Cabanillas, el conserje perfecto
El Ayuntamiento otorga su Medalla de Oro, por primera vez en su historia, al ordenanza de un colegio p¨²blico
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Francisco Cabanillas, el reci¨¦n jubilado conserje del colegio Ciudad de Ja¨¦n, en Orcasitas, se pas¨® ayer por el centro que ha sido durante 23 a?os su lugar de trabajo y los ni?os, que sub¨ªan a clase del recreo, corrieron hacia ¨¦l, le rodearon y le abrazaron como si, en vez de al ordenanza, hubieran visto aparecer por la puerta al mism¨ªsimo Figo o a los Reyes Magos en junio. Claro que Cabanillas, Francisco Cabanillas, de 65 a?os, no es un conserje cualquiera. Tras retirarse el pasado febrero, este funcionario es el primer ordenanza municipal en conseguir la medalla de oro del Ayuntamiento, un premio que el a?o pasado qued¨® desierto y que por lo general se otorga a empleados fallecidos en acto de servicio.
Cabanillas no ha necesitado tanto. Ha logrado la medalla despu¨¦s de que los t¨¦cnicos de la Concejal¨ªa de Personal examinaran los encendidos informes enviados por los cinco directores con los que ha trabajado. Y a juzgar por el recibimiento de los ni?os, este hombre enamorado de su colegio y de su trabajo podr¨ªa ser candidato hasta al Nobel de la Paz.
Tampoco el colegio Ciudad de Ja¨¦n es un colegio cualquiera: situado en medio de un descampado, de dif¨ªcil acceso, con el camino mal iluminado y enclavado cerca de unas chabolas, acoge cerca de 200 ni?os del barrio. Las chabolas, seg¨²n precisa el director del centro, Jos¨¦ Miguel Arranz, en el informe escrito de apoyo al ordenanza, 'eran antes la casa del pastor, pero hoy dan cobijo a personas de dif¨ªcil identificaci¨®n, de aspecto extra?o, de dudoso comportamiento, y a tres o cuatro perros peligrosos'. A 50 metros de las chabolas, en el colegio, durante 23 a?os, 365 d¨ªas al a?o y 24 horas cada d¨ªa, trabaj¨® Cabanillas hasta febrero. Viv¨ªa en una casa habilitada por el Ayuntamiento dentro del centro y, seg¨²n asegura Arranz, 'siempre estuvo disponible'.
Hasta tal punto que, en muchas ocasiones, los arquitectos y aparejadores municipales encargados de las obras de reforma ped¨ªan opini¨®n al conserje antes de mover un ladrillo. Nadie como Cabanillas conoc¨ªa el colegio y a los ni?os. De ¨¦l fue la idea, por ejemplo, de poner un porche para los m¨¢s peque?os y de separar el patio.
Arranz resume bien lo que ha significado Cabanillas para el Ciudad de Ja¨¦n. 'En este colegio, cuando pasan algunos a?os, los alumnos no se acuerdan del director que les ha tocado, pero siempre se acuerdan del conserje'.
El 23 de febrero, d¨ªa de su jubilaci¨®n, el centro dio un homenaje a su ordenanza. 'Lloraban los ni?os, que gritaban: 'No te vayas, Cabanillas', 'qu¨¦date, Cabanillas', y me hicieron llorar a m¨ª, claro, los muy...', contaba ayer el ordenanza, se?alando las fotos del ¨¢lbum de la fiesta. 'Jam¨¢s me han puesto un mote. Yo siempre he sido Cabanillas, s¨®lo Cabanillas', a?ad¨ªa. A ese homenaje tambi¨¦n acudieron antiguos alumnos que ahora llevan a sus hijos al mismo colegio. Todos en la familia compart¨ªan su devoci¨®n por el viejo conserje.
Cabanillas, adem¨¢s de atender a los alumnos 'y de quererlos', desconectaba la alarma si ¨¦sta se pon¨ªa a chillar a cualquier hora, encend¨ªa la calefacci¨®n, desatascaba los desag¨¹es, colocaba los m¨¢stiles para las banderas, arreglaba grifos y cisternas, reparaba electrodom¨¦sticos, enchufes, l¨¢mparas y cualquier tipo de puerta bloqueada, cerradura o candado. Lo resumi¨® ayer el director: 'La verdad es que era un manitas'. Adem¨¢s informaba a los padres de los plazos de las becas o de cualquier otro tr¨¢mite administrativo importante. 'Hace unos d¨ªas, me llam¨® una se?ora', prosigue el director, 'y me pregunt¨® algo relativo al papeleo, y cuando le respond¨ª, me dijo: 'Gracias, es que como ahora no est¨¢ Cabanillas...'.
Ahora, Cabanillas vive a caballo entre un piso en Villaverde y una casa en su pueblo, en la provincia de Badajoz. Si se le pregunta si echa de menos el colegio responde sin dudar: 'Much¨ªsimo'. Pero a¨²n m¨¢s le echan de menos los alumnos: bajaban las escaleras a saltos para saludarle, hac¨ªan cola para besarle y todos gritaban su apellido con tal determinaci¨®n que el colegio se convirti¨®, por unos minutos, en un alegre y enloquecido manicomio. Alguno de los ni?os hab¨ªa o¨ªdo por la radio o por la televisi¨®n que a su conserje el alcalde le iba a imponer una medalla. Y comentaba a sus compa?eros: 'Se ha hecho famoso, el Cabanillas'. Poco a poco, el conserje y los profesores consiguieron que reinara de nuevo la calma y que cada alumno volviera a su clase.
El colegio Ciudad de Ja¨¦n es especial no s¨®lo por la calidad de sus conserjes. Tambi¨¦n por un programa exitoso de aprendizaje de ingl¨¦s: mediante un acuerdo con el Instituto Brit¨¢nico, un par de profesores nativos ense?an materias en ingl¨¦s desde los primeros a?os de escolarizaci¨®n. Ayer, Cabanillas se pase¨® por una de estas clases y salud¨® a una veintena de ni?os de cinco a?os que aprend¨ªan que el tiempo era 'sunny'. Al verle entrar, la profesora, inglesa, pregunt¨® de golpe a los ni?os:
-Do you like Cabainiyas?
-Yeeeeeeeeeees. ?Viva Cabanillas, viva Cabanillas!
Y otra vez el colegio se llen¨® de gritos (en espa?ol).
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