Una victoria decisiva y una cultura pol¨ªtica con grietas
El resultado electoral del 7 de junio representa un triunfo indudable del Labour y de su l¨ªder Tony Blair, alcanzado en una coyuntura muy dif¨ªcil. Decide el color de la pol¨ªtica inglesa por un periodo considerable: un nuevo mandato de cuatro o cinco a?os, quiz¨¢s incluso otro m¨¢s. Obliga a la reconversi¨®n de la oposici¨®n tory y, probablemente, a buscar un tono m¨¢s matizado y a salirse de la obsesi¨®n identitaria de qu¨¦ sea lo ingl¨¦s y cu¨¢les sean las consecuencias de la ¨²nica pol¨ªtica econ¨®mica correcta; har¨¢ a los ingleses menos maniqueos, excluyentes y estilistas a lo Thatcher. En cuanto a los liberales-dem¨®cratas, la subida es importante, tanto en datos num¨¦ricos, esca?os y porcentaje de voto; pero el sistema electoral les sigue penalizando. Los liberales han sido los que mejor han salido intelectual y sociol¨®gicamente y pueden ser la oposici¨®n cualitativa en Westminster, pero los n¨²meros cantan y 52 diputados no son suficientes.
Hay otros que no han salido mal; los verdes, que no han perdido muchos dep¨®sitos, pero son un cuarto partido penalizado por el sistema electoral. Y en el Ulster aparece la polarizaci¨®n en extremos, entre el partido de Paisley, que habla de los Anticristos, y el Sinn Fein.
El Labour gana y rebasa sus l¨ªmites. No es que sea la primera vez en su historia que gana dos mandatos seguidos. No solamente se rompe la tendencia, sino que vence dos veces por mayor¨ªa consolidada notable de m¨¢s de 160 diputados de diferencia. La campa?a no ha sido excelente t¨¦cnicamente, es decir, electoralmente: han mantenido la disciplina de partido -cosa no siempre f¨¢cil entre ellos-; han marcado la agenda: se ha discutido de lo que han querido, han obligado a los tories a equivocarse; no han hecho compromisos con los sindicatos, pero no han abandonado o se han distanciado demasiado de sus clases. Y han mantenido una prudencia inteligente y rentable sobre sus logros macroecon¨®micos. Y han eludido muchos debates, demasiados. Cuatrocientos trece diputados (seis menos con respecto a 1997), 42% del voto (2% menos), es un desgaste m¨ªnimo en una coyuntura horrible.
Porque la situaci¨®n era mala. Si bien la pol¨ªtica macroecon¨®mica, la cesi¨®n de competencias de regulaci¨®n de tipo de cambio al Banco de Inglaterra, los avances tecnol¨®gicos, crean una situaci¨®n muy buena. Gordon Brown ha realizado una excelente gesti¨®n en el Tesoro. Brown ha sido tambi¨¦n un excelente estratega electoral. El Reino Unido tiene dinero para un relanzamiento social, para una modernizaci¨®n tecnol¨®gica, para abordar sus enormes carencias sociales. Es la cara de la moneda. Porque en el env¨¦s est¨¢n: el mundo catastr¨®fico de las vacas locas y la enfermedad de boca y pezu?a (con los senderos rurales cortados y la industria tur¨ªstica rural paralizada desde marzo); uno de los peores, comparativamente, servicios sociales de la Uni¨®n Europea; la pobreza y el desorden del Servicio Nacional de Salud (NHS); una polic¨ªa muy corporativizada, y la realidad de que la relaci¨®n con las minor¨ªas ¨¦tnicas, hace a?os mejor que en el continente, no encuentra estructuras, as¨ª como una cultura machista del partido, evidente al hacer las listas.
