Una escuela en el lugar equivocado
Los habitantes cat¨®licos de Ardoyne s¨®lo quieren que sus hijos puedan ir al colegio, situado en el lado unionista
Las im¨¢genes de televisi¨®n dan la impresi¨®n de que el conflicto en el norte de Belfast consiste en un enfrentamiento de dos tribus en guerra cuyo rencor y odio se ha desbordado y cuya misi¨®n en la vida es triunfar la una sobre la otra.
Indudablemente, hay gente que participa de los disturbios y los enfrentamientos: son j¨®venes desempleados que pueden ser vistos durante la noche lanzando piedras y c¨®cteles m¨®lotov durante horas. Su agresividad nace tanto del apetito por la violencia como de las copiosas cantidades de vodka barato y cerveza que beben.
Tambi¨¦n est¨¢n los paramilitares, que, por sus propios siniestros motivos, aprueban pasivamente este tipo de conducta en las calles, conscientes de que ayuda a expandir sus filas y a aumentar su importancia.
Sin embargo, el jueves, a la luz del d¨ªa, en el barrio de Ardoyne estaba claro que la mayor¨ªa de los que quedaron atrapados en medio de esta disputa -cuyo epicentro es una escuela cat¨®lica situada en un barrio protestante- s¨®lo quiere seguir con su vida cotidiana en paz. Se puede ver en sus ojos. Casi todos los padres cat¨®licos s¨®lo quieren llevar a sus hijos a salvo a la escuela y despu¨¦s a casa. Mientras tanto, casi todos los residentes protestantes s¨®lo quieren que las cosas recuperen la apariencia de paz.
El jueves por la ma?ana la gente tuvo que abrirse camino a trav¨¦s de lo que parec¨ªa una zona de guerra repleta de coches incendiados. Pisando cristales rotos desparramados en calles y aceras quemadas por las llamas de los c¨®cteles m¨®lotov.
Pese a todo, el estado de ¨¢nimo de la poblaci¨®n fue resumido por el pastor presbiteriano Norman Hamilton: 'Existe rencor, s¨ª, pero hay un miedo subyacente. La zona est¨¢ repleta de gente de bien que quiere vivir y dejar vivir. La mayor¨ªa de la gente en ambos lados est¨¢ llena de aprensi¨®n y congoja'.
El problema radica en que las fuerzas de la historia y el sectarismo, la competencia religiosa y el conflicto territorial han conspirado para convertir el distrito en un campo de batalla. Aunque este estallido de violencia ha sido el peor en mucho tiempo, cada verano surgen enfrentamientos en esta zona.
Aun cuando no hay disturbios, ocurren episodios que subrayan que ¨¦sta es una de las fallas tect¨®nicas del sectarismo de Belfast. Los s¨ªmbolos del conflicto est¨¢n en todos lados. Desde los cordones pintados de rojo, blanco y azul o verde, blanco y oro, a las casas abandonadas, o las viviendas con rejas que protegen las ventanas.
El jueves, varias familias se preparaban para abandonar la ciudad. Generalmente, la gente local no quieren abandonar el lugar. Es s¨®lo cuando las cosas se ponen verdaderamente mal, como ahora, cuando su voluntad se quiebra y decide irse.
El problema es que la Escuela Primaria de la Santa Cruz, un centro educativo cat¨®lico, est¨¢ enclavado en el lado equivocado de la calle Ardoyne. Es decir, el lado protestante, que los padres cat¨®licos deben recorrer cada ma?ana y cada tarde para recoger a sus ni?os.
El contexto m¨¢s amplio es que el norte de Belfast se ha vuelto m¨¢s y m¨¢s cat¨®lico, y la comunidad protestante teme que los cat¨®licos de Ardoyne lleguen a ocupar por completo todo el distrito. En un nivel m¨¢s profundo, sin embargo, ¨¦ste es un problema probablemente sin soluci¨®n.
? The Independent
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