'Serra d'Or' y la catalanidad democr¨¢tica
Mi primer trabajo, y con ¨¦l mi primer sueldo, lo tuve en Serra d'Or, en 1964 y a mis 17 a?os de edad. Fue, en efecto, en la redacci¨®n de aquella revista donde me estren¨¦ como periodista, en concreto como adjunto de redacci¨®n en una publicaci¨®n que s¨®lo contaba con un ¨²nico redactor, Antoni de Rossell¨®, un par de correctores -Eduard Artells y ?lvar Valls-, diverso personal administrativo con Jordi ?beda al frente, y un monje de Montserrat -Maur Maria Boix- que desde el monasterio y en sus contadas visitas a la redacci¨®n ejerc¨ªa de director de la publicaci¨®n.
S¨®lo ya por esto me interesar¨ªa sobremanera la lectura del libro de la periodista y profesora de la UAB Carme Ferr¨¦ Intel.lectualitat i cultura resistents. Serra d'Or 1959-1977, ampliaci¨®n de la tesis con la que se doctor¨® en Ciencias de la Comunicaci¨®n. Se trata del primer estudio en profundidad sobre aquella revista creada desde la abad¨ªa de Montserrat en 1959 y que fue hasta el mismo fin de la dictadura franquista uno de los referentes imprescindibles del conjunto de la catalanidad democr¨¢tica. Tanto o m¨¢s que este estudio, no obstante, me ha apasionado la lectura de Cops d'ull al retrovisor, el libro p¨®stumo en el que se recogen las memorias de Maur Maria Boix, el monje benedictino que de 1962 a 1995 tuvo la responsabilidad de la direcci¨®n de Serra d'Or y a quien conoc¨ª en mi ¨¦poca de redactor de la publicaci¨®n.
No es el momento de evocar las dificultades propias de una redacci¨®n como la de Serra d'Or en aquellos tiempos, primero en dos o tres habitaciones alquiladas en un domicilio particular de la calle de Banys Nous, luego ya en su posterior sede de la la avenida de la Rep¨²blica Argentina. Guardo en mi memoria recuerdos entra?ables de personajes como Maur Maria Boix y los tambi¨¦n ya desaparecidos Eduard Artells y Antoni de Rossell¨®, as¨ª como de otros por fortuna vivos y en activo, desde Jordi ?beda hasta ?lvar Valls, de trayectorias profesionales y vitales tan dispares, sin olvidar, claro est¨¢, a Jordi Sarsanedas, que durante tantos a?os ejerci¨® la direcci¨®n efectiva y diaria de la publicaci¨®n. Y es que en aquel Serra d'Or, por encima de cualquier otra consideraci¨®n, lo m¨¢s importante fue siempre el m¨¢s absoluto respeto a la diversidad, la suma de esfuerzos y valores en la defensa irrenunciable de la catalanidad democr¨¢tica, en una expresi¨®n anticipada de lo que luego fueron las instancias pol¨ªticas unitarias del antifranquismo catal¨¢n, desde la Taula Rodona hasta la Assemblea de Catalunya, pasando por el Consell de Forces Pol¨ªtiques.
Repasar ahora lo que Serra d'Or fue y represent¨® como m¨ªnimo durante cerca de un par de d¨¦cadas -esto es, desde que, en 1959, sustituy¨® a su inmediata predecesora, Germin¨¤bit, como revista de la abad¨ªa de Montserrat, hasta la definitiva restauraci¨®n de la libertad en nuestro pa¨ªs, en 1977- constituye el meollo del trabajo ahora publicado por Carme Ferr¨¦, un volumen de m¨¢s de 400 p¨¢ginas en el que se desmenuza el inmenso trabajo realizado en aquella ¨¦poca desde Serra d'Or. S¨®lo el repaso a la lista de los colaboradores que tuvo la revista demuestra hasta qu¨¦ punto fue plural y representativa de la diversidad de tendencias y corrientes de opini¨®n de la Catalu?a de aquellos a?os, siempre con el ¨²nico denominador com¨²n del catalanismo democr¨¢tico y, por consiguiente, radicalmente antifranquista y resistente.
A m¨¢s de uno podr¨¢ sorprenderle ahora comprobar c¨®mo s¨®lo 20 a?os despu¨¦s del fin de la guerra civil, y por tanto en plena dictadura, desde la abad¨ªa de Montserrat se apost¨® con tanta decisi¨®n y energ¨ªa por una revista que abri¨® sus puertas a casi todo el mundo haciendo abstracci¨®n de ideolog¨ªas y militancias.
En una Catalu?a como la de entonces, sin instituciones propias, apenas sin medios de comunicaci¨®n ligados a la propia identidad nacional y sin tribunas desde donde la intelectualidad pudiera expresarse, Serra d'Or hizo de altavoz de quienes -de Alexandre Cirici Pellicer a Ernest Lluch, de Josep Maria Castellet a Joan Triad¨², de Joaquim Molas a Oriol Bohigas, de Joan Fuster a Max Cahner, de Maria Aur¨¨lia Capmany a Miquel Porter, de Ricard Salvat a Albert Manent ...- en un pa¨ªs libre y normalizado hubiesen debido ejercer magisterios mucho m¨¢s amplios. Pero la revista fue mucho m¨¢s all¨¢, ya que abri¨® tambi¨¦n sus p¨¢ginas a las nuevas generaciones, como prueban las colaboraciones iniciales de Montserrat Roig y Terenci Moix.
A pesar del indiscutible inter¨¦s documental e hist¨®rico de Intel.lectuals i cultura resistents, ha sido en Cops d'ull al retrovisor donde he hallado el p¨¢lpito humano m¨¢s genuino de lo que la publicaci¨®n fue. En sus muy originales memorias, en efecto, Maur Maria Boix nos ha legado retratos impagables de un tiempo y un pa¨ªs que han cambiado casi de forma radical, por fortuna. Las numerosas an¨¦cdotas que relata sobre las vicisitudes vividas con la censura franquista ilustran a la perfecci¨®n acerca de un r¨¦gimen dictatorial siniestro.
Recordar ahora, por ejemplo, las enormes dificultades que hubo tan s¨®lo para dedicar un n¨²mero de Serra d'Or al exiliado poeta Josep Carner, en 1965, le ir¨ªa muy bien a la ministra Pilar del Castillo en su revisi¨®n de la historia. Comprobar la cerraz¨®n de la censura franquista, en ocasiones de una susceptibilidad hilarante, es ahora casi un ejercicio de psicoan¨¢lisis.
M¨¢s all¨¢ de estas an¨¦cdotas, de la lectura de las memorias de Maur Maria Boix y del estudio de Carme Ferr¨¦ se desprende con claridad la conclusi¨®n de que Serra d'Or llen¨® un hueco b¨¢sico en la cultura catalana bajo la dictadura franquista.
La ausencia actual de una publicaci¨®n de estas caracter¨ªsticas, naturalmente adecuada al momento presente, como se?alaba hace pocos d¨ªas Oriol Bohigas, empobrece y desmerece la calidad de la cultura catalana contempor¨¢nea.
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