Los argelinos, contra la 'hogra'
Hoy hace 39 a?os que Argelia logr¨® su independencia, y durante esas casi cuatro d¨¦cadas el clientelismo, el predominio de una cultura pol¨ªtica que cree en los beneficios de la violencia para eliminar al oponente y la corrupci¨®n han ido extendi¨¦ndose como una enfermedad end¨¦mica por todo el sistema, hasta llegar al d¨ªa de hoy, en que todo ello es definido por los argelinos como la hogra (t¨¦rmino que evoca a la vez el desprecio, el abuso de poder y la injusticia). La lucha contra la hogra se ha convertido en el leit motiv de todos los j¨®venes manifestantes que, ante la resistencia del r¨¦gimen a transformarse y la pasividad internacional por la siniestra situaci¨®n que viven, han decidido de manera desesperada tomar las riendas de su incierto destino. Y ese destino lo sienten tan dolorosamente desesperanzado que una de las consignas que m¨¢s ha circulado en respuesta a la brutal represi¨®n con que las autoridades han respondido a las manifestaciones ha sido 'no pod¨¦is matarnos porque ya estamos muertos'.
Por ello, esta intifada argelina no se puede entender limitada a una reivindicaci¨®n regionalista ber¨¦ber o como un s¨ªndrome de minor¨ªa ¨¦tnica, sino que es un movimiento de protesta en el que la reivindicaci¨®n identitaria no es m¨¢s importante que la contestaci¨®n pol¨ªtica contra los que controlan el Estado y sus fuerzas de seguridad. La expresi¨®n de los manifestantes es contra la hogra que inunda todo el pa¨ªs, y sus pancartas lo han transmitido claramente: 'poder asesino', 'generales delincuentes', 'gobierno terrorista'. Adem¨¢s, desde abril, las manifestaciones se han extendido a otras regiones del pa¨ªs no ber¨¦beres (Khenchela, Skikda, Annaba, Oum el-Bouaghi...). No se puede dudar que existe tambi¨¦n una leg¨ªtima y activa reivindicaci¨®n ling¨¹¨ªstica y cultural tamazig, que el mito nacionalista del poder en torno a una Argelia dominada por la unidad ¨¢rabe ha despreciado y aplastado hist¨®ricamente. Pero ello forma parte de una reivindicaci¨®n global y nacional de libertad y justicia, y de un Estado de derecho que tambi¨¦n reconozca y libere la diversidad cultural y ling¨¹¨ªstica de los argelinos. Por esto, la intifada actual expresa una unidad sociol¨®gica profunda de todos los j¨®venes argelinos en contra del r¨¦gimen.
Otra cuesti¨®n es la miop¨ªa de muchos desde fuera de Argelia (a quienes les es m¨¢s f¨¢cil entender y simpatizar con minor¨ªas ¨¦tnicas y analizan la situaci¨®n desde la perspectiva que mejor se acomoda a su inteligencia) y los intereses espurios del Gobierno argelino en presentar esta situaci¨®n como una manifestaci¨®n excepcional y amenazante de la unidad nacional.
En el imaginario europeo se ha tendido en general a identificar a los ber¨¦beres argelinos, particularmente la Kabilia, como 'el dep¨®sito espiritual' de los valores modernos y el laicismo frente al arabismo e islamismo. Es un absoluto desconocimiento de la realidad. Que existe una identidad tamazig es indudable, pero que exista un enfrentamiento entre bereber¨®fonos y arab¨®fonos no lo es (el riesgo es que haya quienes est¨¦n interesados en alimentar el extremismo y desembocar en una situaci¨®n en la que las reivindicaciones democr¨¢ticas que caracterizan la revuelta pasen a segundo plano a favor del miedo a la secesi¨®n nacional). La condici¨®n musulmana de los kabiles es tambi¨¦n indudable; los maquis islamistas en Kabilia son de los m¨¢s activos en el pa¨ªs y el FIS obtuvo un n¨²mero de votantes apreciable en las elecciones de 1991 y entre sus responsables se cuentan igualmente kabiles; a lo que se une que el Frente de Fuerzas Socialistas, partido socialdem¨®crata de gran implantaci¨®n kabil, tiene una clara vocaci¨®n de implantaci¨®n nacional y no nacionalista.
