Extra?o en el para¨ªso
- 1. Semana inglesa. He estado en Londres; ya les ir¨¦ contando. Una semana complet¨ªsima, a funci¨®n por noche. Informe telegr¨¢fico. Lunes: My fair lady, la nueva producci¨®n de Trevor Nunn, en el Olivier, con Jonathan Pryce y una casi debutante, Martine McCutcheon, como Eliza. Hay bofetadas para verla. Muy bien, muy bonita, pero pap¨¢ Doolitle (Dennis Waterman) se lleva la funci¨®n (ex aequo con los hipn¨®ticos decorados). Martes: The winter's tale (Lyttelton), un Shakespeare que deber¨ªa montarse aqu¨ª ?ya!, y que Nicholas Hytner ha dirigido en clave contempor¨¢nea sin que los subrayados de rap y hip-hop de la segunda parte chirr¨ªen en absoluto. Mi¨¦rcoles: Mouth to mouth, la ¨²ltima -y decepcionante- comedia de Kevyn Elyot; el ¨¦xito de la temporada en el Royal Court, ahora en el West End (Albery), con la gran Lindsay Duncan. Jueves: Howard Katz, lo ¨²ltimo de Patrick (Closer) Marber, en el Cottesloe. La mejor funci¨®n de la cartelera: no se la pierdan si van a Londres este verano. Prometo Pie de obra a la que pueda, pos-Grec. De ¨¦sta y de la feroz The shape of things (viernes), del norteamericano Neil LaBute, el flamante wonder boy del teatro estadounidense, en el nuevo (provisional, incomod¨ªsimo) Almeida de King's Cross. Y, para cerrar a lo grande, el s¨¢bado, en la Donmar Warehouse, el revival de Tales from Hollywood, de Christopher Hampton. Para echarse a llorar de bonita, se?ores.
- 2. El ¨²ltimo austroh¨²ngaro. El eje y el ojo de Tales from Hollywood es Odon Von Horvath, austroh¨²ngaro, rey de la cerveza amarga. ?Recuerdan Kasimir y Karoline, el montaje de Bieito? Pues la escribi¨® ¨¦l. Y la no menos estupenda Cuentos de los bosques de Viena. En Viena, Horvath escrib¨ªa en un caf¨¦ frecuentado exclusivamente por enanos de un circo pr¨®ximo. Un periodista le pregunta el motivo. Contesta Horvath: 'Porque hasta ahora no he conocido a ning¨²n enano nazi'. Acusado de decadente e inmoral, con sus obras prohibidas y sus libros quemados, escapa a Par¨ªs al d¨ªa siguiente de la anexi¨®n de Austria por el Reich. Tiene una cita con Robert Siodmak, que le ha propuesto adaptar al cine su novela Juventud sin Dios y marchar juntos a Hollywood. Ese a?o, una vidente le hab¨ªa dicho: 'Cita decisiva en Par¨ªs. Pero, sobre todo, evite los bosques'. La tarde del 1 de junio de 1938, Horvath se va al cine, a ver Blancanieves y los siete enanitos. A la salida, una tormenta se abate sobre los Campos El¨ªseos. Horvath se refugia bajo un casta?o, cae un rayo, y una enorme rama aplasta al dramaturgo, que muere a las puertas del teatro Marigny, a los 37 a?os. En la mesa de su habitaci¨®n, en el hotel, encuentran dos vasos de vino, mediados, y la primera frase de la que iba a ser su nueva novela, Adieu Europa: 'Un poeta emigr¨® a Am¨¦rica...'.
La comedia de Christopher Hampton es, en cierto modo, el sue?o de esa novela que Horvath no lleg¨® a escribir. Hampton resucita a su dramaturgo predilecto y le env¨ªa al cielo, al Hollywood de los a?os cuarenta del siglo XX. '?Ah, Hollywood! -clama, feliz-. The kitsch! The d¨¦sespoir! The pagodas! The ch?teaux! The mauve haciendas! Donuts! Dentistry! Divorce!'. Como el Valdemar de Poe, Horvath goza de un aplazamiento de la sentencia y muere, definitivamente, 10 a?os m¨¢s tarde, en el fondo de una piscina, justo cuando McCarthy y sus cuervos comienzan a extender las garras sobre Los ?ngeles. Tales from Hollywood se estren¨®, justicia po¨¦tica, en Los Angeles, en el Mark Taper Forum, y luego en el National, en 1983, con el inmenso Michael Gambon encarnando a Horvath. Desde entonces nadie hab¨ªa vuelto a montarla, as¨ª que el espect¨¢culo de la Donmar Warehouse es un revival con car¨¢cter de estreno. La ha dirigido John Crowley, el adjunto de Sam Mendes, y ha situado la acci¨®n en una piscina vac¨ªa, ba?ada en una irreal luz submarina, desde la que Horvath (Ben Daniels) nos cuenta su historia como lo hiciera William Holden en El crep¨²sculo de los dioses -desde el fondo, resignado pero ir¨®nico, feliz por su pr¨®rroga- mientras a su alrededor se alzan y desaparecen, en un chasquido, despachos de productores, habitaciones de hotel, bungalows solitarios, bares nocturnos (The Sleeping Beauty) de Hollywood Boulevard.
- 3. El fondo de la piscina. A su modo, Tales from Hollywood es un epic, y la obra maesta de Christopher Hampton, que en dos horas y cuarto nos cuenta una historia que cubre una d¨¦cada y que afecta a una buena decena de personajes: el mundo de los emigrados europeos en Los ?ngeles durante la d¨¦cada de 1940. Un mundo en el que Lion Feutchwanger juega al tenis con Harpo Marx, y Johnny Weissm¨¹ller ense?a a nadar al circunspecto Thomas Mann. El antih¨¦roe c¨®mico de la funci¨®n es Brecht (Phil Davis), un Brecht rabioso como un pequin¨¦s premao¨ªsta, que cada vez que aparece en escena hace que se enciendan las luces de sala y reparte por igual sarcasmos y carteles explicativos, pero el coraz¨®n sangrante de Tales pertenece al viejo Heinrich Mann (al que Horvath conforta como Ed Wood confortaba a Bela Lugosi) y a su esposa Nelly, un ?ngel Azul ca¨ªdo en desgracia, protagonistas ambos de una tr¨¢gica, conmovedora historia de amor. Ben Daniels es un Horvath extraordinario, que se mueve por su cielo-piscina como el fantasma de un arlequ¨ªn, discutiendo con Brecht y compartiendo sus noches solitarias con Helen Schwartz (Emma Cunnife), una guionista jud¨ªa que parece dibujada por Scott Fitzgerald, pero los mayores aplausos se los llevan el Heinrich del veteran¨ªsimo Richard Johnson, que ha vuelto al teatro con la fuerza y el calado de un Paul Scofield, y Lizzy McInnerny, que convierte a la alcoh¨®lica y desesperada Nelly Mann en una criatura de Tennessee Williams.
Tales from Hollywood: una obra que contempla a sus personajes como Von Horvath contemplaba a los suyos. Al ¨²ltimo autroh¨²ngaro le hubiera gustado mucho.
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