Secretos en fuga
El ex canciller federal alem¨¢n Helmut Kohl ha recibido ayuda, quiz¨¢s parad¨®jica pero no inesperada, del actual ministro federal del Interior, Otto Schilly, en su pugna procesal por impedir que la opini¨®n p¨²blica sepa algunos secretos de su pasado. Dos personajes muy distintos unidos en la causa. Kohl fue siempre un cristianodem¨®crata muy celoso de sus secretos. Seg¨²n se sabe, eran m¨¢s de lo imaginado. Y muchos amenazan con fugarse. Tendr¨ªa efectos. Schilly no tiene mayores secretos en su evoluci¨®n que le llev¨® desde ser abogado defensor de los militantes de la Fracci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo (RAF) a ministro del Interior, previa traves¨ªa por el Partido de los Verdes. Pero ambos quieren poner coto al acceso p¨²blico a los millones de fichas de la polic¨ªa pol¨ªtica de Alemania Oriental, la Staatssicherheit o, familiarmente, la Stasi. Y han recibido ahora apoyo en una sentencia, recurrible, en el Tribunal Administrativo de Berl¨ªn.
Para Kohl es una cuesti¨®n personal. Muchos sospechan que la Stasi sab¨ªa mucho m¨¢s de la financiaci¨®n ilegal de los cristianodem¨®cratas alemanes que la opini¨®n p¨²blica y la fiscal¨ªa de la RFA. La ficha de Kohl incluye centenares de conversaciones telef¨®nicas intervenidas al canciller. Son privadas pero que al parecer tratan de cuestiones muy p¨²blicas y muchas de espinosas cuestiones a¨²n en los tribunales. Schilly dice que es una cuesti¨®n de Estado debido al enorme potencial de intoxicaci¨®n y calumnia que emana de unas fichas muchas veces mentirosas, chapuceras e interesadas, cuando no ficticias, escritas por unos agentes sicarios que s¨®lo se quer¨ªan poner galones, o modificadas en todos aquellos meses de transici¨®n en los que la Stasi sigui¨® trabajando tras la ca¨ªda del Muro. Las acusaciones que puedan emerger pueden da?ar gravemente a individuos incapaces de defenderse.
La encargada federal de los archivos, Birthler, piensa todo lo contrario. Cree que, al margen del derecho a acceso de los ciudadanos a su propia ficha, por nadie discutido, la apertura de muchas fichas a historiadores y p¨²blico puede traer transparencia a lagunas negras de nuestra historia reciente. Muchas fichas personales han sido una aut¨¦ntica decepci¨®n para los espiados. Revelan que los chivatos profesionales se enteraban de poco y les interesaba menos. Otras eran jugosas y han dado pie a magn¨ªficos libros como el de Timothy Garton Ash, El expediente. Y algunas han sido tr¨¢gicas para los afectados, al revelar traiciones inequ¨ªvocas de familiares o amigos ¨ªntimos.
El debate es muy duro y comienza a tener coste pol¨ªtico para el Gobierno, ya que gran parte del SPD y todo el Partido de los Verdes apoyan a Birthler en contra de Schilly. Este dilema entre protecci¨®n de datos y transparencia para abordar el pasado, no es sino un efecto m¨¢s del fen¨®meno del 'desolvido' que ha recorrido el mundo, como un cruel fantasma para unos, como una brisa refrescante para otros.
Sin hacer comparaciones imposibles y ofensivas para Kohl, a ¨¦l tambi¨¦n le ha cogido la ola que ha arrastrado a tantos ¨²ltimamente. Al enfermo algo real y mucho imaginario que es el general Pinochet le han hecho un favor ahora al sobreseer su caso. En su caso hab¨ªa documentos, pero tambi¨¦n puede uno consolarse con que estos dos a?os pasados han dejado claro, hasta al supuesto demente, que sus actos no le salieron gratis del todo. ?ste ya no morir¨¢ en la cama convencido de la gratitud de sus compatriotas.
A Slobodan Milosevic, por el contrario, nadie va a sobreseerle nada. Ni al c¨¦lebre general croata Ante Gotovina al que Zagreb entrega ahora al Tribunal Penal de La Haya anteponiendo esta obligaci¨®n con la comunidad internacional a su estabilidad gubernamental. Fichas y testigos son los lazos que el presente p¨²blico tiene con el pasado personal para contrastar la veracidad de las pretensiones de individuos que niegan acusaciones o aspiran a un papel social, pese a un turbio curr¨ªculo. Kohl no quiere que otros sepan lo que pone en su gruesa ficha de la Stasi. Parece que lo va a conseguir. Son muchos los que no quieren acordarse de lo que hac¨ªan o escrib¨ªan. Pero la memoria est¨¢ ya en todas partes, cada vez menores los huecos de escape para criminales, pero tambi¨¦n para los mentirosos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.