Paramount o 'Parabaix'
El autor cuestiona la idoneidad de un parque como el de Terra M¨ªtica y el coste de la entrada de la multinacional
Entre vaivenes nos encontramos ya pr¨®ximos al primer aniversario del parque tem¨¢tico Terra M¨ªtica. Ese cumplea?os se presenta como la fecha id¨®nea para realizar un balance de la gesti¨®n hasta ahora desarrollada, e incluso posiblemente marque una inflexi¨®n en el recuento de resultados. Se deber¨¢n contemplar los logros, pero tambi¨¦n las frustraciones, sin recurrir a cataplasmas que de poco sirven ante las cifras siempre fr¨ªas de un balance.
Me consta, y no de forma gratuita en el ¨¢mbito personal, la impopularidad de reflexionar o de opinar sobre Terra M¨ªtica, tema transformado en aut¨¦ntico baluarte de un proyecto inefable que no deber¨ªa haber ocupado m¨¢s tiempo en cualquier medio de comunicaci¨®n que la apertura de cualquier otro gran centro de ocio o comercial. Pero inadvertidamente, o s¨ª, Terra M¨ªtica se ha convertido en una cuesti¨®n que no deja de sangrar noticias, que alimentan la controversia sobre su raz¨®n de ser. Y no s¨®lo por la maldad de la ignorancia de quienes cuestionan su oportunidad, localizaci¨®n, dimensi¨®n, viabilidad, contrataciones, empresas colaboradores y un largo rosario de cuestiones insuficientemente comprendidas hasta el momento. Incluso lleva a la prensa titulares vinculados a aspectos en puridad ajenos al objetivo del parque y de la actuaci¨®n de cualquier entidad mercantil. Y si no, c¨®mo entender la noticia relativa al expediente informativo instruido por las autoridades europeas, pese a que suicidamente se pueda valorar favorablemente que la autoridad competente en el escenario europeo de defensa de la competencia instruya diligencias para desvelar si este conjuro tem¨¢tico se ha beneficiado de ayudas p¨²blicas. Est¨¦ quien est¨¦ detr¨¢s de la denuncia. En suma, Terra M¨ªtica genera un manantial de noticias que razonablemente no le deber¨ªan corresponder a tan singular infraestructura l¨²dica.
?Qu¨¦ empresa entrega el control de la gesti¨®n al socio minoritario?
A riesgo de importunar, y a pesar de la falta de sentido de lo valenciano que parece acompa?ar a quien quiera que ose simplemente opinar sobre Terra M¨ªtica, no puedo extraerme a la necesidad de clarificar que m¨¢s all¨¢ de lo que pueda haberse interpretado a partir de ciertas informaciones difundidas en diversos medios, a la Comunidad Valenciana no le sobra ning¨²n parque tem¨¢tico. Bien al contrario, esta Comunidad, tur¨ªstica por antonomasia, adolece hist¨®ricamente de aut¨¦nticos elementos de diversificaci¨®n de su modelo tur¨ªstico; y ah¨ª los parques tem¨¢ticos, o simplemente los menos sofisticados parques de atracciones modernos, pueden proporcionar elementos de complementariedad a la demanda de ocio de nuestros visitantes. Adem¨¢s, cumplir¨ªan con una demanda social insatisfecha, pues los excelentes resultados que han proporcionado los parques de atracciones de Madrid, Barcelona o incluso de ciudades m¨¢s reducidas como Zaragoza, avalan la oportunidad de la decisi¨®n, porque la poblaci¨®n de diferentes ciudades de tama?o mediano-grande de la Comunidad Valenciana garantizan los resultados; pero si adem¨¢s se adicionan los potenciales turistas de las zonas donde se ubiquen estos parques se asegura el ¨¦xito de la iniciativa.
Los parques que aqu¨ª se postulan tienen que ajustarse a las posibilidades reales de los espacios desde la vertiente de su demanda tur¨ªstica, y de la dimensi¨®n demogr¨¢fica de las ¨¢reas de influencia donde radiquen, ya que esta ¨²ltima ha de sustentar los costes de explotaci¨®n, siendo la demanda originada por la poblaci¨®n flotante la que sume los beneficios a que todo proyecto aspira cuando nace. Es decir, los parques que precisa la Comunidad Valenciana tienen que estar dirigidos a unos clientes cuya motivaci¨®n tur¨ªstica pivota fundamentalmente en la oferta de playas valencianas, por lo que el parque que asegure la inversi¨®n efectuada a de ser aqu¨¦l cuya entrada sea eminentemente barata, y que ocupe tan s¨®lo una parte de la jornada tur¨ªstica de cualquier visitante, pues nuestros turistas vienen por la oferta de sol y playa, no por los parques. Se quiera entender o no. Y cambiar los gustos y las preferencias no siempre est¨¢ al alcance de las campa?as de marketing. Simplemente echando una mirada a los actuales parques de ocio de ¨¦xito en Benidorm o de algunas otras localidades tur¨ªsticas, se encuentran argumentos y respuestas contrastadas respecto al tama?o y nivel de las inversiones viables desde la perspectiva del turismo de masas, y del inter¨¦s mostrado por parte de los residentes y visitantes de esas iniciativas l¨²dicas de los entornos m¨¢s o menos pr¨®ximos.
