Los toreros del coraz¨®n

Los empresarios, en sus mil y una maneras urdidas para atraer al p¨²blico inventaron la corrida de los banderilleros. Agotado el invento, por agobiadora repetici¨®n, han descubierto ahora la corrida de los toreros del coraz¨®n. Y as¨ª termin¨® la Feria de San Antonio en Vistalegre, con tres toreros asiduos de las p¨¢ginas coloreadas de las revistas dedicadas a chismorrear con la intimidad de los famosos. Aun as¨ª, no llenaron la plaza Ortega, Finito y Rivera, acartelados juntos para atraer a las se?oras del barrio. Causaron m¨¢s expectaci¨®n fuera que dentro de la plaza y divirtieron, a ratos, a los espectadores.

Rivera Ord¨®?ez abri¨® la corrida matando el primero, porque ten¨ªa que ausentarse para lejanos compromisos. Pas¨® de muleta al toro entre las protestas del p¨²blico por la invalidez y, en vista de ello, se lo quit¨® de en medio.

Ortega Cano tore¨® al sobrero sin confiarse y con alguna ratoner¨ªa de veterano. El toro, que manse¨® durante la faena, termin¨® peligroso. Le arre¨® un ga?af¨®n que le rasg¨® la taleguilla.

Finito anduvo con chispazos toreros y muletazos lentos y acoplados a la debilucha embestida del tercero, que era un borrego. Faena de muchos toquecitos.

En su segundo toro, Ortega no se anim¨® ni se decidi¨® a torearlo e hizo bien porque se trataba de un pobre inv¨¢lido. Antes Rivera se sali¨® con pases por alto y de rodillas hasta los medios, sigui¨® con un toreo acelerado, entre algunos enganchones, y termin¨® pas¨¢ndolo limpiamente al natural desde cauta lejan¨ªa.

Cerr¨® Finito la corrida del coraz¨®n con una faena sin brillo en sus inicios y con m¨¢s enjundia al final, en el que estuvo m¨¢s asentado y con la mano baja.