Por ello, no se puede m¨¢s que comprender la indignaci¨®n de muchos argelinos cuando el Parlamento Europeo en mayo pasado adopt¨® una resoluci¨®n en que acertadamente denunciaba la violencia contra los manifestantes, pero hablaba de los derechos del 'pueblo ber¨¦ber'. ?Es que los dem¨¢s argelinos no est¨¢n igualmente oprimidos? ?Es que se quiere dar a entender que hay una Argelia de ber¨¦beres oprimidos y de no ber¨¦beres opresores? Tambi¨¦n podr¨ªamos preguntarnos, adem¨¢s, por qu¨¦ la instituci¨®n europea ha estado tan pasiva durante estos ¨²ltimos diez a?os de atroz violencia y terror y se pronuncia cuando parece que ha tenido el espejismo de que se trataba de una minor¨ªa ¨¦tnica amenazada y 'protegida' del islamismo. El contraste es notable si se recuerdan los resultados de la delegaci¨®n del Parlamento Europeo que, con ocasi¨®n de las matanzas de civiles perpetradas poco antes, visit¨® Argel entre el 8 y 12 de febrero de 1998. Dicha delegaci¨®n, presidida por el franc¨¦s Andr¨¦ Soulier y compuesta por una mayor¨ªa de franceses y en general por diputados europeos contrarios a una investigaci¨®n internacional, si bien es cierto que estuvo sometida a toda una serie de trabas a su libertad de movimientos y que no pudo afrontar verdaderamente la cuesti¨®n de las masacres por imposici¨®n del Gobierno argelino, concluy¨® de manera inaudita que el r¨¦gimen 'no est¨¢ implicado en las masacres, pero tiene un ej¨¦rcito mal entrenado y mal equipado para luchar contra las formas mutantes de terrorismo'.
Por su parte, el Gobierno argelino y el presidente de la Rep¨²blica han tratado de circunscribir esta manifestaci¨®n de odio al r¨¦gimen a un particularismo de la Kabilia jugando con el miedo a que represente un peligro para 'la unidad de la naci¨®n' y deriv¨¢ndola impl¨ªcitamente hacia una oposici¨®n entre 'kabiles y ¨¢rabes'. Todo ello acompa?ado del sempiterno discurso de la 'conspiraci¨®n extranjera' para desestabilizar al pa¨ªs. Esto no hace sino falsear el estado de ¨¢nimo de toda la juventud argelina (la m¨¢s castigada por la miseria y la brutal represi¨®n del Estado desde 1992), que se ha expresado en id¨¦nticos t¨¦rminos tanto en Khenchela como en la Kabilia.
Pero en Argelia todo es complejo y opaco y son muchos los centros de poder (adem¨¢s del Gobierno y el presidente, m¨¢s formales que reales), y por tanto, este levantamiento social hay tambi¨¦n que analizarlo en el marco de la evoluci¨®n pol¨ªtica que el r¨¦gimen ha experimentado en el ¨²ltimo a?o. Toda una serie de hechos han desestabilizado a los generales como nunca antes. La publicaci¨®n de dos libros-testimonio que sacan a la luz los engranajes de la 'guerra sucia' que podr¨ªan haber caracterizado al conflicto argelino de los diez ¨²ltimos a?os, vinculando al Ej¨¦rcito con las masacres de civiles y la brutal violencia, hasta entonces imputada en exclusiva a los islamistas (uno de ellos, ?Qui¨¦n mat¨® en Bentalha?, de Nesroullah Yous, acaba de ser publicado en espa?ol) ha sacado a la luz p¨²blica la cuesti¨®n de 'qui¨¦n mata a qui¨¦n' en Argelia y ha herido de muerte la representaci¨®n oficial del conflicto, hasta entonces aceptada casi universalmente, basada en la tesis de 'la barbarie islamista', permitiendo durante mucho tiempo situar a Argelia en una especie de caso ¨²nico en el mundo donde nada se investiga ni explica porque todo se tapa bajo la actuaci¨®n de los 'locos de Allah'.
