Bastenier, qu¨¦ duda cabe
Se?oras y se?ores, con ustedes Miguel ?ngel Bastenier.
Bastenier es subdirector de este diario, responsable de las relaciones internacionales y, desde hace 15 a?os, profesor de la escuela de periodismo de EL PA?S. A partir de 1968 se puso a recorrer el top, por llamarlo de alg¨²n modo, de la prensa barcelonesa: Diario de Barcelona, Correo Catal¨¢n, Tele-eXpr¨¦s (del que lleg¨® a ser director) y El Peri¨®dico, de cuya edici¨®n madrile?a se responsabiliz¨® cuando apareci¨® en 1978 (una experiencia, ¨¦sta, que malhadadas circunstancias econ¨®micas hicieron durar poco, pero que forj¨® una imagen valerosa del personaje defendiendo durante toda una noche ante la patronal a la redacci¨®n a punto de clausura).
Miguel ?ngel Bastenier present¨® ayer su libro 'Un blanco m¨®vil'. Ese blanco es la pieza que se cobra el periodista cuando hay suerte en la caza
Por aquellas fechas yo y otros compa?eros lo aguard¨¢bamos en la Facultad de Periodismo, curso tercero, para que nos impartiera una asignatura cuyo t¨ªtulo he olvidado (?historia contempor¨¢nea, tal vez?). El caso es que el hombre no llegaba, ni se lo esperaba en los pr¨®ximos d¨ªas. Apareci¨® por fin a finales de febrero, deshaci¨¦ndose en disculpas por el retraso, causado por sus compromisos profesionales. Ni que decir tiene que lo esper¨¢bamos con las u?as fuera por su evidente ninguneo. Pero la performance que despleg¨® fue tan astuta y brillante ('?qu¨¦ quer¨¦is, que me flagele?', a¨²n le oigo decir) que al minuto est¨¢bamos vencidos y desarmados. Pronto qued¨® claro que nos hall¨¢bamos ante uno de los contados profesores de aquel ins¨®lito zulo acad¨¦mico -nos aloj¨¢bamos cual okupas en la Facultad de Econ¨®micas, y as¨ª fue durante toda la licenciatura- que sab¨ªa alguna cosa de inter¨¦s y c¨®mo transmitirla.
La batallita viene a cuento porque ayer asist¨ª a otra clase de Bastenier, esta vez en la Pompeu Fabra. Nada que ver, por supuesto, con la Bellaterra de la ruta Ho-Chi-Min, un sendero entre pinos y retama que conduc¨ªa del campus a la estaci¨®n de ferrocarril. En este caso el periodista daba su charla en una pulcra aula de vista impagable sobre la Rambla. Lo mejor de todo es que se presentaba puntual¨ªsimo a las diez de la ma?ana, acompa?ado por otro veterano colega, Josep Pernau, y por Jaume Guillamet, que abri¨® el acto. El motivo aparente de la cita era presentar el libro El blanco m¨®vil. Curso de periodismo (Ediciones EL PA?S) que Bastenier ha escrito bas¨¢ndose en su experiencia como profesor (no en Bellaterra, queda claro, sino en Miguel Yuste, 40, de Madrid, a?os despu¨¦s). Aparente, digo, porque el objetivo fundamental de este hombre, vaya donde vaya y haga lo que haga, es soltar alguna inconveniencia para molestar. Cree efectivamente que ¨¦se es el cometido b¨¢sico del periodismo: 'Si entrevist¨¢is a alguien y en alg¨²n momento no lo hab¨¦is puesto en apuros, no habr¨¦is hecho una buena entrevista', advert¨ªa a los estudiantes.
Eso lo dec¨ªa tras haber asegurado que este oficio -'luciferino, de una arrogancia sin l¨ªmites porque pretende explicar por qu¨¦ pasa lo que pasa'- nada tiene que ver con la obra del padre P¨ªo, l¨¦ase por el bien com¨²n: 'El periodista tiene derecho a publicar incluso algo que cause el mal, no hay imperativo moral que se lo pueda impedir. Su trabajo no tiene nada que ver con el bien ni con el mal, ni siquiera con la democracia, por m¨¢s que sea obvio que sin democracia no puede haber verdadero periodismo'. '?La objetividad? Nada, eso ni se sabe qu¨¦ cosa es. A nosotros nos corresponde hablar desde la neutralidad, aunque no s¨¦ si ¨¦sa es la palabra adecuada. Neutralidad que no quiere decir indiferencia, sino renunciar a que nuestros textos provoquen que pase una cosa u otra'.
Entonces, ?qu¨¦ somos exactamente los que nos dedicamos a esto? La respuesta se halla en el libro, p¨¢gina 19: 'El periodista puede entenderse como una suma de todo lo que no es: no es un novelista, no es un soci¨®logo, no es un historiador, no es un pol¨ªtico; luego, la adici¨®n de todas esas imposibilidades o insuficiencias conforma, de manera muy apropiada aunque especialmente enigm¨¢tica, lo que s¨ª es. Lo que no acabamos de ser, de una manera m¨²ltiple, es lo que somos'.
Nunca he sabido si tienes raz¨®n en lo que dices, Miguel ?ngel. Sospecho que unas veces s¨ª y otras no tanto, pero eso no me afecta en lo m¨¢s m¨ªnimo. Lo que me admira desde los tiempos de Bellaterra es c¨®mo lo dices: con una rara propiedad de palabra, muy dif¨ªcil de encontrar por ah¨ª. Nunca he o¨ªdo manejar a nadie la expresi¨®n 'qu¨¦ duda cabe' como lo haces tu: cuantas m¨¢s dudas hay, tanto m¨¢s te empe?as en colocar tu latiguillo favorito.
Por lo dem¨¢s, ya ves, no aprend¨ª mucho en ese trimestre escaso de clases que me diste hace m¨¢s de 20 a?os. Esta cr¨®nica no es precisamente un ejemplo de tus recomendaciones de no utilizar un yo expl¨ªcito, pr¨¢ctica por la que sientes un 'particular horror' (p¨¢gina 77). Pero qu¨¦ co?o, Miguel ?ngel, ¨¦sta te la deb¨ªa desde entonces y de paso te molesto un poco yo. Apareciste, nos aprobaste, y ya muchos no han vuelto a saber de ti si no ha sido por tus art¨ªculos o tus comentarios para la CNN+. No todos han tenido la posibilidad de dar luego contigo, como me ha ocurrido a m¨ª. Por cierto, recu¨¦rdame que la pr¨®xima vez que te vea te pregunte por la conclusi¨®n de tu libro (p¨¢gina 235): 'Todo lo period¨ªstico es vida; pero no toda la vida es period¨ªstica'. Suena fant¨¢stico, qu¨¦ duda cabe.
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