?Te ha gustado Enrique Ponce?

'?T'ha gustao Ponce?' preguntaba una simp¨¢tica ama de casa a otra, mientras sacaban al de Chiva a hombros. Pues claro que gust¨® a los espectadores alicantinos en el d¨ªa grande de San Juan el torero valenciano. Estuvo con su facilidad habitual en lo aleatorio; abaniqueos, adornos, desplantes. Luego, hacer el toreo tambi¨¦n lo hizo por fases, incluso mejor al natural en su primero, al que recet¨® faena derechacista poniendo distancia y por tanto metiendo el piquito de la muleta. Eso s¨ª; no dio tantos zapatillazos y lig¨® las tandas. Tan agustito estaba y tan enrabietado que son¨® el primer aviso antes de entrar a matar. Tambi¨¦n la estocada tuvo que ver (la dej¨® ca¨ªda) en que el us¨ªa s¨®lo concediera un ¨²nico trofeo.

Con el que hizo quinto Ponce di¨® tres bell¨ªsimas ver¨®nicas meciendo los brazos. El toro, un colorado de 543 kilos, se fue como una exhalaci¨®n al caballo y romane¨® con poder. Y de nuevo volvi¨® a repetir m¨¢s o menos la faena anterior. Aqu¨ª a pesar de la boyant¨ªa del de Alcurruc¨¦n mantuvo la muleta a media altura, aunque se ci?¨® m¨¢s con ella en la zurda. Alarde¨® de hinojos y con abaniqueos, consigui¨® una estocada pero como tardara en doblar el animal, volvi¨® a escuchar un aviso. Y vuelta a empezar: petici¨®n, bronca y oreja que le abri¨® la puerta grande.

Luis Francisco Espl¨¢ estuvo en su l¨ªnea de lidiador variado con el capote y magistral en los tres pares que clav¨® al cuarto. Emocionante y arriesgado el que puso por los adentros, que levant¨® al p¨²blico. Con su primero, el alicantino estuvo aseado y bas¨® la faena en la derecha tras intentar el toreo al natural; al ser desarmado, desisti¨®. Con su segundo destac¨® un afarolado de rodillas y un par de ver¨®nicas. Luego luci¨® por chicuelinas en el quite y vino la apoteosis rehiletera. Se ech¨® la muleta a la izquierda y lig¨® un tanda. De nuevo con la diestra estuvo mand¨®n y hasta se arrodill¨® y sali¨® de una tanda con un afarolado. Fue la toledana la que le priv¨® de conseguir un trofeo, que el p¨²blico pidi¨® en su primero con fuerza y con algo menos en ¨¦ste.

La terna la completaba Vicente Barrera, que mantuvo su personal quietud. Mejor con su primero que con el complicado sexto, pero en ambos fue a dar en hueso y estrellarse con la espada.