790 millones de personas en Barcelona
Estos d¨ªas se deber¨ªa estar celebrando en Barcelona la reuni¨®n del Banco Mundial y a muchos nos asalta una duda: ?las se?oras y los se?ores de tan reputada instituci¨®n han dado esquinazo por temor a la presunta bulla de los movimientos antiglobalizaci¨®n o por miedo a que, con los an¨¢lisis, debates, reflexiones y proposiciones que en el seno de estos colectivos se est¨¢n llevando a cabo, la opini¨®n p¨²blica llegue a verles mejor el plumero?
Dicho de otro modo, el temor es que se demuestre que este camino del mercado libre para todo y para todos lo que hace es ahondar las diferencias entre quienes nos beneficiamos de la riqueza, como siempre, y quienes reciben el castigo, como de costumbre. Se demostrar¨¢ que los programas de ajuste estructural y las pol¨ªticas neoliberales promovidas por el Banco Mundial han agravado especialmente la situaci¨®n del campesinado de los pa¨ªses del Sur, y tienen una enorme responsabilidad en el hecho de que 790 millones de personas sufran hambre cr¨®nica, extrema pobreza y vulnerabilidad.
Estos d¨ªas deber¨ªa haberse celebrado en Barcelona la cumbre del Banco Mundial, suspendida por temor a la contestaci¨®n a unas pol¨ªticas que no resuelven la pobreza
Gracias, entre otros, a estos grupos revoltosos, hoy conocemos el lastre que significa la deuda externa, sabemos de la generosidad de nuestros gobiernos en el cap¨ªtulo de ayuda al desarrollo comparado con el cap¨ªtulo de armamento y estamos sensibilizados ante los negativos impactos ecol¨®gicos que asfixian el planeta. Y en las numerosas reuniones y talleres, que igualmente se van a llevar a cabo, se van a sacar a la luz m¨¢s injusticias (programaci¨®n en www.rosadefoc.org). Por ejemplo, la de la distribuci¨®n de la tierra.
La tierra, junto con el agua y las semillas, es el recurso b¨¢sico productivo para las familias rurales. Es el pan, la fruta, la leche. Pero la tierra est¨¢ en manos de unos pocos que la explotan s¨®lo con ¨¢nimo de lucro, y por eso el Banco Mundial -uno de cuyos objetivos rectores es la reducci¨®n sostenible de la pobreza (?oh, sorpresa!)-, a raiz de las fuertes cr¨ªticas que recibe, impulsa desde mediados de los noventa su modelo de reforma agraria (c¨®mo no) asistida por el mercado en diversas regiones del mundo.
La reforma agraria asistida por el mercado deber¨ªa lograr un reparto de los recursos productivos, pero algo ha fallado porque los datos apuntan a que se han concentrado a¨²n m¨¢s. Para la redistribuci¨®n de tierra, este tipo de reforma ofrece a las personas beneficiarias una combinaci¨®n de subsidios y pr¨¦stamos con la cual han de negociar la compra de tierras a los terratenientes que voluntariamente est¨¦n dispuestos a vender. Lo que es un derecho (la tierra) se convierte una vez m¨¢s en una mercanc¨ªa. La gran mayor¨ªa de los potenciales beneficiarios no son capaces de generar ingresos suficientes para pagar los cr¨¦ditos de compra, si es que pueden llegar a comprar, porque esta pol¨ªtica provoca de forma inmediata, sobre todo en pa¨ªses donde hay escasez de terrenos productivos, la subida del precio de las tierras. Porque en estos contextos sociopol¨ªticos pensar en negociaciones limpias regidas por la oferta y la demanda es pecar de ingenuidad.
Por otro lado, la implantaci¨®n de este modelo est¨¢ reemplazando la obligaci¨®n de los Estados de regular los programas de reforma agraria utilizando instrumentos legales -por razones de derechos humanos- como son las expropiaciones o el reconocimiento de los derechos ancestrales y consuetudinarios de los pueblos ind¨ªgenas y las comunidades campesinas. Y una verdadera reforma agraria
tiene que garantizar la justa distribuci¨®n de tierras, pero tambi¨¦n ir m¨¢s lejos. Para que las personas beneficiarias puedan trabajar la tierra recibida y desarrollar sus capacidades productivas, necesitan una serie de condiciones favorables: la seguridad legal de la propiedad, facilidades para la adquisici¨®n de insumos agr¨ªcolas, servicios de asistencia y asesor¨ªa t¨¦cnica, todo ello con modelos de agricultura sostenible que preserve para las generaciones futuras el derecho a producir sus propios alimentos. En nuestro peque?o mundo globalizado, los pa¨ªses industrializados debemos asumir mayores responsabilidad en el desarrollo agr¨ªcola sostenible de los pa¨ªses del Sur, modificando pol¨ªticas actuales basadas en el lucro con subvenciones a las exportaciones o penalizando los productos que vienen de esos pa¨ªses.
S¨®lo queremos que Barcelona, con Banco Mundial o sin ¨¦l, se llene con el alma de 790 millones de personas empobrecidas.
Gustavo Duch es miembro de Veterinarios sin Fronteras
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