Lluvia fina
Al inicio de Atys, ¨®pera del franc¨¦s Jean-Baptiste Lully dedicada a Luis XIV, uno de los personajes que act¨²a como narrador, viene a decir algo as¨ª como que le resulta dif¨ªcil loar al protagonista, porque son tantos los m¨¦ritos que adornan al Rey Sol, que cualquier haza?a de Atys, personaje mitol¨®gico, queda empeque?ecida a su lado. Algo as¨ª vienen a decir los numerosos apologetas y periodistas de c¨¢mara de Aznar porque, aunque resulte dif¨ªcil de creer, hay quien se empe?a en ensalzar de tal manera las virtudes (?) del presidente del Gobierno que podr¨ªan competir en adulaci¨®n con el libretista de esa ¨®pera barroca.
Porque en los c¨ªrculos cercanos a la presidencia est¨¢n convencidos de que es tanto y tan positivo lo que se hace desde el Gobierno, que solamente la cortedad de miras de los espa?oles impide que la acci¨®n de gobierno sea poco m¨¢s o menos que un paseo militar bajo arcos triunfales y guirnaldas, mientras las multitudes enardecidas vitorean a tan carism¨¢tico l¨ªder. El caso es que cuando al inicio del Gobierno del PP no se logr¨® tal reconocimiento, alguien un poco m¨¢s modesto elabor¨® la teor¨ªa de la lluvia fina, que consiste en manifestarse convencido que la valoraci¨®n positiva de las acciones de gobierno ir¨ªa calando poco a poco en los ciudadanos, que terminar¨ªan abriendo los ojos ante la magnitud de los aciertos del Gobierno. El resultado de las elecciones del pasado a?o pareci¨® dar la raz¨®n a esos estrategas, si bien hay quien piensa, o pensamos, que la victoria electoral del PP en marzo de 2000 no se debi¨® tanto a sus aciertos como a otras causas (positiva coyuntura internacional, escasa credibilidad de la alternativa, etc).
Pero me estoy convenciendo de la teor¨ªa de la lluvia fina, si bien en el sentido totalmente contrario al que se pretende. Creo que los ciudadanos se van dando cuenta, de forma lenta pero inexorable, de las aristas m¨¢s negativas de la forma de actuar de Aznar y su Gobierno, acentuadas considerablemente a partir del momento en que tienen mayor¨ªa absoluta. Cada vez es mayor el n¨²mero de ciudadanos, incluso votantes del PP, que empiezan a percibir que el Gobierno pretende dominar todas las facetas de la existencia, a base de premiar a los amigos, ahogar las cr¨ªticas y, en definitiva, convertir la vida pol¨ªtica espa?ola en un erial en el que solamente afloren opiniones favorables a su gesti¨®n. Y de ello, emana un tufillo autoritario que comienza a provocar inquietud, que, tarde o temprano, terminar¨¢ generando rechazo que se reflejar¨¢ en las urnas.
