Genoma de risa
Hay seres con un genoma de risa. Naces con los ojos casta?o vulgar y, por m¨¢s que te empe?es en revestirlos de un azul¨®n de mentirijillas, se nota el disfraz del iris a la legua. Carmen Franco, que fue pionera en colorearse el interior de los ojos con lentillas, redobl¨® su presencia en todas las revistas durante sus primeras apariciones con ojos nuevos. Todo el mundo se dio cuenta, claro. Con el humor ocurre algo parecido. Por m¨¢s que se empe?en en disimular, los graciosos gen¨¦ticos no pueden ocultarlo en cuanto amagan con abrir la boca, o a veces ni eso.
Paz Padilla (C¨¢diz, 1969) tiene un mapa inconfundible. Un genotipo trazado con gracias encadenadas, chistes f¨¢ciles, gui?os socarrones, bromas gruesas o surrealismo reservado que es el estilo que m¨¢s le gusta y menos exterioriza. Por m¨¢s que quisiera nadie se creer¨ªa que tiene los ojos azules. No parece tampoco tener ning¨²n inter¨¦s en esconder que lleva el humor en vena, m¨¢xime despu¨¦s de haberlo convertido en la herramienta con la que se gana la vida. A rentabilizar el genoma de risa lleg¨® un poco por azar, sin pensar jam¨¢s que su esp¨ªritu guas¨®n podr¨ªa generar dividendos, ni siquiera cuando recorr¨ªa las calles con su chirigota en Carnaval. Lo de la gracia gaditana debe ser uno m¨¢s entre los millones de t¨®picos, pero los gaditanos en general suelen ser graciosos incluso cuando maldita la gracia que hacen. Padilla lo es.
En el hospital gaditano donde trabajaba de enfermera antes de convertirse en humorista profesional intentaba hacer reir gratis. A veces se disfrazaba para divertir a los enfermos, aunque desde luego no figurase en el sueldo, lo que puede dar idea de su afici¨®n a la payasada pero tambi¨¦n de su esp¨ªritu generoso.
El talante solidario probablemente tenga relaci¨®n directa con los or¨ªgenes familiares de la actriz, hija de un cristalero y una ama de casa que, adem¨¢s, ara?aba ingresos extras limpiando la Facultad de Medicina. Pertenece a una saga numerosa -son siete hermanos- que sali¨® adelante gracias a unos padres sacrificados, que se ergu¨ªan a las cinco de la ma?ana para agrandar las jornadas laborales.
Paz Padilla, que entregaba la mitad de su sueldo a su madre para arrimar el hombro, nunca ha ocultado sus or¨ªgenes humildes, a diferencia de otros triunfadores de ¨²ltima hora que se averg¨¹enzan de no haber nacido en una cama con dosel. Los detalles que proporciona sobre su familia revelan cierto orgullo de clase, cierta vanidad por haber conquistado una vida contracorriente.
Lleg¨® a la televisi¨®n, y a la fama que lleva aparejada, por casualidad. Nunca pens¨® en vivir del chiste, ni cuando se disfrazaba de torero en el hospital. Pero se fue a concursar al programa Genio y figura y se qued¨® a vivir en el espect¨¢culo. Ha participado en El club de la comedia (Canal +), en Cr¨®nicas Marcianas (Tele 5) y, lo que signific¨® su gran salto, en la telecomedia Ala.. Dina (TVE-1), donde interpretaba a una genio torpona e incapaz de conceder deseos sin provocar cat¨¢strofes a su alrededor.
Defiende su carrera con u?as y dientes, pero lo cierto es que tiene clarividencia suficiente para ir libr¨¢ndose de aquellas etiquetas que podr¨ªan lastrarla demasiado. Habla maravillas de Javier Sard¨¢ que la fich¨® para Cr¨®nicas Marcianas y le molesta que tilden de telebasura un programa que le permit¨ªa improvisar continuamente y que cambi¨® para dar vida a la maga torpona. Un papel, el primero como actriz, al que renunci¨® para disponer de m¨¢s tiempo para su familia -est¨¢ casada y tiene una hija de pocos a?os- y para seguir prob¨¢ndose en otros menesteres, entre ellos la escritura de mon¨®logos humor¨ªsticos para El Pa¨ªs Semanal.
Este fin de semana ha representado en El Ejido (Almer¨ªa) Monologueando, un espect¨¢culo que recorre la realidad desde la punta afilada de Padilla. Ha sido su primera incursi¨®n teatral y tambi¨¦n ha tanteado ya el cine con un peque?o papel en Marujas asesinas, que todav¨ªa no se ha estrenado y para la que ha tenido que borrarse el acento gaditano y rescatar eses perdidas para su verborrea. Padilla es dicharachera en la intimidad, probablemente el secreto de su ¨¦xito resida en que no se recubre con lentillas de colores para forzar su personaje. Parece que no disimula nada.
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