Espa?oles 'go home'
Toda consigna es la representaci¨®n de un fracaso: el de una ideolog¨ªa o el de un intento de comprender la realidad. La que reza 'Yankees go home', nacida en la guerra fr¨ªa, tiene un profundo arraigo en extensos sectores sociales de Am¨¦rica Latina, que se sienten perjudicados por las inversiones norteamericanas en sus territorios. A quienes durante d¨¦cadas la repitieron a voz en cuello y la pintaron una y otra vez en los muros de las ciudades, muchas veces con riesgo de sus vidas, deb¨ªa de parecerles ant¨ªdoto suficiente para sus males la retirada de capitales de los Estados Unidos. No importaba lo que viniera despu¨¦s, fuese la sustituci¨®n de unos capitales por otros, fuese sencillamente la par¨¢lisis.
Nadie ten¨ªa, ni tiene, en cuenta el hecho de que esa insistencia en la eliminaci¨®n de un supuesto enemigo principal extranjero prolongaba, y prolonga, la vida y la impunidad de unas castas pol¨ªticas en general corruptas, violentas, atrasadas y venales, obst¨¢culo para cualquier tentativa de independencia econ¨®mica real. Esa f¨®rmula echa las culpas a un otro distinto, extra o supranacional, de las patolog¨ªas de los poderes locales en los pa¨ªses receptores de capital. Naturalmente, esos poderes alentaron siempre la difusi¨®n de unas consignas que disculpaban sus propias miserias y hac¨ªan pasar a un segundo plano sus espeluznantes pol¨ªticas.
Lo que est¨¢ sucediendo en Argentina era de esperar desde el momento en que, en algunos pa¨ªses receptores de capital, las inversiones de Estados Unidos empezaron a ser desplazadas por las europeas, principalmente espa?olas. Espa?olas, al menos, en t¨¦rminos formales, fuese cual fuere la composici¨®n nacional real de su accionariado, en ¨²ltima instancia indiscernible, dado que un accionista lleva a otro y a otro, en un ovillo sin fin. Estaba claro que la consigna perversa iba a cobrar una forma nueva. Y el momento tan temido ha llegado hace unos d¨ªas, con la publicaci¨®n en la prensa de la fotograf¨ªa de un grupo de trabajadores de Aerol¨ªneas Argentinas, tutelada por la SEPI, con una pancarta en la que se lee: 'gallegos fuera'. La mitad, poco m¨¢s o menos, de los fotografiados deben de ser hijos o nietos de espa?oles, espec¨ªficamente gallegos los m¨¢s, pero ese dato no parece relevante a los protagonistas.
En la Argentina de hoy, la suma de los capitales europeos ha superado ya con creces a los norteamericanos, y en manos de empresas espa?olas est¨¢n una porci¨®n sustancial del petr¨®leo, del gas, de la electricidad, de las comunicaciones, del transporte y de la industria editorial, por mencionar s¨®lo algunos sectores clave para la viabilidad de Argentina como Estado. Ello convierte a Espa?a en enemigo preferente para un imaginario popular y populista cuyas peores excrecencias son enormemente rentables para quienes, en el poder, prefieren que la culpa de la perpetua e inexplicable crisis argentina pese sobre las espaldas de los espa?oles a que pese sobre las suyas.
Las empresas espa?olas compraron en Argentina empresas que fueron vendidas en los d¨ªas del menemismo, con la excusa de llenar las habitualmente exhaustas arcas del Estado argentino. Pero esas ventas acabaron por llenar los bolsillos de unos pocos miembros del entorno presidencial con unas sumas escalofriantes que, en un c¨¢lculo modesto, hubiesen bastado para sacar al pa¨ªs de su cr¨®nico endeudamiento.
Hay responsables de esta situaci¨®n en el conjunto de la clase pol¨ªtica espa?ola, porque la expansi¨®n espa?ola en Argentina no es cosa del Partido Popular solo, ni del PSOE solo, ni de ambos sumados ¨²nicamente (quien crea que las visitas de los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos a Am¨¦rica Latina forman parte de un proyecto de divulgaci¨®n folkl¨®rica, se equivocan). Y hay responsables europeos, porque Espa?a no decide sus inversiones con entera independencia, sino en el marco de una comunidad cuyos miembros, sin excepci¨®n, tienen intereses en aquella parte del mundo, directamente o a trav¨¦s de intermediarios, y no vacilan a la hora de escudar su imagen en la acci¨®n espa?ola m¨¢s visible. Pero tambi¨¦n, y sobre todo, hay responsables argentinos: un presidente inerte, un ex presidente corrupto, unos ministros que ya lo fueron en gobiernos anteriores y, en un plano m¨¢s amplio, una clase pol¨ªtica sin respuestas, en la que nadie representa una esperanza y que, por lo tanto, debe ser sustituida con urgencia.
Horacio V¨¢zquez-Rial es escritor argentino residente en Espa?a.
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