El rey Trump

La arrolladora victoria de Trump no deja lugar a dudas. La supuesta igualdad entre republicanos y dem¨®cratas se qued¨® en los c¨¢lculos de las empresas encuestadoras. El sue?o de una presidenta de la primera potencia mundial mujer y negra ha acabado convertido en pesadilla. Su abrumadora derrota deja claro qu¨¦ argumentos se han impuesto en estas elecciones.

Suele haber en toda convocatoria electoral dos bolsas de votantes de un enorme peso y que cuando se unen se convierten en una fuerza imbatible. Por un lado, la gente enfadada. Siempre existe un importante grupo que se considera descontento con su vida, con lo que tiene y con las pocas expectativas que se le presentan por delante. No hay duda de que Donald Trump ha arrasado en este territorio frente a la apuesta por la ilusi¨®n y la alegr¨ªa que hab¨ªa planteado Kamala Harris. El otro factor siempre determinante es el de qui¨¦n abandera la idea del cambio, qui¨¦n representa la posibilidad de marcar una nueva etapa. Harris ha intentado durante toda su campa?a marcar una nueva era pol¨ªtica que dejara atr¨¢s a Joe Biden y al propio Trump. Finalmente, no lo ha conseguido. Por el contrario, el l¨ªder republicano ha podido convencer al electorado que ¨¦l es el que puede cambiar los problemas existentes, que tal y como ha se?alado con insistencia parecen ser adem¨¢s de una gravedad extrema.

Donald Trump ha sido capaz de imponer sus principales temas de campa?a. Por encima de todos, ha difundido d¨ªa tras d¨ªa la amenaza que supone la convivencia con una ola descontrolada de inmigrantes formada por delincuentes, violadores y asesinos que se comen las mascotas de los ciudadanos decentes. En segundo lugar, ha conseguido imponerse como el l¨ªder capaz de redirigir la pol¨ªtica econ¨®mica con mano firme que recupere un esplendor perdido, que ha tenido en la inflaci¨®n la principal muestra de fracaso. Finalmente, parece haber triunfado destruyendo la figura de Kamala Harris, a la que no ha dejado de insultar y menospreciar desde que apareci¨® como candidata. Lejos de volverse contra ¨¦l, los resultados en las urnas respaldan su discurso.

Trump ha ganado todo: el voto popular, el Senado, previsiblemente la C¨¢mara de Representantes y, adem¨¢s, en consecuencia, el control sobre el poder judicial. M¨¢s que presidente, va a representar el papel de rey. Su monarqu¨ªa implica la prevalencia del mundo rural sobre las grandes ciudades, del electorado con menor nivel educativo, de los m¨¢s mayores sobre los j¨®venes, de los hombres frente a las mujeres y de la poblaci¨®n blanca sobre las minor¨ªas raciales. Lo llamativo de las cifras es que el rey Trump ha movilizado a los suyos y ha conseguido conquistar parte del electorado dem¨®crata que le hab¨ªa rechazado con anterioridad.

El nuevo presidente no solo ha impuesto democr¨¢ticamente sus temas de campa?a, tambi¨¦n su estilo de hacer pol¨ªtica. Trump ha ganado promoviendo la venganza, el rencor, la mentira, el odio, el insulto y la confrontaci¨®n. Ahora toca ver c¨®mo se dispone a reinar. El planeta entero estar¨¢ pendiente de lo que haga y de c¨®mo lo haga. Es dif¨ªcil saber c¨®mo cambiar¨¢ el mundo estos pr¨®ximos a?os, pero parece evidente que va a ser diferente.