Lo bueno fue cuando lleg¨® Zaratustra
Todo iba mal -mediocridad, monoton¨ªa, aburrimiento- hasta que lleg¨® Zaratustra ante la general sorpresa. ?Zaratustra en los tendidos de sol de la plaza pamplonesa? Vivir para ver.
Hasta entonces por esos tendidos hab¨ªan pululado otros genios m¨¢s modernos, m¨¢s de ir por casa, lanzando al viento sus creaciones como ese Paquito el Chocolatero o esa Chica Ye-ye, con las que tanto disfrutan las pe?as. Sin olvidarse del Rey ('sigo siendo el rey', dice la canci¨®n) seg¨²n nos recordaba un amable aficionado mexicano, algo dolido el hombre con servidor porque en anteriores recuentos no mencionaba esta emblem¨¢tica pieza.
Lo que no cab¨ªa esperar, en efecto, era que, de pronto, una de las bandas que alegran la solanera, tirara de Richard Strauss y atacara los m¨¢s solemnes compases de su poema sinf¨®nico As¨ª habl¨® Zaratustra. Y cuando los conclu¨ªa sosteniendo largas las ¨²ltimas notas en medio del estupor de la plaza entera, ocurri¨® el prodigio de que se animara el redondel. Y fuera Rivera Ord¨®?ez y se hincase de rodillas para trazar dos largas cambiadas; y despu¨¦s le diera al toro por sacar una bravura inusual y se apalancara contra el caballo de picar, fijo en el peto y metiendo los ri?ones.
Jandilla / Puerto, Rivera, Casta?o
Toros de Jandilla, bien presentados, cornalones casi todos, de fuerza escasa; varios bravos, todos manejables, algunos nobles y otros aut¨¦nticos borregos. V¨ªctor Puerto: pinchazo, otro perdiendo la muleta -aviso-, nuevo pinchazo y descabellos (algunos pitos); media estocada ladeada y rueda de peones (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda). Rivera Ord¨®?ez: bajonazo perdiendo la muleta (silencio); pinchazo hondo bajo, otro perdiendo la muleta y descabello (silencio). Javier Casta?o: dos pinchazos y tres descabellos (algunos pitos); bajonazo escandaloso y descabello (silencio). Plaza de Pamplona, 10 de julio. 6? corrida de feria. Lleno.
?nicamente por milagro pod¨ªan ocurrir estas cosas cuando la corrida -iban cuatro toros lidiados- transcurr¨ªa aquejada de una abrumadora vulgaridad. Uno, que es de natural ingenuo y cree en la relatividad (como el colega Albert Einstein) da por cierto que en el coso sanferminero hubo de producirse una mutaci¨®n m¨¢gica, un fugaz retorno a la noche de los tiempos.
Estas cosas se producen de tanto pensar. Tanto abusan los toreros de los derechazos, de la vaciedad y de la nada, que la gente se distrae, se pone a cavilar y pues constituye multitud, acaba provocando un cortocircuito. Y para m¨ª que as¨ª sucedi¨®. Y a consecuencia del chispazo, el que primero vino no fue exactamente Strauss, autor de la sinfon¨ªa sobre Zaratustra, sino Friedrich Nietzsche que es el padre de la criatura.
Nietzsche inspir¨® la partitura de Strauss y nadie le puede discutir su condici¨®n de creador de Zaratustra, con sus sermones de la monta?a, en los que pregonaba la sublevaci¨®n contra la burgues¨ªa, el pensamiento progresista, la revisi¨®n del platonismo y hasta la negaci¨®n del mism¨ªsimo Dios. Jol¨ªn con Zaratustra (Zoroastro para los amigos). Porque vivi¨® en Alemania, hace dos siglos, que si llega a vivir aqu¨ª ahora, va e inventa la manoletina.
Cuando dec¨ªan que Jos¨¦ Tom¨¢s proviene de otra galaxia a lo mejor es que lo tra¨ªa de la mano Zaratustra. A V¨ªctor Puerto, a Rivera Ord¨®?ez y a Javier Casta?o, en cambio, no los pod¨ªa traer. ?stos se conforman con m¨¢s pedestres situaciones. Puerto demostr¨® en unos redondos que tiene t¨¦cnica y empaque para dejar a la altura del bet¨²n a casi todo el escalaf¨®n, y no obstante prefiri¨® ser un pegapases. Rivera, salvado el arranque de las largas cambiadas, tore¨® despegado y con el pico. Y a Casta?o le falt¨® gusto y torer¨ªa para sacar partido al bonancible lote que le correspondi¨®. Ninguno se inspiraba pese a que la banda les toc¨® lo de Zaratustra. La pr¨®xima vez deber¨ªa probar con la obertura de Los Nibelungos, a ver si cuela.
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