La lengua de las mariposas
El autor argumenta la validez de su actitud en la campa?a electoral vasca, en la que denunci¨® la falta de libertad de miles de personas 'que bajan la voz y miran alrededor antes de hablar de pol¨ªtica'
Se han publicado toda clase de an¨¢lisis y comentarios tras los resultados electorales en el Pa¨ªs Vasco abarcando todos los aspectos posibles de aquella confrontaci¨®n, desde la pol¨ªtica hasta la moral. Algunos, los desactivadores, han incidido sobre grupos y personalidades que con mucho valor siguen defendiendo los derechos de la ciudadan¨ªa vasca, pero en general parece que se buscan responsabilidades pol¨ªticas y el PSE-EE ha sido objeto principal de ataques y defensas. Por ello es l¨®gico que sea yo el m¨¢s directamente afectado como secretario general de los socialistas vascos y candidato. S¨¦ que nuestra cultura valora la confesi¨®n p¨²blica seguida de penitencia y capirote, pero aunque me esfuerzo en preparar mi pliego de acusaciones no consigo alcanzar ni el dolor por los pecados ni el prop¨®sito de la enmienda necesarios. Ni siquiera consigo hacer una buena lista de culpas.
?Quieren que me acuse de sostener que la izquierda no debe convertirse en las muletas del nacionalismo?
?Me tengo que acusar por haber denunciado el Pacto de Estella? Como se demostr¨® posteriormente, en Estella se defini¨® una estrategia de unidad nacionalista para superar, por la v¨ªa de los hechos, el edificio auton¨®mico, un instrumento para conseguir los objetivos nacionalistas a costa de marginar a los que no lo somos de las instituciones municipales, forales o comunes del Pa¨ªs Vasco. ?Debimos callarnos, cerrar los ojos? Todo habr¨ªan sido facilidades, como bien sabe el se?or Madrazo, pero cre¨ªmos que ten¨ªamos una responsabilidad pol¨ªtica y la asumimos sabiendo que nos esperaba la fr¨ªa oposici¨®n.
?No debimos poner el ¨¦nfasis en la libertad? Sigo pensando, como entonces, que era una obligaci¨®n moral y pol¨ªtica denunciar la falta de libertad de una parte muy importante de la sociedad vasca. No me refiero s¨®lo a los concejales del Partido Popular o del Partido Socialista, ni a los periodistas atacados o que tienen que trabajar con escolta, ni a los profesores de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, ni a los empresarios extorsionados. No son s¨®lo ellos los que tienen falta de libertad, tambi¨¦n los miles y miles de hombres y mujeres que bajan la voz, y miran alrededor antes de hablar de la situaci¨®n pol¨ªtica. ?Tengo que acusarme de tratar de defender sus derechos? ?De haber se?alado que, ante dramas personales inimaginables, se respond¨ªa con frialdad, c¨¢lculo pol¨ªtico e insolidaridad por parte del nacionalismo vasco hasta el punto de que uno de los ejes estrat¨¦gicos del PNV tras las elecciones sea, precisamente, el anuncio de rectificaci¨®n de ese comportamiento?
?Las coincidencias con la derecha? Yo creo que no tengo por qu¨¦ buscar diferencias y distinciones con mis adversarios pol¨ªticos en la defensa de la Constituci¨®n y el Estatuto. Aunque los socialistas tengamos una visi¨®n distinta de Espa?a o nuestros adversarios hayan descubierto m¨¢s tarde el papel pol¨ªtico y social del Estatuto. Me preocupa seriamente que, quienes deber¨ªamos ser adelantados en la defensa de los acuerdos pol¨ªticos que suponen esos dos textos, terminemos a la defensiva, por mezquindades o por una triste mezcla de complejo de inferioridad y pensamiento d¨¦bil, en esas cuestiones tan fundamentales. ?Tengo que acusarme por pensar que, para ganar las pr¨®ximas elecciones, no debemos poner en entredicho nuestra aportaci¨®n a la convivencia pac¨ªfica y a la libertad de nuestro pa¨ªs?
?Tengo que incluir tambi¨¦n en mi pliego de cargos el empe?o por aumentar los espacios de inter¨¦s general y nacional en la lucha contra el terrorismo? No creo que podamos ver el final de ETA sin establecer, a salvo de cuestiones electorales, una pol¨ªtica continuada de lucha por la paz. Es decir, no debe haber diferencias en este punto entre el actual Gobierno de Aznar y el que en el futuro presida Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Y digo final de ETA porque, para horror de 'dialogantes', creo que debemos seguir trabajando para que una recuperada unidad democr¨¢tica gane a ETA. No se trata de 'integrar a ETA' ya que, si queremos que aparezca la Pol¨ªtica con may¨²scula, en el ¨¢mbito del Estado de Derecho y de la Constituci¨®n es imprescindible arrinconar a ETA y ponerla contra las cuerdas. Mientras los terroristas vean un resquicio estaremos asegurando la supervivencia de la banda. ?Tengo que acusarme de ello?
?Quieren que me acuse de sostener que la izquierda no debe convertirse en las muletas del nacionalismo, sea vasco o catal¨¢n, moderado o radical? Me gustar¨ªa equivocarme, pero el nacionalismo trasladar¨¢ muchos interrogantes e incertidumbres a la Espa?a del futuro. Detr¨¢s de muchos de los an¨¢lisis electorales a los que me refer¨ªa al principio late la pregunta: ?qu¨¦ es Espa?a? Yo mantengo, y seguir¨¦ haci¨¦ndolo, que la etapa del cuestionamiento, desde el punto de vista pol¨ªtico, se cerr¨® con la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n y Espa?a se convirti¨® en el pa¨ªs m¨¢s descentralizado pol¨ªtica y econ¨®micamente de Europa. Quiz¨¢ se ponga de moda en los pr¨®ximos tiempos pero yo negar¨¦ que la Espa?a constitucional y auton¨®mica sea una suma de regiones, comunidades aut¨®nomas, nacionalidades o naciones.
