Algo menos que un plan
Han tenido que transcurrir seis a?os para que el gobierno del PP presente el Plan de Salud, cuya vigencia est¨¢ prevista para el per¨ªodo 2001-2004. Seis a?os perdidos para la correcta organizaci¨®n y planificaci¨®n sanitaria. Pero siendo grave este retraso, lo inaceptable es que se nos presente un plan de salud que en gran medida no es tal plan de salud. La Ley General de Sanidad de 1986 obligaba a la elaboraci¨®n de Planes de Salud auton¨®micos y planes para cada una de las ¨¢reas de salud contemplando la participaci¨®n de los ayuntamientos en la realizaci¨®n de estos ¨²ltimos. De momento los planes de ¨¢rea no tienen fecha prevista de inicio y finalizaci¨®n.
En nuestra comunidad aut¨®noma entre los a?os 1992 y 1994 se realizan y publican entre otros los siguientes estudios y documentos: Encuesta de Salud de la Comunidad Valenciana; La Salud en la Comunidad Valenciana; Estrat¨¨gies de Salut de la Comunitat Valenciana: ¨¤rees priorit¨¤ries. Los dos primeros aportaban datos objetivos sobre la situaci¨®n de la salud de los valencianos, que permit¨ªan identificar los problemas y las necesidades prioritarias de actuaci¨®n sanitaria. El tercer documento establec¨ªa las pol¨ªticas p¨²blicas adecuadas para intervenir y modificar conductas no saludables, ten¨ªa en cuenta los aspectos medioambientales y se?alaba pautas para la reorientaci¨®n de la red sanitaria a fin de convertirla en el instrumento clave para mejorar la salud de los ciudadanos con criterios de equidad. Tras la llegada al gobierno de Zaplana y el PP todos estos trabajos van a parar a los armarios, sin haber evaluado ni su contenido ni su operatividad. Esta decisi¨®n pone de manifiesto la irresposabilidad del nuevo gobierno y su conocido talante rupturista, de hacer tabla rasa de lo realizado en el periodo democr¨¢tico anterior. No hay ning¨²n argumento que justifique desde la racionalidad y la honestidad pol¨ªtica una decisi¨®n que tuvo como consecuencia la interrupc¨ªon de la elaboraci¨®n y puesta en marcha de objetivos e intervenciones orientadas a la mejora de la salud colectiva e individual de los valencianos y valencianas. En este como en tantos otros ¨¢mbitos de las pol¨ªticas sociales, el gobierno presidido por Eduardo Zaplana va a la cola y s¨®lo su discurso triunfalista y autosatisfecho, eminentemente propagand¨ªstico y virtual, disimula esta realidad.
Sin embargo, la ineludible necesidad de homologarse a otros servicios de salud auton¨®micos, las cr¨ªticas de la oposici¨®n y la relativa cercan¨ªa de un nuevo proceso electoral desencadenan una actividad febril, hiperquin¨¦tica, en los responsables de la Consejer¨ªa de Sanidad para intentar subsanar, en la medida de lo posible, el elevado n¨²mero de incumplimientos acumulados en estos seis a?os. Se suceden proyectos como el Plan de Salud, el Plan de Salud Mental, la Cartera de Servicios de Atenci¨®n Primaria, el Plan de Humanizaci¨®n, etc., con el resultado de generar documentos y declaraciones de intenciones susceptibles de presentaci¨®n medi¨¢tica aunque carezcan de rigor o de viabilidad por falta de presupuesto. Todos estos proyectos presentados como novedosos, que sustituyen a los ya realizados por gobiernos socialistas y cuya implantaci¨®n y evaluaci¨®n se ha visto paralizada durante seis a?os tirando por la borda alegremente el esfuerzo social realizado, tienen como objetivo en ¨²ltimo t¨¦rmino borrar de la memoria colectiva de los valencianos y valencianas los logros de la historia m¨¢s reciente.
Frente al Plan de Salud 2001-2004 presentado a bombo y platillo, la verdad es que 16 comunidades aut¨®nomas hab¨ªan presentado su plan de salud con anterioridad. Seis de ellas ya han cumplimentado su segundo plan de salud e incluso un tercer plan como es el caso de Catalu?a.
