Investidura en julio
Son las once y media de la ma?ana. D¨ªa fresco. El escenario est¨¢ listo: los parlamentarios en sus asientos, las Gestoras reivindicando a los genocidas (eso s¨ª, faltaban las v¨ªctimas; luego presentes en los discursos), la C¨¢mara como una corrala a punto de representar una de Lope de Vega. Las expectativas en alza. Se hacen apuestas. El candidato, tras la convocatoria de elecciones, hab¨ªa mostrado buenas maneras. La cosa resultaba algo inquietante con el texto del acuerdo entre el PNV y EA. Pero tambi¨¦n era cierto que se hab¨ªa pedido un margen hasta o¨ªr las palabras del candidato. Es el momento.
ETA aportaba su pestilencia asesinando al polic¨ªa Luis Ortiz. De modo que el presidente de la C¨¢mara, se?or Atutxa, comienza la sesi¨®n de investidura pidiendo un minuto de duelo.
El candidato sube a la tribuna, la atenci¨®n es m¨¢xima. Tiene al p¨²blico casi entregado (las enfermedades graves producen ese s¨ªndrome de optimismo al primer resquicio de esperanza). Coge las hojas con temple y lee. 'Se?or presidente... Es para m¨ª un honor... Deseo plantear ante este Parlamento un programa de futuro -no dice a futuro, y se traiciona- que tiene intenci¨®n de abrir caminos'. Una figura ret¨®rica, pero suena bien. Luego, poco a poco, la atenci¨®n decae, las expectativas se diluyen y veremos en 2005 qui¨¦n gana las apuestas. Porque, eso s¨ª, las soluciones las plantea a futuro.
Poco a poco, se desliza un discurso continuista (¨¦l, que se anunciaba como mirlo blanqueado) y medianamente gris (que a los de Villa y Corte les parece pasadero; por comparaci¨®n, dicen). De vez en cuando asoma el pol¨ªtico con claroscuros. Los claros son los que proponen al Parlamento como centro del debate pol¨ªtico o los que se desmarcan de Batasuna y proponen planes policiales contra ETA. Pero los puntos oscuros no son menos claros (cuando hemos vislumbrado el abismo): asociar 'paz' a pol¨ªtica (aunque dijera lo contrario); insistir hasta la exasperaci¨®n en superar nuestro actual ¨¢mbito constituyente (tan leg¨ªtima es, dice, la Constituci¨®n del 78, el Estatuto del 80 como la independencia; olvida el peque?o detalle de que las dos primeras son leyes b¨¢sicas de nuestro actual ordenamiento), cosas as¨ª. Pocas concreciones y mucha lengua de madera. De manera que por sus obras le conocer¨¢n, que no por sus palabras.
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