El Papa, con las v¨ªctimas del holocausto
Juan Pablo II visita en Ucrania el monumento a 100.000 v¨ªctimas del nazismo
En el inmenso campo de batalla que ha sido Ucrania a lo largo de su tortuosa historia, hay monumentos para todos los muertos. Los ca¨ªdos en las guerras antiguas y sobre todo, los que fueron aniquilados en el siglo XX, en los innumerables episodios de violencia que se sucedieron en este pa¨ªs fronterizo entre culturas y razas del Este y el Oeste. Pero entre todos, el Papa Juan Pablo II ha elegido visitar dos en su primer viaje a Ucrania, porque constituyen el s¨ªmbolo m¨¢s elocuente de los desastres que el Pont¨ªfice asocia a los dos grandes totalitarismos del siglo XX: el memorial a los ca¨ªdos en los bosques de Bykivnia, v¨ªctimas de las depuraciones comunistas de los a?os treinta, y el de Babi Yar, que conmemora el exterminio de m¨¢s de 100.000 personas, buena parte de ellos jud¨ªos ucranios, a manos de los nazis, en 1941.
La matanza de Babi Yar fue, seg¨²n el Papa, 'uno de los cr¨ªmenes m¨¢s crueles de la historia del siglo XX'
En su af¨¢n de juzgar con el mismo rasero hist¨®rico a comunismo y nazismo, Karol Wojtyla ha querido postrarse a rezar ante estos dos altares del horror humano. Primero visit¨®, el domingo por la tarde, el bosque de Bykivnia, donde cintas con los colores de la bandera ucrania anudadas en torno a los ¨¢rboles rememoran a cada uno de los ca¨ªdos, en un paisaje tan buc¨®lico como sombr¨ªo. Ayer, bajo el sol fr¨ªo de Kiev, el Pont¨ªfice se acerc¨® a Babi Yar, para rezar tambi¨¦n por los que perdieron la vida, en este campo de exterminio menor pero no menos terrible que son los bosques de la peque?a localidad a las afueras de Kiev, casi absorbida hoy por la gran ciudad. De la matanza de Babi Yar, el Papa dijo el domingo, que fue 'uno de los cr¨ªmenes m¨¢s crueles que registra la historia del siglo'. Un episodio m¨¢s de la furia homicida humana, que vendr¨ªa a demostrar, seg¨²n Wojtyla, 'las atrocidades de las que es capaz el hombre, cuando cree que puede prescindir de Dios'.
Chaim Piskovski, el rabino que cuida Baby Yar, recibi¨® ayer al Papa, y le explic¨® algunos detalles de la tragedia. Los soldados alemanes entraron en Kiev a finales de septiembre de 1941. Llegaron por el lado opuesto al que los estrategas militares les esperaban. Entre el 28 y el 29 de septiembre concentraron a todos los jud¨ªos en la plaza de Octubre de la capital y les obligaron a marchar despu¨¦s en fila, camino del suburbio de Babi Yar. Los vecinos de Kiev, apostados a ambos lados del camino, les ve¨ªan pasar horrorizados, conscientes del final que esperaba a familias enteras. En Ucrania como en Polonia la convivencia de la poblaci¨®n con la minor¨ªa jud¨ªa no era lo que se dice perfecta. Aun as¨ª, hubo quien intent¨® ayudar en lo que pudo a los que consiguieron librarse en la redada. Por otra parte, en Baby Yar no murieron solo jud¨ªos. Hab¨ªa soldados ucranios, comunistas y antifascistas entre las decenas de miles (probablemente m¨¢s de 100.000 personas) que fueron fusiladas al borde mismo de la propia fosa, en estos bosques silenciosos de Ucrania.
Las autoridades de la Uni¨®n Sovi¨¦tica levantaron despu¨¦s de la guerra el monumento actual, en memoria de todos los muertos, un grupo escult¨®rico en el m¨¢s puro estilo del realismo socialista que recrea a las v¨ªctimas como gigantes de valor y de fuerza. Chaim Piskovski recuerda que el Gobierno sovi¨¦tico prefiri¨® ocultar el dato de los muertos jud¨ªos, quiz¨¢s para no alterar la ret¨®rica nacional sobre el suceso. La visita a Baby Yar cerr¨® ayer la primera etapa del viaje de Juan Pablo II a Ucrania. Kiev, el escaparate m¨¢s brillante del pa¨ªs no le despidi¨® con especial calor, manteniendo la t¨®nica de la acogida, el s¨¢bado pasado. Pero si Karol Wojtyla se ha encontrado una ciudad semidesierta, y unas multitudes de magnitud m¨¢s bien modesta en los dos actos religiosos que ha presidido, ayer se encontr¨® con otro pa¨ªs, sin salir de Ucrania, nada m¨¢s bajar la escalerilla del avi¨®n que le traslad¨® a Lviv, la capital cat¨®lica del pa¨ªs.
Decenas de miles de personas, vestidas con ropa humilde, le recibieron agitando banderas de la Santa Sede y de Ucrania a lo largo del recorrido que le llev¨® a la iglesia de San Jorge y a la residencia del metropolita de Lviv.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.