Ciudad difusa, territorio confuso
Como expresa la iniciativa popular de defensa de L'Horta, la expansi¨®n urban¨ªstica del ¨¢rea metropolitana de Valencia se ha producido, en general, sobre las tierras de regad¨ªo y ello de manera pr¨¢cticamente irremediable, al encontrarse las ciudades enclavadas en los propios suelos de huerta.
Este proceso de expansi¨®n urbana, desarrollado con mayor aceleraci¨®n desde los a?os sesenta, ha conformado un territorio espacial y administrativamente fragmentado, generado por agregaci¨®n de los crecimientos municipales, manteniendo espacios libres intersticiales y vac¨ªos urbanos constituidos por suelos de huerta, que acaban por definir un modelo de desarrollo reticular, que conforma una nueva ciudad real difusa, de citt¨¢ sconfinata como acertadamente la denominan los italianos (ciudad sin confines), generada sin modelo territorial previo, de manera espont¨¢nea y tendencial, apoyada en las redes viarias y de comunicaciones y, en consecuencia, dependiente, en su mayor parte, del modelo de transporte privado (territorios del autom¨®vil).
Esta nueva ciudad real, resultado de la disoluci¨®n en el suelo de huerta de los desarrollos urbanos de los diferentes municipios del ¨¢rea metropolitana, presenta (todav¨ªa) positivas ventajas sociales y espaciales muy estimables, pero que corren el riesgo de su incontrolado colapso por compactaci¨®n, es decir, por fagocitaci¨®n indiscriminada de la totalidad de sus espacios agrarios, verdes y libres, si no se adoptan medidas urgentes, eficaces y solventes que reconduzcan el escenario tendencial, aparentemente imparable.
Pero, para ello, resulta necesario cambiar la escala del an¨¢lisis. En estos casos, los modelos tradicionales del urbanismo municipal son inservibles. S¨®lo desde la escala grande que permita contemplar la nueva ciudad real, desde el ¨¢mbito macro, podr¨ªa entenderse y, aprehenderse el nuevo proceso de urbanizaci¨®n generado por las din¨¢micas urbanas actuales, el nuevo territorio fragmentado en el cual los suelos de huerta intersticial se constituyen en espacios libres metropolitanos, en espec¨ªficos parques intermunicipales de titularidad p¨²blica o privada, cuya ordenaci¨®n, mantenimiento y conservaci¨®n debe ser una responsabilidad colectiva y solidaria del total de los municipios que lo conforman.
Obviamente, esta nueva ciudad real, la ciudad difusa, necesita, en primer lugar, ser delimitada seg¨²n criterios de funcionalidad urbana y, simult¨¢neamente, disponer de un ente u ¨®rgano interadministrativo que la planifique y coordine. La ineficacia territorial y la insostenibilidad espacial y social que el modelo tendencial comporta, hace inexcusable la adopci¨®n urgente de alg¨²n tipo de medidas como las se?aladas.
Ciertamente su adopci¨®n no ser¨¢ f¨¢cil. La delimitaci¨®n de los confines f¨ªsicos de la nueva ciudad resultar¨¢ indudablemente compleja y a¨²n m¨¢s lo ser¨¢ la creaci¨®n de la instituci¨®n que ordene, administre y dirija el proceso. Parece razonable que estas decisiones surjan de la aplicaci¨®n de criterios de representatividad pol¨ªtica, federalizaci¨®n consorcial y subsidiariedad aplicativa, desde expl¨ªcitas bases de respeto de las identidades locales preexistentes. Pero s¨®lo desde la conformaci¨®n de un proyecto colectivo de pol¨ªtica socio-urban¨ªstica y territorial en la escala grande y estructural, voluntariamente asumido y democr¨¢ticamente administrado, podr¨¢ garantizarse, con razonable solvencia, la preservaci¨®n de los espacios de huerta que deban conservarse y la ordenaci¨®n de un desarrollo urbano equilibrado y sostenible para el futuro de un territorio, hoy en franco estado de confusi¨®n.
Gerardo Roger Fern¨¢ndez es arquitecto y prrofesor asociado de Urbanismo de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
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