Tambi¨¦n puedo responsabilizarme por combatir esa costumbre tan espa?ola de denostar y descalificar para mostrar alejamiento de quien no ha ganado. Siempre despu¨¦s, claro. En La Lengua de las mariposas, la madre obliga al ni?o a olvidar que regalaron un traje al maestro republicano detenido, el padre le insulta en p¨²blico para tapar el pasado llam¨¢ndole 'comeni?os' y el chaval, m¨¢s culto, persigue al cami¨®n que se lleva al pobre hombre gritando 'tilonorrinco'. Acostumbrado al lenguaje de ciudadanos pol¨ªticos que no ganan, de intelectuales 'errados' y 'agitadores' varios, espero que nadie tenga que salir corriendo al diccionario en busca de alguna palabra. En esta ¨¦poca de nostalgias, la campa?a de las ¨²ltimas elecciones vascas, las primeras del siglo XXI, ha sido en la que m¨¢s se ha hablado de franquismo y de Franco. No puedo acusarme de creer que la izquierda no puede convertirse en una especie de cazafantasmas. Por motivos de edad, exclusivamente por motivos de edad, no tengo m¨¦ritos en la lucha de los dem¨®cratas contra el franquismo durante cuarenta a?os, aunque tampoco tengo que olvidar la m¨¢s liviana relaci¨®n con la dictadura, que otros olvidan con facilidad. Pero creo que es el momento de manifestar que el recurso utilizado por algunos de transformar a Aznar en Franco por encima de cualquier consideraci¨®n es sin¨®nimo de incapacidad intelectual y de fracaso. Tengo para m¨ª que la Historia ni se debe olvidar ni debe ser un arma arrojadiza.
Queda siempre el recurso de acusarme por los resultados de los socialistas vascos. ?Pero de cuales? Hablamos tantas veces y con tal convicci¨®n de 'Cambio y Libertad' que hemos conseguido el mayor n¨²mero de votos de todas las elecciones al Parlamento vasco, si bien hemos aumentado muy poco en porcentaje. Soy el responsable, no hay duda, de los efectos negativos, como la p¨¦rdida de un diputado, pero situemos el trabajo de los militantes y simpatizantes del PSE-EE en sus justos t¨¦rminos. EH, en un panorama pol¨ªtico muy polarizado, ha pasado de 14 a 7 esca?os y de 224.000 votos a 142.784. El PSOE, tras haber perdido las elecciones generales de marzo del a?o pasado frente a un partido que obtuvo la mayor¨ªa absoluta, compet¨ªa con una opci¨®n encabezada por el ministro mejor valorado del Gobierno espa?ol y con otra, la del PNV, instalado en las extensas redes del poder durante m¨¢s de dos decenios. No estar¨ªa de m¨¢s, por tanto, que algunos aventureros del descr¨¦dito constataran el escenario y evaluaran la realidad de unos resultados en los que el PSE-EE ha conseguido entre otras cosas, que, tras las elecciones, la situaci¨®n pol¨ªtica vasca haya cambiado. Ya veremos hacia d¨®nde.
No se me oculta, sin embargo, el desencanto o la decepci¨®n que pueden tener los votantes, socialistas o no, que esperaban un cambio. Y los de tantos otros espa?oles que, aunque no votaban, nos apoyaban con sus sentimientos y esperanzas. Soy consciente del compromiso que he contra¨ªdo con todos ellos y voy a procurar mantener mis obligaciones con ellos. Desde luego, mis ideas, y mi esfuerzo por defenderlas, se mantendr¨¢n en cualquier circunstancia ya que la raz¨®n y los criterios morales no est¨¢n sujetos a mayor¨ªas. Esta campa?a ha tenido una participaci¨®n especial que personalmente no puedo olvidar: yo no hab¨ªa visto desde el 82 una implicaci¨®n similar de personas que no se dedican a la pol¨ªtica y que no tienen nada que ganar con el resultado de unas elecciones auton¨®micas. No me refiero ¨²nicamente a los intelectuales reconocidos, pero s¨ª especialmente a ellos. Por primera vez en muchos a?os, un sinf¨ªn de ciudadanos espa?oles han defendido las ideas pol¨ªticas fundamentales, la libertad, la democracia y la Constituci¨®n. Hemos perdido las elecciones, pero se trata de que no pierdan ellos a partir de ahora. No s¨¦ si servir¨¢ de algo, pero deben saber que cuentan conmigo, que esta campa?a -y la derrota- han creado unos v¨ªnculos entre nosotros que no olvidar¨¦ jam¨¢s. Hasta ahora he repetido que no har¨ªa nada en pol¨ªtica que no pudiera explicar a la sociedad; desde estas elecciones, no har¨¦ nada que no pueda explicar a la sociedad y a mis amigos. Me puedo acusar de muchas cosas, pero no de defender, con los militantes del PSE-EE y tantos miles de ciudadanos, las libertades y los derechos humanos. A veces, tambi¨¦n yo puedo pensar que siempre pierden los m¨ªos pero nunca, por ahora, que nos faltan los argumentos. As¨ª que sigo abonado al 'perdonen las molestias' porque vamos a seguir en la brecha.
Nicol¨¢s Redondo Terreros es secretario general del PSE-EE.
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