El Pabell¨®n de la Noche y la selva de bolsillo
Los paseantes contemplar¨¢n una tormenta tropical y la vida nocturna de los lemures
Y las autoridades se adentraron en el Parque Biol¨®gico para mezclarse con las urracas chinas, los monos de noche, las focas, los tejones y las plantas trepadoras. El paseo, bajo un cielo encapotado que amenazaba lluvia y acompa?ado por un hilo musical machac¨®n, transcurri¨® a toda prisa. El presidente del Gobierno regional, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, y el alcalde, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, entre otros, llegaron a un t¨²nel donde un centenar de murci¨¦lagos, protegidos por un cristal, revoloteaban sobre las cabezas del personal. Ruiz-Gallard¨®n golpe¨® con los dedos el cristal para comprobar que era seguro: 'toc, toc'. 'Estos murci¨¦lagos los he sacado yo de todas las obras que estamos haciendo', brome¨® Luis Eduardo Cort¨¦s, consejero de Obras P¨²blicas.
Minutos despu¨¦s, la comitiva se adentr¨® en el pabell¨®n de La Noche. Y..... se hizo la noche, porque dentro del recinto no se ve¨ªa nada. 'Aqu¨ª tenemos al lince europeo', explicaba, entre tinieblas, Miguel ?ngel Trigo, consejero delegado del Parque Biol¨®gico. '?Es agresivo?', pregunt¨®, intrigado, el alcalde. No recibi¨® respuesta. Trigo continu¨®: 'Seguidme, que ahora vamos a ver unos lemures'. 'Unos ?queee¨¦?', grit¨® alguien de la comitiva en la oscuridad. 'Unos monos que los hemos tra¨ªdo de Madagascar', aclar¨® Trigo. Los lemures, junto a las ardillas voladoras, las lechuzas, las chinchillas y otros animales de la noche observaban asustados a sus visitantes.
Mientras, los encargados de la seguridad del parque intentaban poner orden entre los periodistas, las autoridades y los invitados que se agolpaban en el pabell¨®n. 'A ver, por favor, circulen, circulen, qu¨ªtense de en medio'. Pero nadie se quitaba porque nadie consegu¨ªa ver m¨¢s all¨¢ de un palmo de sus narices.
'La vida despierta cuando el sol se pone. La tecnolog¨ªa a nuestro servicio para adentrarnos en las costumbres de la fauna nocturna', ilustraba la publicidad del parque. Alguien, ante tanta innovaci¨®n tecnol¨®gica, pidi¨® un mechero. Otro increp¨® al de atr¨¢s, que le hab¨ªa dado un pisot¨®n. 'Los t¨²neles del Metro est¨¢n mejor hechos que ¨¦stos, ji, ji', coment¨® el alcalde.
Cuando consiguieron salir, Ruiz-Gallard¨®n y compa?¨ªa bajaron en unos ascensores al pabell¨®n Misterios Bajo Tierra, donde vieron c¨®mo se reproduce el ambiente agobiante del interior de un volc¨¢n. All¨ª visitaron cuevas y t¨²neles interiores, contemplaron fumarolas y chimeneas de volcanes y entraron en contacto con el magma. Despu¨¦s, a toda prisa, se fueron a la jungla: un pabell¨®n de 2.850 metros cuadrados y 13 metros de altura que recrea una selva. Gracias a los efectos especiales, se desat¨® una tormenta tropical y el ambiente se humedeci¨® hasta poner de punta los peinados m¨¢s elaborados de algunas de las visitantes. Unas caba?as de los indios lucayan, entre tucanes, cocodrilos y troncos tropicales, invitaban a los paseantes a refugiarse. Y all¨ª se metieron todos. Pero dentro no esperaba ning¨²n aborigen ligero de ropa, sino unas simp¨¢ticas se?oritas que ofrec¨ªan camisetas, gorras y peluches sobre el Parque Biol¨®gico. Un poco m¨¢s all¨¢, en la tienda de regalos y recuerdos, se mezclaban los t¨ªpicos productos de un parque tem¨¢tico- llaveros, l¨¢pices, cuadernos, postales- con otros que poco o nada ten¨ªan que ver con el asunto, v¨¦ase biquinis de colores o compresas.
Lo que no se puede encontrar en la tienda son reproducciones de los personajes que m¨¢s llamaron ayer la atenci¨®n a los visitantes que tuvieron el privilegio de visitar el parque gratis: m¨¢s de 2.000 ejemplares de insectos, entre los que se encuentran algunos que han batido aut¨¦nticas marcas mundiales, cada uno en su especialidad. En el Parque Biol¨®gico est¨¢ el escarabajo m¨¢s fuerte (levanta hasta 850 veces su peso), la polilla m¨¢s grande y la hormiga m¨¢s venenosa (con tres picaduras es capaz de matar a una persona). Pasen y vean.
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