La coyuntura era mala. Cuando Briggs, uno de los asaltantes del tren de Glasgow, decidi¨® volver de Brasil, la Prensa record¨® que ahora esta operaci¨®n delictiva ser¨ªa imposible: cuando se llev¨® a cabo tan cinematogr¨¢ficamente, contaba con la exactitud del horario de los trenes, un minuto aqu¨ª, dos en el cambio de agujas. Ahora, quien viaja debe tomar margen de horas. Heathrow es tan intrincado y ca¨®tico como Barajas en sus malos tiempos, y si te atienden en un Hospital Cottage, a lo mejor tienes la suerte de que haya una enfermera portuguesa o de Bangladesh que te puede prestar atenci¨®n. Los veterinarios se importan de Orense o de la regi¨®n de la Emilia. Los servicios p¨²blicos son malos, habiendo dinero y estando los laboristas en el poder. Las privatizaciones han tenido a veces un cariz ideol¨®gico. Es cierto que lo importante es que se realice el servicio p¨²blico y no qui¨¦n es el propietario de la infraestructura. Ahora bien, hay que decir m¨¢s: ?qui¨¦n controla?, ?c¨®mo se establecer¨¢ la contabilidad entre lo p¨²blico y lo privado? La tercera v¨ªa fue una s¨ªntesis cuando no una met¨¢fora, pero la campa?a no nos ha ilustrado mucho m¨¢s sobre lo que sea hoy.
La campa?a no fue adecuada sino para lo esencial: ganar. En primer lugar, no hubo debates generales, mucho menos televisados. Un primer ministro brit¨¢nico tiene tanto o m¨¢s poder que un presidente de los Estados Unidos, porque no tiene enfrente un Senado, a veces de signo pol¨ªtico distinto. Pero, repito, no hubo debates cara a cara entre los candidatos. Y menos actos locales, hastings, que en ocasiones anteriores. La Prensa fue muchas veces rutinaria y anecd¨®tica. Incidentes que estallaron en el cl¨ªmax de la campa?a no tuvieron incidencia sobre ella: as¨ª los motines raciales de Oldham y Leeds. Ni Blair ni Hague ni Kennedy se ocuparon de ellos.
Ciertos an¨¢lisis sociol¨®gicos estiman que en el Reino Unido un hind¨² o un afrocaribe?o tiene m¨¢s posibilidades de casarse con una mujer nativa blanca que su equivalente en Francia. Pero el multiculturalismo y la diversidad ¨¦tnica no apareci¨® en la campa?a salvo en el exabrupto de Thatcher o la proposici¨®n de Norman Tebbit de someter a quien quiera ser ingl¨¦s a la prueba del cricket: es decir, preguntarle por las reglas de tan intrincado y endog¨¢mico juego; y si falla, fuera. (Nuestro casticismo, ni siquiera en el tiempo del cardenal Segura y de Pem¨¢n, so?¨® con preguntarnos qu¨¦ era una gaonera, un pase cambiado o cambiar el terreno con el toro).
Nunca se ha dado un n¨²mero menor de mujeres en las listas y entre los elegidos. Parece que Blair se ha comprometido llevando al Gabinete a tres excelentes diputadas. Pero los temas del hogar, del trabajo femenino, de la juventud, no han ocupado con exceso a los competidores.
Heseltine dijo en la noche de los resultados que el partido conservador ya no era el partido nacional. Hablaba de un pa¨ªs que no exist¨ªa, de unas parejas que ten¨ªan otras costumbres; parece que ni siquiera han le¨ªdo a Bridget Jones.
Otras carencias y otras desorientaciones. En un r¨¦gimen parlamentario el refer¨¦ndum es complemento, a veces necesario, de las consultas generales, pero cuando Hague orient¨® toda su campa?a, y evidentemente se equivoc¨®, sobre la defensa de la libra, Blair se limit¨® a decir: habr¨¢ un refer¨¦ndum. En dicha consulta, quiz¨¢ los conservadores imiten a Wilson en la de 1975, y permitan a los miembros del gabinete en la sombra votar de una u otra manera (Straw defendi¨® y vot¨® contra la CEE en aquella ocasi¨®n).
Una buena elecci¨®n para el Labour, tal vez decisiva, y que anuncia el fin de la era Thatcher. Un alud que la Prensa calific¨® de ap¨¢tico (apathetic landslide). Pero una situaci¨®n social, sobre todo los servicios p¨²blicos, a corregir y una sociedad multirracial y cosmopolita m¨¢s avanzada y din¨¢mica de lo que parece ser su clase pol¨ªtica.
Thomas Jefferson dec¨ªa: 'Las elecciones deciden todo lo esencial, pero a veces no lo que es m¨¢s interesante'. Lo que importa es ver si desde la tercera v¨ªa sus l¨ªderes se remangan y meten la mano en la masa del desorden social de los servicios p¨²blicos y dan respuesta a una sociedad m¨¢s viva y menos inercial de lo que parecer¨ªa, pensaban, cuando planificaban esta campa?a.
Fernando Mor¨¢n es ex ministro de Asuntos Exteriores.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.