La deuda

'Las deudas de hoy son los impuestos de ma?ana'. Tan contundente dogma fue enunciado por el eurodiputado del Partido Popular Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo en aquella buena-mala temporada en que el PP repet¨ªa la cantinela 'paro, corrupci¨®n, despilfarro' con la misma entonaci¨®n que un camarero recitando el men¨² del d¨ªa. Pero m¨¢s all¨¢ de la frase acu?ada, Garc¨ªa-Margallo llevaba y lleva toda la raz¨®n del mundo: las deudas p¨²blicas s¨®lo se pueden pagar con dinero p¨²blico y, mientras la Administraci¨®n no descubra la piedra filosofal, ¨¦ste sale del bolsillo de los ciudadanos v¨ªa impuestos directos o indirectos. As¨ª las cosas, los valencianos tenemos serios motivos para preocuparnos porque la deuda de la Generalitat tiene visos de ser inabarcable. Si al cerca del bill¨®n de pesetas que reconoce el Banco de Espa?a como deuda oficial se le a?ade, sin necesidad de realizar esfuerzo contable, los 130.000 millones de la empresa p¨²blica que va a construir las escuelas; los m¨¢s de 20.000 aprobados recientemente por el Consell para acometer, v¨ªa modelo alem¨¢n, diversas obras p¨²blicas; el gasto diferido, pero contra¨ªdo, a diputaciones y ayuntamientos, m¨¢s la financiaci¨®n de las universidades, la deuda real de la Generalitat comienza a semejarse a una fosa abisal. Todo ello, adem¨¢s, sin contar con las frusler¨ªas de aeropuertos y mundos ilusiones en Castell¨®n y ciudades varias del cine y del teatro en Alicante y Sagunto. Analistas hay que, calculadora en mano, empiezan a hablar de una deuda real (la oficial m¨¢s el gasto contra¨ªdo) de dos billones de pesetas. Si el dogma Margallo vale, muchos impuestos vamos a tener que pagar en el futuro para cubrir tanto dispendio y alegr¨ªa financiera.

De otra parte, el descubrimiento por parte del Tribunal de Cuentas de un d¨¦ficit de 125.633 millones en el presupuesto de 1998, frente al imaginario super¨¢vit de 745 que en su d¨ªa proclam¨® Olivas, subraya a¨²n m¨¢s la contradicci¨®n entre la restrictiva pol¨ªtica presupuestaria de Rodrigo Rato y Crist¨®bal Montoro y el galopante proyecto expansivo de Eduardo Zaplana, que parece empe?ado en transferir la carga a las generaciones futuras. La coexistencia de una deuda billonaria y un elevado d¨¦ficit, aun siendo cosas distintas, va a hipotecar seriamente los pr¨®ximos ejercicios presupuestarios en la medida que las amortizaciones de los cr¨¦ditos y unos ingresos ajustados a la realidad repercutir¨¢n en el gasto corriente o en el cap¨ªtulo de inversiones y, en consecuencia, sobre el mantenimiento de servicios p¨²blicos b¨¢sicos como la sanidad y la educaci¨®n.

El presidente de la Generalitat intent¨® ayer restar importancia al informe del Tribunal de Cuentas al se?alar que los criterios que utiliza su gobierno y el tribunal son distintos; pero ello no explica por qu¨¦ la Comunidad Valenciana suma el 92,3% del d¨¦ficit total. Una carga muy pesada, tambi¨¦n, para el futuro pol¨ªtico de Zaplana. Preg¨²ntesele, si no, a la patronal, a la banca y a algunos ministros.