Por otra parte, el parque no puede ser el protagonista de la estancia de un visitante, bien al contrario debe ocupar un segundo plano como coadyuvante al disfrute de todas las posibilidades tur¨ªsticas que atesora la zona de acogida de esa infraestructura tem¨¢tica o simplemente de ocio. Debe desmitificarse el car¨¢cter tem¨¢tico de los parques de ocio, sabido que ese aspecto ¨²nicamente constituye una f¨®rmula sofisticada de los parques de anta?o, que trata de hacer girar alrededor de una idea o propuesta reconocible el itinerario que unifica los recorridos en el recinto. Mas en este aspecto son unos pocos los que disfrutan del know-how y entrar en su terreno no hace si no someter a su tutela y control el futuro de la inversi¨®n.
Dicho lo cual, qu¨¦ duda cabe que Valencia o Alicante, por ejemplo, cuentan con suficiente censo para sustentar unas instalaciones que aseguren el divertimento que a?oran generaciones que hasta ahora se han tenido que conformar con las convocatorias regulares de las ferias tradicionales. Dos ciudades que ser¨ªan capaces de hacer viables parques de dimensiones adecuadas a su tama?o y a sus visitantes promedio. Sin duda Benidorm, Castell¨®n de la Plana o Torrevieja podr¨ªan aspirar en condiciones a esas infraestructuras, pero si el parque es de la dimensi¨®n de Terra M¨ªtica se choca con todos los t¨®picos que dificultan su viabilidad, agudizando su dependencia ante la tecnolog¨ªa y renovaciones que sistem¨¢ticamente va a precisar. M¨¢xime cuando hasta expertos de la dimensi¨®n de Disney saben de la complejidad de rentabilizar en Europa un parque tem¨¢tico, a pesar de haber elegido los creadores del Pato Donald una de las ciudades m¨¢s visitadas del mundo. El refranero nos aconsejar¨ªa: 'Cuando veas las barbas de tu vecino afeitar...'.
Por encima de cualquier ofuscaci¨®n, Benidorm goza de la poblaci¨®n necesaria para un destacable parque de atracciones o tem¨¢tico de dimensi¨®n intermedia, pero no acaba de disfrutar del p¨²blico requerido para un parque del tama?o de Terra M¨ªtica, y el impacto de dicho parque en el conjunto de la Comunidad Valenciana es francamente dif¨ªcil de lograr, por lo que tampoco es factible en la situaci¨®n actual resolver su objetivo de referencia regional y mucho menos nacional. En cuanto a la incursi¨®n europea mejor dejarlo para m¨¢s adelante. Ante esta realidad el planteamiento no puede continuar siendo la huida hacia delante, y el socio tecnol¨®gico que tantas veces hemos reclamado es hoy simplemente un parche Sor Virginia en una herida no diagnosticada, que podr¨¢ aliviar el malestar, pero que no resolver¨¢ la herida por ?desconocimiento? o imprevisi¨®n ante la etiolog¨ªa de la enfermedad.
En ese sentido, la apuesta de Paramount para dirigir el parque podr¨¢ mejorar numerosos aspectos de la gesti¨®n, aprovechando a su vez el bagaje y el asesoramiento del primer comandante que abandon¨® la nave al poco de la inauguraci¨®n y que ahora retorna, justo en el momento en que se celebra el primer aniversario de aquella efem¨¦ride y cuando afloran presagios de gota fr¨ªa comercial de dif¨ªcil asimilaci¨®n de no dar un golpe de tim¨®n. Sabido que el inter¨¦s de la multinacional norteamericana no proviene de si en la pasada Semana Santa se obtuvieron unos excelentes resultados en Terra M¨ªtica. Al socio que se pretende le interesa lo que sucedi¨® los d¨ªas posteriores a esas razonables cifras, y cu¨¢l ha sido la ocupaci¨®n hoy, o por qu¨¦ se cerr¨® finalmente durante ciertos per¨ªodos, cuando en un principio se apost¨® por unas instalaciones no estacionales; a qu¨¦ responde la deflactaci¨®n en las cifras de visitantes esperados. Esa es la conversaci¨®n que trata de sostener el socio tecnol¨®gico antes de tomar las riendas del negocio. Riendas que, por cierto, si las asume Paramount lo har¨¢ cobrando un canon relativamente elevado para un negocio de ¨¦xito. Adem¨¢s de hacerlo con una participaci¨®n accionarial notablemente reducida que, sin embargo, no le impedir¨¢ ejercer el control del parque. ?Qu¨¦ empresa entrega el control de la gesti¨®n al socio minoritario?
Mientras tanto, no se debe descartar la apuesta por parquecitos para las ciudades y ¨¢reas valencianas m¨¢s pobladas o m¨¢s influyentes en espacios de acogida tur¨ªstica, pero sin necesidad de tener que darle la bienvenida a Mr. Marshall, conform¨¢ndonos con inversiones menos ambiciosas, pero f¨¢ciles de amortizar y capaces de satisfacer a nuestros conciudadanos. Y si al mismo tiempo es factible contentar a los turistas que nos visitan, pues miel sobre hojuelas. Con eso habremos diversificado el modelo tur¨ªstico mucho m¨¢s de lo que hemos sido capaces con un solo parque.
Vicente M. Monfort es profesor asociado en la Universidad Jaume I de Castell¨®n. vmonfort@emp.uji.es
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