Cuando las nieves huyen del sol
Una vereda en las altas cumbres de Sierra Nevada descubre decenas de especies exclusivas de la zona
Las altas cumbres de Sierra Nevada son el refugio perfecto de cientos de especies animales y vegetales ¨²nicas en el mundo. Un manto de nieve las a¨ªsla de la mano del hombre durante casi todo el a?o. Pero cuando el sol comienza a derretir las placas heladas aflora una inesperada vida bot¨¢nica, que en los ¨²ltimos d¨ªas de la primavera y en los primeros del verano adquiere su m¨¢ximo esplendor.
Una vereda que une la alta monta?a con zonas de altitud media, y que conduce hasta el espectacular mirador natural de la Pe?a del Perro, resulta un itinerario perfecto para descubrir entre su vegetaci¨®n de monte decenas de especies end¨¦micas, plantas y animales que son exclusivos de Sierra Nevada.
Con el pico del Veleta, ahora casi desprovisto de nieve, como punto de referencia que se deja a la espalda, comienza un sendero que parte de la carretera de Sierra Nevada, en la parte alta de la urbanizaci¨®n de Pradollano. El cruce de Los Pe?ones es el punto de partida de este carril que, aunque en su primer kil¨®metro es ligeramente ascendente, hasta llegar al punto final, el centro de visitantes de El Dornajo, describe un trayecto de bajada con un desnivel de 850 metros aproximadamente.
El primer tramo del camino, que asciende hasta el Collado del Diablo, donde comienza el descenso por una pista asfaltada hasta el Albergue de San Francisco, coincide con el recorrido de la v¨ªa pecuaria Ca?ada Real del Camino de los Neveros. Se trata de la hist¨®rica senda transitada durante a?os por los antiguos neveros, personas que se dedicaban a transportar el hielo en burras desde las altas cumbres de Sierra Nevada hasta la ciudad y sus pueblos cercanos. Sus excursiones nocturnas permit¨ªan a la poblaci¨®n del siglo pasado disponer de hielo a la venta cada ma?ana.
En esta zona de los neveros, que se alza a 2.500 metros sobre el nivel del mar, es donde se pueden encontrar a los lados del camino decenas de especies ¨²nicas entre la vegetaci¨®n rastrera, propia de las altas cumbres de monta?a sil¨ªcea. En el paisaje abrupto, aparentemente despoblado de grandes masas de vegetaci¨®n, se extiende una extensa alfombra de enebros y piornos que, aunque no levantan m¨¢s de un par de palmos del suelo, esconden aut¨¦nticas bellezas y joyas de la bot¨¢nica, como el t¨¦, el tomillo o la manzanilla de Sierra Nevada, los claveles de monte, las violetas o esas graciosas florecillas amarillas conocidas como potentilla. Entre los huecos rocosos surgen mil hilos de agua, procedentes del deshielo, que crean el ambiente h¨²medo adecuado para el revoloteo de una gran variedad de mariposas y otros insectos, algunos de los cuales, poco cautos, se aproximan a la tira?a, una peque?a planta carn¨ªvora que los engulle sin compasi¨®n. Justo al lado de este vegetal depredador, una de las m¨¢s buscadas plantas de las cumbres, la estrella de las nieves, con su aspecto gris¨¢ceo y tacto de terciopelo.
Al llegar a los Campos de Otero, las ruinas del antiguo albergue de San Francisco y el viejo remonte oxidado recuerdan otra ¨¦poca. En los a?os veinte, cuando el refugio estaba reci¨¦n construido ¨¦sta era la zona elegida para la pr¨¢ctica del esqu¨ª. Los aficionados ten¨ªan que subir andando a las m¨¢ximas alturas para dejarse caer, pues hasta muchos a?os despu¨¦s no se construyeron los primeros medios mec¨¢nicos.
Desde este punto comienza el descenso m¨¢s pronunciado, hacia el norte, ya con una nutrida masa de pinares alrededor. Esta antigua vereda de fuerte pendiente conduce hasta el barranco del Rinconcillo, donde tambi¨¦n se albergan joyas bot¨¢nicas del Parque Nacional, como la violeta, la ver¨®nica o el ac¨®nito.
En la parte intermedia de este barranco, una masa rocosa, la Pe?a del Perro, se asoma al vertiginoso cortado que se puede observar a los pies desde lo alto del pe?¨®n. Este pronunciado saliente resulta un magn¨ªfico mirador del valle de San Juan en su confluencia con el r¨ªo Genil. Al otro lado de esta depresi¨®n se suceden macizos monta?osos. Desde la atalaya de la Pe?a del Perro se divisan incluso algunas de las sierras m¨¢s lejanas de la provincia de Granada o Ja¨¦n, como Arana, Hu¨¦tor, Cazorla o Castril. A trav¨¦s de un camino mucho m¨¢s llano ahora, se llega hasta El Dornajo, dejando a un lado todos los barrancos que llegan hasta el cauce del Genil.
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