El ¨¦xito de la humildad
Hugo Morales pasa a la historia del Tenerife tras resistir en silencio su ostracismo
Lleg¨® al Tenerife como estrella indiscutible justo cuando el equipo tuvo que hacerse a la idea de volver a la Segunda Divisi¨®n. Procedente del Atl¨¦tico Lan¨²s, de Argentina, Hugo Morales ven¨ªa rodeado de una estela de buen f¨²tbol y en la isla se identific¨® enseguida con el s¨ªmbolo que represent¨® en su momento su compatriota Fernando Redondo. Pero, al margen de lo deportivo, en ¨¦l se mezclaba la fuerza interna que da la superaci¨®n de tragos amargos, como el de una importante enfermedad que le apart¨® de los terrenos durante un a?o. Sin embargo, cuando hay entereza y humildad, cuando la cabeza se centra en un objetivo, el de triunfar en una profesi¨®n tan competitiva como la del f¨²tbol, nada detiene a los elegidos para la gloria.
Morales fue el art¨ªfice del episodio final que dio el ascenso al Tenerife a Primera. Casualmente, tambi¨¦n fue el autor del primero conseguido por su equipo, ante el Sporting de Gij¨®n. La falta directa, lanzada a gran distancia de la porter¨ªa rival, en el minuto 71, hizo enmudecer a la mayor¨ªa atl¨¦tica congregada en el estadio de Butarque, que casi tuvo que rendirse a la evidencia a pesar de que a¨²n quedaba tiempo para cambiar el curso de la historia. Tras su tanto, Morales se ech¨® el dedo a la boca y mand¨® cayar a la afici¨®n rojiblanca. Pero ese s¨ªmbolo tambi¨¦n sirvi¨® para silenciar las dudas y las preguntas que muchos se han hecho sobre ¨¦l.
Porque no ha sido nada f¨¢cil su trayectoria. Vino como punto de referencia del nuevo Tenerife y esta temporada se esperaba la confirmaci¨®n futbol¨ªstica de un jugador que ya dio importantes muestras de calidad en la pasada. Sin embargo Rafael Ben¨ªtez, el t¨¦cnico, no tuvo nunca confianza plena en que el conjunto girase en torno a ¨¦l.
En los c¨ªrculos futbol¨ªsticos de la isla se dice que el argentino no encajaba en el esquema utilizado por Ben¨ªtez, con dos pivotes, dos carrileros, un media punta y un delantero nato. Morales sal¨ªa a escena de forma espor¨¢dica, en la mayor¨ªa de ocasiones cuando el partido se hab¨ªa complicado y quedaba poco tiempo. Otras veces fue el p¨²blico del estadio Rodr¨ªguez L¨®pez el que reclamaba la presencia de su ¨ªdolo como una queja hacia el entrenador.
Pero, como ocurriera con su enfermedad, Morales no se dej¨® vencer. Con humildad, sin una palabra m¨¢s alta que otra, sin una queja respecto a su escaso protagonismo, segu¨ªa ligado al resto del grupo, haciendo fuerza en busca del ascenso y consciente de que un jugador de sus caracter¨ªsticas tendr¨¢ muchas m¨¢s oportunidades para lucirse en la Liga de las Estrellas.
Pero, adem¨¢s, seguro que por su mente pas¨® la idea de que el azar o el destino le estaba esperando para hacer pasar su nombre a la historia del Tenerife. Ese episodio tard¨® un poco en llegar. Fue en la ¨²ltima jornada, en Butarque y con el ascenso en juego. Pero en aquel bal¨®n que envi¨® a la porter¨ªa del Legan¨¦s iba toda su rabia, todos sus malos momentos personales y deportivos. Pero tambi¨¦n la ilusi¨®n por acabar triunfando en el f¨²tbol espa?ol y la euforia de los miles de aficionados tinerfe?os que, a su llegada a la isla, le aclamaron como un aut¨¦ntico h¨¦roe de Primera.
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