se le ven¨ªa encima: una masa vociferante, formada por fot¨®grafos, c¨¢maras de televisi¨®n, periodistas, miembros del Movimiento contra la Intolerancia, con carteles en los que se le¨ªa 'Se sabe, se siente, Joaqu¨ªn es inocente', polic¨ªas y guardias de seguridad privados. En medio de todo el barullo, aturdidos tras un vuelo transatl¨¢ntico durante el que no hab¨ªan dormido, con m¨¢s emociones concentradas en una semana de las que muchos tienen en toda una vida, estaba la familia Mart¨ªnez, el propio Joaqu¨ªn Jos¨¦, su padre, Joaqu¨ªn, y su madre, Sara.
Nada m¨¢s llegar, Mart¨ªnez, acompa?ado por sus padres y dos diplom¨¢ticos, dio una breve rueda de prensa y luego intent¨® dar las gracias a las personas que se hab¨ªan concentrado para recibirle -entre los que se encontraban tres primos del preso liberado-, algo que result¨® absolutamente imposible. 'S¨®lo consegu¨ª darle la mano', dijo su primo Ignacio Gonz¨¢lez Mart¨ªnez, quien no quiso soltar prenda sobre la agenda de su familia en Espa?a.
'Promet¨ª hace cuatro a?os que le traer¨ªa a Espa?a y aqu¨ª est¨¢', dijo Joaqu¨ªn Mart¨ªnez padre, que ha utilizado todas sus dotes para las relaciones p¨²blicas para salvar a su hijo de la silla el¨¦ctrica. 'Estoy un poco nervioso y emocionado, pero quiero agradecerles todo el apoyo. No hay palabras para describir lo que siento en estos momentos', dijo Joaqu¨ªn Jos¨¦ Mart¨ªnez, vestido con un impecable traje negro, antes de afirmar: 'Gracias, Espa?a'. Su madre, Sara, que no pudo contener las l¨¢grimas, afirm¨®: 'Me parece como el primer d¨ªa que vinimos a Espa?a a pedir ayuda'.
Con cara de cansado y un poco p¨¢lido, Joaqu¨ªn Jos¨¦ declar¨® que su intenci¨®n es 'antes que nada abrazar' a su abuela, Mar¨ªa Luisa S¨¢nchez, de 94 a?os, que vive en un modesto piso del madrile?o barrio de Bat¨¢n. Aunque ¨¦se no fue su destino inmediato. El viaje de la familia Mart¨ªnez a Espa?a ha sido pagado por Antena 3, a cambio de que su primera entrevista en directo sea, hoy, en el programa Sabor a ti, de Ana Rosa Quintana. El martes estar¨¢ en Barcelona para otra entrevista televisiva. 'Es como si hubiese sido secuestrado por Antena 3', dijo un miembro del Movimiento contra la Intolerancia, una de las muchas personas que se batieron el cobre para apoyar a Joaqu¨ªn padre en la lucha por salvar la vida de su hijo.
A sus 29 a?os, Joaqu¨ªn Jos¨¦ Mart¨ªnez ha pasado del corredor de la muerte a protagonizar una historia digna de John Grisham, en la que una familia de emigrantes ha logrado pasar a la historia por conseguir que sea liberado el primer extranjero condenado a muerte en EE UU. Ahora le tocar¨¢ una buena raci¨®n de Show de Truman, antes de volver a una vida normal, en la quiere instalarse en Espa?a para dedicarse a la inform¨¢tica y a luchar contra la pena de muerte, un combate que ser¨¢ largo: actualmente 3.500 personas esperan su ejecuci¨®n en Estados Unidos, entre ellas los espa?oles Pablo Ibar y Julio Mora. 'Har¨¦ todo lo posible para que esto no vuelva a pasar. Luchar¨¦ por ellos y por otras muchas personas que se han encontrado en la situaci¨®n que yo tuve que vivir'.
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