Fusiones

El D¨ªa Europeo de la M¨²sica se conmemor¨® -?y por qu¨¦ no?- con un programa de raigambre americana, no tanto por los compositores (frente a dos estadounidenses hab¨ªa un franc¨¦s y un ruso) como por las obras, citadas con frecuencia como ejemplo de la influencia del jazz en la m¨²sica seria. Influencia a veces defendida y otras veces negada, porque aunque la mezcla de tan dispares idiomas haya producido, sin duda, un enriquecimiento mutuo, no est¨¢ tan claro -casi cien a?os despu¨¦s- que vayan a desaparecer las fronteras, ni que los respectivos int¨¦rpretes se muevan con soltura en territorio ajeno.

Por eso no debe extra?arnos que los miembros del Grup Instrumental -al igual que los solistas- tuvieran dificultades para swingar en los pocos pasajes donde la m¨²sica lo permit¨ªa, o para que el colorido, africanizante a veces, o simplemente americano, se escuchara siempre con la riqueza de gama deseada. Cuando los propios compositores no aciertan a encontrar la s¨ªntesis de ambos mundos o la alcanzan s¨®lo en aspectos parciales, los instrumentistas se mueven en un campo resbaladizo donde es dif¨ªcil conseguir resultados al gusto de todos. Caso aparte es el de Gershwin y Bernstein, que se acercan al jazz con m¨¢s idiomatismo que Stravinski o Milhaud. Aunque no debemos enga?arnos: su aproximaci¨®n resulta sincera porque tienen bien hincadas sus ra¨ªces en el musical de Broadway, y es a partir de ese terreno de nadie (o terreno de todos) desde el que consiguen captar bastantes coordenadas de la m¨²sica negroamericana. Ejemplos simp¨¢ticos de dicha simbiosis los tenemos en la capacidad de Gershwin para improvisar muchos solos de piano en el estreno de la Rhapsody in blue (al parecer no hab¨ªa tenido tiempo de escribirlos), o de aprovechar una broma sonora del clarinetista Ross Gorman, durante un ensayo, para incluirla como emblem¨¢tico solo inicial, en lugar de lo que hab¨ªa compuesto previamente: al igual que Duke Ellington, sab¨ªa sacar partido de los m¨²sicos de la orquesta, y no le daba ning¨²n miedo alterar su partitura con aportaciones ajenas. Desde el otro lado, un compositor tan s¨®lido, tan vanguardista y tan poco ligero como Sch?nberg no ten¨ªa empacho en asegurar que Gershwin era un artista que expresaba nuevas ideas y que tambi¨¦n era nueva su forma de hacerlo.

Quiz¨¢ la novedad intuida por el vien¨¦s estribaba justamente en esa autenticidad de la fusi¨®n con el jazz, fusi¨®n que como tal casi siempre queda abortada, aunque la m¨²sica resultante sea exquisita (Ebony Concert es un buen ejemplo). Despu¨¦s de Gershwin, la antorcha ha sido tomada por muchos, y, sin embargo, los lenguajes permanecen separados. En cualquier caso, la presentaci¨®n de un programa donde se plantea el problema sin rodeos, resulta estimulante. M¨¢xime en unos tiempos donde toda fusi¨®n es bienvenida, incluso aquellas que s¨®lo re¨²nen lo m¨¢s anecd¨®tico de cada parte.