La c¨²pula del COI apoya a Pek¨ªn como sede de los Juegos de 2008
Samaranch y varios de sus hombres de confianza consideran que el triunfo chino contribuir¨ªa a la apertura pol¨ªtica
Tras el inesperado batacazo ante Sydney en la elecci¨®n de Montecarlo hace ocho a?os, la elecci¨®n de Pek¨ªn ser¨ªa, sin duda, un regalo para Juan Antonio Samaranch en su despedida. El presidente del COI, que ha tenido desde hace muchos a?os magn¨ªficas relaciones con el gigante asi¨¢tico, es el primero en considerar que ser¨ªa un premio merecido a China. Es ya la tercera potencia deportiva mundial, tras Rusia y Estados Unidos, y la ¨²nica que no ha sido sede. Par¨ªs, aunque muy en el pasado, lo fue en 1900 y 1924. Tuvo el Mundial de f¨²tbol de 1998 y es europea, como las sedes de los Juegos de 2004, Atenas, y los de Invierno de 2006, Tur¨ªn. Demasiado primer mundo.
El presidente del COI, en su calidad de diplom¨¢tico, un apartado que cuida con esmero, siempre recuerda el gran apoyo del COI a la apertura pol¨ªtica de Corea del Sur con los Juegos de 1988, y el ofrecido para terminar con el apartheid surafricano logrando la incorporaci¨®n de equipos multirraciales en Barcelona 92. El ¨²nico problema para que el favoritismo chino se concrete es que en las elecciones de las sedes es el ¨²nico momento en que la comisi¨®n ejecutiva, es decir, Samaranch y sus hombres importantes, no controlan absolutamente a los miembros. Y son ellos los que deciden en voto secreto. Pero en esta ocasi¨®n, salvando alg¨²n grupo anglosaj¨®n, encabezado por la princesa Ana de Inglaterra, que casi siempre se opone a cualquier iniciativa de un presidente espa?ol y se ha negado a recibir a los representantes chinos, la mayor¨ªa de ellos le debe su mandato. De los 118 que votar¨¢n (Samaranch nunca lo hace), s¨®lo 12 entraron en el COI antes de 1980, pero incluso varios de ellos son hombres de su confianza. Por ejemplo, el vicepresidente australiano, Kevin Gosper, o el candidato canadiense a presidente, Richard Pound, que se han manifestado ya a favor de Pek¨ªn, pese a estarles prohibido. Y otros cuatro m¨¢s discretos, pero igualmente cercanos: el vicepresidente senegal¨¦s, Keba Mbaye; el suizo Marc Hodler, miembro de la ejecutiva; el brasile?o y viejo amigo Jo?o Havelange, y el tunecino Mohamed Mzali, que le debe casi la supervivencia tras exiliarse despu¨¦s de ser primer ministro de su pa¨ªs.
Samaranch fue criticado duramente en Francia por defender en febrero que la comisi¨®n de evaluaci¨®n visitante de las ciudades candidatas no valorara cuestiones pol¨ªticas, porque as¨ª lo dice la Carta Ol¨ªmpica. Otra cuesti¨®n es la decisi¨®n de los miembros, que esta vez no han hecho visitas, pero saben de sobra los pros y los contras. Ayer mismo, el franc¨¦s Jean Claude Killy, el m¨ªtico triple campe¨®n ol¨ªmpico de esqu¨ª, admiti¨® que Samaranch apoya a Pek¨ªn, pero que los miembros est¨¢n muy inundados de denuncias sobre las violaciones de derechos humanos en China. ?sta es la baza que juega Par¨ªs. Sin embargo, ayer, Tu Mingde, miembro de la candidatura de Pek¨ªn, advirti¨® de que si Pek¨ªn gana, 'los Juegos ser¨¢n un catalizador en el proceso de apertura, incluidos el desarrollo econ¨®mico y social, as¨ª como los derechos humanos'. En esa misma l¨ªnea de apoyo coincidieron el primer ministro australiano, John Howard, o el l¨ªder de los Juegos de Salt Lake City 2002, el estadounidense Mitt Rommey, quien afirm¨®: 'El olimpismo debe tender puentes, no levantar murallas'.
Ayer, los 200 delegados chinos en Mosc¨² hac¨ªan las relaciones p¨²blicas discretas y habituales con los miembros del COI sabiendo que venden un gigante con unas carencias concretas, pero al que se le deben unos Juegos. Pero sin olvidar el golpe de 1993, que tanto disgust¨® a Samaranch.
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