El callej¨®n de Sevilla
Como sabe cualquier aficionado a la m¨²sica, por modesto que sea, la calidad de una orquesta depende del equilibrio entre los distintos instrumentos. Basta que uno desafine, para que la m¨¢s bella sinfon¨ªa suene como una cacerolada. Con la fiscalidad pasa lo mismo, y por eso tiene raz¨®n Jordi Sevilla cuando dice que 'lo importante no es la progresividad de un impuesto aislado sino la equidad del sistema en su conjunto'. Es de justicia reconocer, que ese sentido de la armon¨ªa coincide m¨¢s con el m¨ªo que el que ten¨ªan sus correligionarios cuando al discutir la reforma fiscal de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, se empe?aban en que el impuesto sobre las lociones capilares, gravase m¨¢s a los calvos ricos que a los calvos pobres. Pero, como pasa en 'las siete y media', una cosa es no llegar y otra pasarse. Y Sevilla se ha pasado, porque, hasta ahora, todos hemos estado de acuerdo en que el impuesto sobre la renta ten¨ªa que compensar la indudable regresividad de los impuestos indirectos para conseguir un sistema fiscal medianamente equitativo. Y, en mi opini¨®n, el impuesto dise?ado por el olimpo socialista -tipo ¨²nico con un m¨ªnimo exento id¨¦ntico para todos-, es tan t¨ªmidamente progresivo que sus acordes ser¨ªan clamorosamente apagados por la ensordecedora regresividad de los impuesto indirectos. Aqu¨ª mi primera sorpresa.
Pero hay m¨¢s. El tipo ¨²nico s¨®lo es aceptable si va acompa?ado por dos propuestas complementarias: una carga fiscal m¨¢s fuerte para las rentas de capital, y el establecimiento de una 'renta ciudadana' que cobrar¨ªan quienes est¨¦n trabajando o buscando empleo, est¨¦n retirados, enfermos o discapacitados, o tengan a su cargo hijos o personas mayores, cualquiera que sean sus ingresos o su fortuna. 'Eso s¨ª, el tipo ¨²nico y la renta vital nunca pueden separarse. Esa uni¨®n es la que convierte un impuesto de la Am¨¦rica republicana en un impuesto m¨¢s equitativo', dice Sir Anthony Artkinson, padre de la criatura (EL PA?S, 25 de junio de 2001). Contemplada en su conjunto, la propuesta de Atkinson puede tener sentido, pero troceada, roza lo esperp¨¦ntico. Y lo grave es que las dos propuestas complementarias, como dec¨ªa 'el Guerra', no pueden ser y, adem¨¢s son imposibles.
Es absolutamente cierto que hoy los salarios pagan mucho m¨¢s que las rentas de capital en Espa?a y en toda la Uni¨®n Europea; ¨¦so es un esc¨¢ndalo que hay que corregir cuanto antes. Pero no es menos cierto que, hoy por hoy, eso es mucho m¨¢s un p¨ªo deseo que una realidad al alcance de la mano. Mientras los pa¨ªses industrializados no decidan aproximar sus impuestos sobre las rentas del capital, los ahorros se seguir¨¢n refugiando en los pa¨ªses de m¨¢s baja fiscalidad, como ha venido ocurriendo hasta ahora, y ocurrir¨¢ m¨¢s a medida que los mercados financieros se vayan integrando m¨¢s. Y como ¨¦so no lo podemos evitar ni el se?or Sevilla ni yo, el impuesto de tipo ¨²nico seguir¨¢ siendo un impuesto sobre las n¨®minas, pero mucho m¨¢s barato para los que m¨¢s ganan. Y m¨¢s caro para los que ganan menos, porque alguien tendr¨¢ que poner lo que aqu¨¦llos se ahorren. Y si de algo estoy seguro, es que eso no lo vamos a sacar de un impuesto sobre el patrimonio m¨¢s agresivo, salvo que decidan gravar los bienes afectos a actividades empresariales, que ellos mismos declararon exentos; ni tampoco saldr¨¢ de un impuesto ecol¨®gico, salvo que pretendan cerrar miles de empresas o despedir a cientos de miles de trabajadores. Porque no quiero ni pensar que gentes tan progresistas piensen cuadrar las cuentas aumentando un impuesto tan antip¨¢tico y tan gravoso para las clases populares como el Impuesto sobre el Valor A?adido.
Pero m¨¢s dif¨ªcil a¨²n que explicar c¨®mo van a sacar m¨¢s dinero de las rentas de capital mientras no se armonicen los impuestos sobre el ahorro es saber c¨®mo piensan arbitrar una renta ciudadana para todos los espa?oles sin dinamitar las cuentas p¨²blicas. Y aqu¨ª nos encontramos en un callej¨®n sin salida. O no se establece esta especie de salario universal al mismo tiempo que el tipo ¨²nico, y entonces el sistema en su conjunto ser¨ªa regresivo, seg¨²n advierte Atkinson; o, si se establece, vamos a la bancarrota nacional sin avanzar un cent¨ªmetro en materia de equidad. Porque, ?cu¨¢nto costar¨ªa esta medida, suponiendo que esta renta fuese igual al salario m¨ªnimo y que este salario lo percibiesen todos los espa?oles? ?Es sensato que cobren lo mismo Ra¨²l Gonz¨¢lez o Enrique Ponce, que el utillero del Real Madrid o el taquillero de la plaza? Probablemente, porque no hay respuesta a estas preguntas, la renta ciudadana no figura en la propuesta socialista en donde s¨ª figura un m¨ªnimo exento, es decir, una cantidad m¨ªnima no sujeta a tributaci¨®n. Pero como no es lo mismo no pagar impuestos que pasar por caja, me parece poco probable que Atkinson estuviese de acuerdo con este trueque. Para decirlo de otra manera, el 'paquete' de Atkinson queda tan desnaturalizado en su traducci¨®n al castellano, que ni su propio padre lo reconocer¨ªa.
A lo mejor, aunque no lo han dicho, quieren que este m¨ªnimo exento sea tanto umbral para pagar el impuesto como umbral para cobrar una especie de salario de subsistencia que ser¨ªa tanto m¨¢s alto cuanto m¨¢s se alejasen las rentas del beneficiario del m¨ªnimo vital. Lo malo es que no ha habido ning¨²n pa¨ªs que se haya atrevido a poner en marcha este impuesto negativo sobre la renta, probablemente porque no se ha sentido lo suficientemente rico como para pagarlo ni tan administrativamente dotado como para aplicarlo.
Pero la cosa no acaba aqu¨ª. Hemos coincidido todos, hasta ahora, en que era sabio alentar a los ciudadanos a hacer determinadas cosas consideradas convenientes desde el punto de vista de la pol¨ªtica nacional, como comprar una vivienda o contratar un fondo de pensiones para complementar las p¨²blicas. Para eso hemos arbitrado deducciones o incentivos fiscales que hagan m¨¢s atractivas estas decisiones. La propuesta socialista propone cargarse estas deducciones, con lo que no merecer¨ªa mejor consideraci¨®n quien se gasta su dinero en el casino que quien se esfuerza en, como dir¨ªan nuestras madres, guardar para el ma?ana. Cigarras u hormigas, todos caf¨¦.
En definitiva, la orquesta de Atkinson, sin cuerda ni viento, se queda en la propuesta de Sevilla, por bueno que sea como director que lo es, en pura percusi¨®n. Vamos, en ruido.
Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo es vicepresidente de la Comisi¨®n de Asuntos Econ¨®micos y Monetarios del Parlamento Europeo.
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