Camino de La Haya
En la c¨¢rcel de Belgrado desde abril, Slobodan Milosevic se encuentra m¨¢s cerca de rendir cuentas por sus pavorosos cr¨ªmenes contra la humanidad ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, en La Haya. Lo que parec¨ªa imposible hace unos pocos meses puede cumplirse en cuesti¨®n de d¨ªas. El Gobierno democr¨¢tico ha dictado un decreto que deber¨ªa permitir que Milosevic y otros criminales de guerra serbios sean juzgados por la justicia internacional. Diez a?os despu¨¦s de que empezara la violenta desmembraci¨®n del pa¨ªs de Tito, ver en La Haya a uno de los que m¨¢s usaron de la violencia en beneficio propio producir¨¢ una intensa satisfacci¨®n moral, para sus v¨ªctimas e incluso para las potencias occidentales que en su d¨ªa le apoyaron y convirtieron en parte de la soluci¨®n para el acuerdo de Dayton sobre Bosnia.
No ha sido f¨¢cil. El Gobierno, uno de cuyos ministros montenegrinos vot¨® en contra, ha optado por un decreto ante la falta de mayor¨ªa en el Parlamento para permitir este tipo de extradiciones. Pero los abogados de Milosevic intentan demostrar su inconstitucionalidad, y la situaci¨®n se puede complicar. Ayer mismo, miles de ciudadanos pro-Milosevic se manifestaron en Belgrado contra la extradici¨®n. El presidente Kostunica declar¨® que aunque no le satisfac¨ªa el Tribunal de La Haya, hab¨ªa que acomodarse a sus exigencias. A nadie se le esconde que Kostunica se ha rendido a las presiones de la comunidad internacional, que exig¨ªa este gesto antes de la conferencia de donantes que el pr¨®ximo viernes deber¨ªa desbloquear 1.200 millones de d¨®lares de ayuda a lo que queda de una maltrecha Federaci¨®n Yugoslava. El primer ministro, Djindjic, que acabar¨¢ compitiendo por el poder con Kostunica, estaba mucho m¨¢s convencido de la necesidad de poner a Milosevic a disposici¨®n del Tribunal de La Haya, y, a la vez, conseguir ayuda financiera internacional que contribuya a mejorar la vida de unos ciudadanos castigados.
Un acierto de Djindjic est¨¢ siendo el uso de la televisi¨®n para difundir im¨¢genes e informaci¨®n sobre los cr¨ªmenes cometidos por Milosevic y su r¨¦gimen a una poblaci¨®n que, en una parte importante, viv¨ªa pretendiendo desconocer esta realidad. Levantar este velo de ignorancia puede ayudar a asentar la democracia en el pa¨ªs. La polic¨ªa secreta ha prometido hacer p¨²blicos los archivos del r¨¦gimen, aunque, al parecer, Milosevic ya ha eliminado pruebas esenciales de sus cr¨ªmenes.
Si Belgrado lo entrega a La Haya, Milosevic se convertir¨¢ no s¨®lo en el pez m¨¢s gordo, sino en el primer pez gordo que ir¨ªa al TPI. Ser¨ªa la ocasi¨®n para reforzar los medios de un tribunal cuyas instrucciones judiciales vienen tardando unos tres a?os por t¨¦rmino medio. Detr¨¢s de Milosevic acabar¨¢n llegando otros criminales de todas las partes en conflicto. Cuando la supervivencia de Macedonia est¨¢ en entredicho, y se intenta evitar lo que ser¨ªa una nueva guerra balc¨¢nica, ver a Milosevic entre barrotes en La Haya servir¨ªa de aviso de que estos criminales acaban teniendo que rendir cuentas. La impunidad empieza a ser cosa del pasado.
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