Y basta dar un repaso a algunas de las ¨²ltimas perlas de Aznar o de su Gobierno para llegar a esa conclusi¨®n. La primera y m¨¢s importante de las tensiones que se han generado con el poder judicial, es el asunto G¨®mez de Lia?o; un juez que ha delinquido en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales y que, a¨²n as¨ª, el Gobierno se ha empe?ado que vuelva a vestir la toga. Parece que se quiere hacer bueno el dicho seg¨²n el cual el delincuente siempre vuelve al lugar del crimen. Por muchas facturas que el Gobierno o sus corifeos medi¨¢ticos tengan pendientes con G¨®mez de Lia?o, el haber forzado las cosas hasta el extremo que se ha hecho tiene una gravedad que no puede ocultarse y, posiblemente, unas consecuencias que tarde o temprano, acabar¨¢n aflorando. Y ello por no hablar de la imagen del presidente del Tribunal Supremo y del Poder Judicial, votando en contra de la decisi¨®n del propio ¨®rgano que preside, con independencia de que al final se llegara a un pasteleo para dulcificar un tanto la p¨ªldora a los jueces. Pero el que se haya ejercido tanta presi¨®n demuestra que al Gobierno no le duelen prendas para llevarse por delante a todo aqu¨¦l o aquello que le incomode al precio que sea, y ello resulta preocupante. El echar a perder im¨¢genes y coherencias para conseguir objetivos colaterales, supone una palmaria manifestaci¨®n de prepotencia que siempre termina pasando factura, porque al final de la historia hay que analizar si presentarse como ganador en una batalla cuyo te¨®rico bot¨ªn es que el juez prevaricador regrese a la judicatura vale la pena, si a cambio se tiene que pagar el alto precio de poner en cuesti¨®n la actuaci¨®n del poder judicial e incluso su independencia. En este campo me viene a la memoria que estos errores no s¨®lo los est¨¢n cometiendo los populares, porque recuerdo que en ¨¦pocas del Gobierno socialista se cometi¨® el error de encargar la defensa de la Ley Corcuera a un diputado que hab¨ªa sido presidente de la Asociaci¨®n pro Derechos Humanos. El resultado es bien sabido, el diputado gast¨® su credibilidad en la materia -y con ello se perdi¨® un activo importante en el PSOE- sin que por ello se lograra conseguir que la ley fuera aceptada por los sectores comprometidos con los derechos humanos, ni que el Tribunal Constitucional emitiera un fallo favorable. Pero al fin y al cabo, esas actuaciones socialistas supusieron que hubiera quienes empezaran a mostrar su desapego al partido gobernante, y eso me permite confiar en que algo as¨ª va a empezar a pasar y, en definitiva, esa pol¨ªtica de lluvia fina terminar¨¢ poniendo de manifiesto la prepotencia y el car¨¢cter autoritario de Aznar.
Por otra parte, que Aznar tiene la pretensi¨®n de creerse un gran l¨ªder es cosa bien sabida, y a una imagen en tal sentido se dedican en cuerpo y alma sus colaboradores (cuando escribo esto me viene a la memoria el poema de ?ngel Gonz¨¢lez: 'Espa?a libre, violentas carcajadas') y por ello cuando alguien como el l¨ªder de la oposici¨®n se le adelanta a la hora de hacer propuestas en el debate europeo en el que los aut¨¦nticos l¨ªderes estaban haciendo o¨ªr su voz mientras que Aznar permanec¨ªa en un clamoroso silencio, le sienta como un tiro. Ahora bien, que aproveche la constituci¨®n de una especie de consejo asesor encargado, al parecer, de elaborar unas propuestas europeas que el propio Aznar hab¨ªa sido incapaz de concebir, no s¨®lo causa la perplejidad y el malestar de los miembros de ese consejo sino que sirve, tambi¨¦n, para poner de manifiesto no s¨®lo el talante sino tambi¨¦n la fragilidad del personaje. Y el hecho de que alguno de los presentes no hiciera p¨²blica su contrariedad en ese momento, sino que lo hiciera posteriormente y asegur¨¢ndose el anonimato, demuestra no s¨®lo que el malestar se produjo sino que existe un cierto miedo a oponerse a un gobernante que act¨²a de forma tan prepotente.
Pero todo esto, siendo grave, parece un juego de ni?os si recordamos algo que ha pasado la ¨²ltima semana con el caso Piqu¨¦, al que por cierto quieren convertir en el caso Ercros, o muy pronto en el caso Vargas en el momento en el que recuerden su ¨¦xito al convertir el caso Naseiro en caso Manglano. Que salgan algunos de los m¨¢s acreditados deslenguados del PP a echarle la culpa de las presuntas chorizadas de Piqu¨¦ ?al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez! es de tal prepotencia que ser¨ªa preocupante si no fuera tan pat¨¦tico, que terminar¨¢ produciendo carcajadas. En fin que gracias a estas cosas -y no s¨®lo de ¨¦stas que son simplemente un ejemplo-, la lluvia fina empieza a desgastar al Gobierno. Con un poco de paciencia, y como sigan as¨ª, la lluvia fina pronto se convertir¨¢ en un chaparr¨®n.
Luis Berenguer es eurodiputado socialista.
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