Senos de regalo
Uno de los s¨ªntomas de lo r¨¢pido que van las cosas es c¨®mo evolucionan los ritos de integraci¨®n en la tribu, ritos que -dicho sea de paso- cada vez se retrasan m¨¢s. Antes coincid¨ªan con la primera comuni¨®n: el momento en el que los ni?os vest¨ªan sus primeros pantalones largos y las ni?as su primer vestido de fiesta.
Los regalos que acompa?aban a aquellos ritos eran la pluma estilogr¨¢fica y el reloj de pulsera, objetos que gozaban a¨²n de un gran prestigio: eran caros y formaban parte del universo de los adultos.
Ahora que la adolescencia se ha prolongado y la inseguridad en el empleo y la carest¨ªa de la vivienda mantiene a los hijos en casa hasta la treintena, el rito de introducci¨®n a la tribu se ha ido desplazando a la frontera de la mayor¨ªa de edad, que suele coincidir con los ex¨¢menes de selectividad, ese momento en el que -en inolvidable definici¨®n del primer portavoz de Aznar- los chicos pueden ya votar y las chicas celebrar su puesta de largo.
Hace mucho tiempo que los relojes y las plumas estilogr¨¢ficas se han convertido en objetos desechables, sin ning¨²n prestigio, indignos de convertirse en regalos de fuste e incapaces de competir con el tel¨¦fono m¨®vil, el ciclomotor o el utilitario.
En los ¨²ltimos a?os, nos llegaban desde Estados Unidos noticias que parec¨ªan asombrosas: las jovencitas comenzaban a pedir como regalo por su graduaci¨®n implantaciones de silicona en los pechos.
El Imperio, ya se sabe, es el que termina imponiendo las modas y lo que nos parec¨ªa asombroso puede comenzar a convertirse en rutinario entre nosotros. Primero comenzaron las j¨®venes ultra-pijas, esas que parecen propaganda ambulante del Partido Popular.
Pero ahora, hacerse un arreglito en los senos est¨¢ al alcance de cualquiera: basta marcar un 902 que se anuncia en la tele y desembolsar medio mill¨®n en c¨®modos plazos. En fin, una minucia: bastante menos dinero que el que cuesta rehacer peri¨®dicamente el cuarto de ba?o o la cocina, que es el vicio m¨¢s extendido -no se sabe bien por qu¨¦- entre la clase media espa?ola.
Al parecer, esta costumbre afecta s¨®lo a las chicas. No se conocen casos de chicos que se hagan premiar el aprobado de la selectividad con una operaci¨®n para el alargamiento del pene, que, seg¨²n los expertos, es la intervenci¨®n est¨¦tica m¨¢s com¨²n entre los varones. Pero todo llegar¨¢.
Es dif¨ªcil apreciar a simple vista si la moda ha prendido con fuerza entre nosotros -no es como la de los m¨®viles, que constituye una plaga patente-, pero leo en el diario Sur, que M¨¢laga es la tercera provincia espa?ola -despu¨¦s de Madrid y Barcelona- en intervenciones de pr¨®tesis de mama: se hacen una media de dos al d¨ªa. Sinceramente, me parecen pocas si se tienen en cuenta la gran cantidad de cl¨ªnicas que se anuncian en la Costa del Sol y el aire tan pr¨®spero que aparentan.
M¨¢laga, que so?aba con convertirse en la meca de las altas tecnolog¨ªas, en el Valle del Silicio espa?ol, ha logrado de momento convertirse en la Costa de la Silicona. Menos da una piedra.
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