El colapso convierte los aeropuertos de las islas en campamentos de turistas
Hasta siete horas debieron esperar los pasajeros, que pernoctaron sobre colchonetas y toallas
Miles de pasajeros pernoctaron sobre colchonetas y toallas en el suelo de las terminales a la espera de su vuelo de regreso o, en su caso, de un taxi hasta la playa. En Menorca se tardaba hasta cinco horas en poder acceder a un coche libre. La huelga est¨¢ convocada hasta la medianoche de hoy, domingo.
Ante la paralizaci¨®n de los m¨¢s de mil autobuses y furgonetas inmovilizados por la protesta laboral, los viajes entre los hoteles y los aeropuertos se deb¨ªan realizar, alternativa y lentamente, en grupos de s¨®lo cuatro personas, usando los m¨¢s de 1.500 taxis y coches particulares dispuestos para paliar 'la huelga salvaje', seg¨²n definici¨®n de Juan Buf¨ª, l¨ªder empresarial de Ibiza. Las colas a pie de calle para coger turno en los autom¨®viles de transporte de emergencia congregaron de nuevo a miles de ciudadanos llegados para pasar sus vacaciones estivales.
'?sta es una situaci¨®n ca¨®tica. Hace cuatro horas que vine del hotel y mi vuelo saldr¨¢ dentro de dos horas, si todo va bien. Esto es incre¨ªble'. El turista brit¨¢nico, rodeado por seis maletas y bultos, pasa el tiempo desplegando un juego solitario de cartas, moreno y con cara de hast¨ªo. A su lado, su hijo duerme sobre una bolsa de viaje y la madre hojea un diario sensacionalista.
Las aglomeraciones humanas, el atasco de pasaje, se deb¨ªan al horario adelantado con que las agencias trasladaban a sus clientes al aeropuerto. 'A veces venimos con tres horas de anticipaci¨®n sobre lo que es habitual, es decir, cinco horas antes, para evitar perder el avi¨®n. Es tan complicado tener un taxi que no vale arriesgarse', explic¨® Concha, una gu¨ªa de un operador.
'Nosotros vinimos de Magalluf de madrugada y saldremos a primera hora de la tarde', detall¨®, blandiendo sus relojes como prenda de la ofensa, un matrimonio de ancianos alemanes que estaban sentados sobre un par de colchonetas de playa y com¨ªan el pic-nic de supervivencia preparado por su hotel. Escenas familiares parecidas, im¨¢genes del agobio y el cansancio de la rutina se suced¨ªan a centenares, en coros silenciosos desperdigados por los suelos de las grandes naves del aeropuerto de Son Sant Joan de Palma, que por metros ofrec¨ªa el aspecto propio de las masificadas viejas estaciones ferroviarias de los superpoblados pa¨ªses asi¨¢ticos. Una disputa tranquila estaba en conquistar las sillas y sof¨¢s, repletos de pasajeros aburridos por la espera.
En Ibiza, las tres tiendas militares de campa?a instaladas en el exterior para que los viajeros se guareciesen de los efectos del calor y el sol ofrec¨ªan un aspecto de paisaje de emergencia, de zona en conflicto. En Menorca, la escasez de taxis para trasladar a turistas complic¨® la espera en hileras que en algunos casos se prolongaron durante seis horas. En los aeropuertos de las islas menores llegaron a estar congregadas 3.000 personas en las terminales y estaba anunciado el paso de m¨¢s de 20.000 pasajeros en cada uno de ellos. En el aeropuerto menorqu¨ªn, de manera excepcional, oper¨® de noche para poner en hora los vuelos internacionales retrasados. A media tarde, las torres de control ralentizaron a cinco por hora, frente a los 27 posibles en Palma, los movimientos para soslayar el colapso de las terminales.
La saturaci¨®n rebaj¨® los vuelos y la cifra de 134.000 personas que ten¨ªan previsto pasar ayer por el aeropuerto de Palma. Ning¨²n autocar discrecional apareci¨® para su traslado y los piquetes de conductores en huelga intentaron en varias ocasiones bloquear la circulaci¨®n de los autom¨®viles privados que usaron gu¨ªas de las agencias y empresarios ante la falta de taxis. En Ibiza se frustraron los intentos de entrar con autobuses y furgonetas que no secundaban el paro.
'La pr¨®xima palabra ser¨¢n los grilletes, por falta de respeto a la autoridad', clam¨® un polic¨ªa a uno de los conductores de Mallorca. 'D¨¦jalo, que es un compa?ero y t¨² eres un mandado', replic¨® un dirigente sindical. En una zona, lejos de la mirada de los sindicalistas, hasta cuatro utilitarios de empleados del aeropuerto trasladaron cupos de turistas a sus hoteles. Los taxistas, apenas sin dormir, segu¨ªan efectuando viajes de ida y vuelta, acumulando grandes ganancias, llegando a facturar hasta 100.000 pesetas en una jornada de viajes continuos. La monopolizaci¨®n de taxis para estos viajes tur¨ªsticos ha desatendido la clientela urbana y tur¨ªstica habitual.
El operativo para paliar la masificaci¨®n en las terminales motiv¨® la instalaci¨®n de varias ¨¢reas de guarder¨ªa improvisadas para ni?os turistas, la movilizaci¨®n sin horario de centenares de auxiliares y ayudantes de agencias de viajes y operadores encargados de dirigir entre la multitud el embarque de los grupos, en su mayor parte procedentes del Reino Unido y de Alemania. Los equipos de la Cruz Roja atendieron a los ciudadanos sedientos y asistieron a la decena de afectados por lipotimias y desmayos provocados por el calor y el agotamiento.
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