Medicina solidaria
Un cirujano de Ja¨¦n narra sus vivencias en El Chad, donde practic¨® un centenar de intervenciones quir¨²rgicas
Pablo Palma Carazo, un cirujano jiennense de 36 a?os, no entiende la medicina sin un esp¨ªritu solidario. Su caso no tiene ning¨²n paralelismo con el tambi¨¦n cirujano escoc¨¦s Park, que en 1788 se convirti¨® en el primer colonizador de ?frica animado por su af¨¢n de protagonismo y para salir de la miseria que padec¨ªa. En el caso del cirujano de Ja¨¦n, su apellido ya es sin¨®nimo de prestigio en el mundo de la sanidad jiennense. ?l se ha limitado a coger el testigo de su abuelo y su padre, que han operado a miles de personas de varias generaciones.
Quiz¨¢ porque su trayectoria profesional era demasiado amable, ¨¦l decidi¨® llenarla de contenido y busc¨® nuevas sensaciones en otros lugares. As¨ª fue como, ni corto ni perezoso, decidi¨® el pasado a?o emprender camino hacia el hospital de San Jos¨¦, en la ciudad de Bebedja, al sur de la Rep¨²blica de El Chad. No fue una misi¨®n, fue un proyecto personal. 'La verdad es que al principio s¨ª que me asust¨® un poco el reto porque iba yo s¨®lo, pero con un poco de coraje sal¨ª adelante', recordaba ayer este apasionado de la medicina antes de contar a sus paisanos sus reflexiones y vivencias en el pa¨ªs africano en una conferencia organizada por el Instituto de Estudios Giennenses (IEG).
Pablo Palma es un joven m¨¦dico ¨¢vido por conocer otras culturas. Eso fue lo que le llev¨® durante nueve a?os a Alemania. Sin embargo, siempre le movi¨® un instinto solidario. 'Quer¨ªa demostrarme a m¨ª mismo que era capaz de practicar la medicina en un ambiente tan inh¨®spito', manifiesta. Durante su estancia en El Chad, el m¨¦dico jiennense practic¨® un centenar de intervenciones quir¨²rgicas, la mayor parte de ellas hernias y ces¨¢reas derivadas del alto n¨²mero de infecciones en los embarazos. Su presencia all¨ª pali¨® al menos durante unos meses el d¨¦ficit de asistencia m¨¦dica cualificada, pues le impresion¨® que un hospital que atend¨ªa a una poblaci¨®n de 170.000 personas s¨®lo contase con dos profesionales sanitarios: la misionera italiana Mar¨ªa Martinelli, directora del centro, y el m¨¦dico santanderino Justo de la Torre, coordinador a su vez de los 17 dispensarios repartidos por todo el sur del El Chad.
Al cirujano jiennense le conmovi¨®, sobre todo, las abismales diferencias entre las sociedades occidentales y el que est¨¢ considerado el quinto pa¨ªs m¨¢s pobre de la Tierra. A pesar de contar con una extensi¨®n que dobla a la de Espa?a, s¨®lo tiene siete millones de habitantes y dos terceras partes de su territorio es desierto.
Por eso dice admirar el tes¨®n de los misioneros y profesionales de la sanidad de distintos pa¨ªses del mundo que viven all¨ª durante todo el a?o, y admite un cierto desaliento al comprobar la escasa solidaridad que llega a los pa¨ªses m¨¢s pobres desde Occidente. 'Si la industria farmac¨¦utica quisiera prescindir de parte de sus ingresos podr¨ªan hacerse campa?as de prevenci¨®n de epidemias, como la malaria o la meningitis, muy extendidas en El Chad', exclama Palma Carazo, que lamenta los efectos del 'colonialismo franc¨¦s' en el pa¨ªs africano durante 50 a?os. 'S¨®lo fueron capaces de construir cinco hospitales en todo ese tiempo, pero s¨ª que siguen explotando las plantaciones de algod¨®n, como hacen los americanos con las explotaciones petrol¨ªferas', asevera.
Pablo Palma volvi¨® de El Chad antes de que llegara la ¨¦poca de lluvias tropicales, que suele incomunicar al pa¨ªs durante medio a?o. Ahora se plantea volver, pero su decepci¨®n ha sido m¨¢xima al comprobar como no encuentra compa?eros de viaje. 'Es bastante desalentador', admite, y se muestra partidario de que las universidades y los colegios profesionales flexibilicen sus planes de formaci¨®n y primen, con pr¨¢cticas remuneradas, a los que, como ¨¦l, quisieron aportar su granito de arena a una noble causa.
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