El Plan de Salud se ha elaborado sin suficiente y adecuada participaci¨®n social, se ha eludido su presentaci¨®n y debate previos en el Consejo de Salud de la Comunidad Valenciana -m¨¢ximo ¨®rgano de participaci¨®n ciudadana- y no se ha presentado para su debate y aprobaci¨®n en las Cortes Valencianas. Nace por tanto sin consenso social y pol¨ªtico
El documento resumen para debate p¨²blico al que hemos tenido acceso presenta d¨¦ficits rese?ables. No se identifica a la comisi¨®n t¨¦cnica responsable de su elaboraci¨®n, ni a los distintas entidades participantes. Hay serias dudas sobre la competencia t¨¦cnica de la direcci¨®n del Plan. Carece de c¨¢lculo del coste econ¨®mico y de previsi¨®n presupuestaria. Aunque desde Murcia, curiosamente, Zaplana haya cifrado el presupuesto previsto en 6.000 millones de pesetas -por cierto, una cantidad m¨¢gica que repite de nuevo tras evaluar en otros 6.000 millones tanto el coste del nuevo proyecto de investigaci¨®n biom¨¦dica como del Plan de Salud Mental- lo cierto es que, por ahora, brillan por su ausencia las consignaciones presupuestarias correspondientes, es decir, o no existen o son insuficientes a todas luces.
Si pasamos a analizar el contenido del plan, salta a la vista que la valoraci¨®n previa de la situaci¨®n de la salud es claramente insuficiente. No se aportan datos referidos al punto de partida sobre muchos de los objetivos a alcanzar. Por lo tanto, su evaluaci¨®n no ser¨¢ posible. En segundo lugar, algunos objetivos cuantificados carecen de rigor en su formulaci¨®n porque no se explica en ning¨²n momento su fundamento. ?Por qu¨¦ se habla de un 30% y no un 20% en relaci¨®n a diversos par¨¢metros? Algunos objetivos previstos en el Plan ya se han alcanzado. Otros son de dudosa prioridad o se conseguir¨¢n porque ya se est¨¢ produciendo la tendencia sin intervenciones adicionales.
Objetivos que dependen claramente de iniciativas que deben tomarse desde otros sectores, como pueden ser la reducci¨®n del consumo de tabaco, de alcohol, los accidentes de tr¨¢fico o la reducci¨®n de mortalidad y lesiones por accidentes de trabajo, necesitan de manera imprescindible acordar presupuestos para las diferentes acciones con otros ¨¢mbitos de la Administraci¨®n. Los planes de gobierno, en cualquier pa¨ªs de nuestro entorno, deben marcar objetivos rigurosamente ejecutables y susceptibles de evaluaci¨®n veraz. Es mucha la experiencia acumulada en este sentido y este gobierno, aunque se haya incorporado tard¨ªamente a iniciativas de esta ¨ªndole, deber¨ªa saberlo. Los grandes objetivos olvidados en este proyecto son los relacionados con las desigualdades de salud por razones socioecon¨®micas y las que afectan espec¨ªficamente a las mujeres. Si bien se desgrana todo un cat¨¢logo de problemas reales (enfermedades cardiovasculares, problemas oncol¨®gicos, drogodependencias, VIH, envejecimiento, etc.), se definen escasamente las intervenciones a realizar y los medios operativos a emplear. No se cuantifica su coste. No se explicitan los criterios de evaluaci¨®n. Y no se establece la financiaci¨®n adecuada. Las aportaciones de muchos profesionales no siempre se han visto debidamente reflejadas en este documento. En una primera aproximaci¨®n, como tantas otras veces, estamos m¨¢s que ante un plan seriamente trabajado ante una operaci¨®n cosm¨¦tica, ante una en¨¦sima declaraci¨®n de intenciones. Prestidigitaci¨®n de vendedores avezados que el tiempo, esperemos que breve, se encargar¨¢ de poner en su lugar.
Mar¨ªa Jos¨¦ Mendoza es diputada portavoz de Sanidad del Grupo Socialista-Progressista de las Cortes Valencianas.
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