Esta visi¨®n del conflicto argelino, que ha dado al r¨¦gimen una gran impunidad, ha entrado definitivamente en quiebra, y, por tanto, se han extendido entre los generales el nerviosismo (acentuado cuando el general Jaled Nezzar tuvo que salir en abril pasado a escondidas de Francia para evadir la citaci¨®n de un juez franc¨¦s en respuesta a una denuncia presentada por v¨ªctimas de la tortura) y la b¨²squeda desesperada de estrategias de recambio para sobrevivir y, sobre todo, seguir manteniendo sus inmensas fuentes de riqueza. Todo ello probablemente ha vuelto a incentivar los enfrentamientos de los diferentes clanes en el seno del poder a la b¨²squeda de salvar su respectivo cuello. Y en efecto, un ambiente de 's¨¢lvese quien pueda' en los c¨ªrculos pol¨ªticos y medi¨¢ticos adscritos hasta ahora al r¨¦gimen militar es detectable. Y el presidente Buteflika, cada vez m¨¢s aislado, declara que piensa llegar hasta el final de su mandato, lo que hace pensar que alguien le ha pedido que se marche. Es por ello que no han faltado quienes insin¨²an la hip¨®tesis (que adem¨¢s no ser¨ªa nueva, porque as¨ª ocurri¨® con las revueltas de octubre de 1988) de que quiz¨¢s hacer desembocar las manifestaciones en revuelta (la provocaci¨®n de la brutal represi¨®n a las mismas es tal vez clarificadora) forme parte de una estrategia de supervivencia por parte de alg¨²n sector del poder militar a fin de forzar la eliminaci¨®n del clan m¨¢s implicado en esa 'guerra sucia', situar en la estructura gubernamental nuevas caras alejadas del ¨¢mbito pol¨ªtico en estos diez ¨²ltimos a?os y permitir una cierta apertura pol¨ªtica, garantiz¨¢ndose as¨ª el statu quo para su supervivencia. Queda por ver la constataci¨®n de dicha hip¨®tesis (lo cual s¨®lo se sabr¨¢ si tiene ¨¦xito o no, dada la opacidad de las luchas en el seno del poder argelino), pero, en cualquier caso, lo que s¨ª se conoce con certeza es el desprecio total de la poblaci¨®n argelina hacia un r¨¦gimen que ha dejado una sociedad completamente destruida.
El elemento fundamental es poner fin a esas estrategias dilatorias y de maquillaje, siempre punitivas para la ciudadan¨ªa, y lograr la pacificaci¨®n del pa¨ªs marginando a los responsables del terror y la violencia para comenzar la reconstrucci¨®n de la sociedad y garantizar sus derechos y libertades. Y es en este punto en que la responsabilidad internacional es decisiva, porque son los apoyos externos del r¨¦gimen y sus complicidades en el ¨¢mbito del gran business con el mundo occidental, y sobre todo franc¨¦s, los que principalmente le han permitido hasta ahora sobrevivir. El movimiento social por las libertades y la justicia desencadenado en estos dos meses en Argelia no puede por s¨ª solo triunfar, y las declaraciones m¨¢s o menos bienintencionadas ausentes de acciones efectivas pueden servir para tranquilizar algunas conciencias o justificar c¨ªnicamente la pasividad que hasta ahora ha imperado, pero desde luego no sirven para detener la sangrienta experiencia que viven los argelinos.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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