Cinco aros en Pek¨ªn
La elecci¨®n de Pek¨ªn como sede para los Juegos Ol¨ªmpicos de Verano de 2008 es un reconocimiento al pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo, en el que vive una quinta parte de la humanidad, y una ocasi¨®n que los dirigentes chinos deber¨ªan aprovechar para llevar a cabo un proceso real de apertura pol¨ªtica que pasa por el respeto a los derechos humanos. Sin duda, China est¨¢ viviendo la transformaci¨®n social y econ¨®mica m¨¢s r¨¢pida y de mayor envergadura que se haya registrado en estos ¨²ltimos a?os, pero hasta ahora no se ha producido ning¨²n gesto que invite a pensar en un cambio pol¨ªtico.
Hace ocho a?os, Pek¨ªn fracas¨® en su apuesta ol¨ªmpica porque el recuerdo de la matanza de Tiananmen estaba a¨²n reciente. Ayer, la plaza se llen¨® de una multitud enfervorecida por la noticia de la adjudicaci¨®n de la sede ol¨ªmpica, y seguramente movilizada al efecto por las autoridades. La votaci¨®n ha sido un claro triunfo para China, pero sus dirigentes deben comprender que se espera de ellos algo m¨¢s que la construcci¨®n de instalaciones y obras de saneamiento medioambiental, que ser¨¢n las mayores desde el levantamiento de la Gran Muralla. La actual direcci¨®n, y la que salga del congreso del Partido Comunista en octubre, deben hacer avanzar a China en el camino de las libertades. Ocasiones no les van a faltar, pues en este pa¨ªs que conculca los derechos humanos y que aplica la pena de muerte sin remilgos, la elecci¨®n de Pek¨ªn como sede de los Juegos de 2008 puede tambi¨¦n impulsar a los disidentes a ser m¨¢s activos. El recuerdo del boicoteo parcial a los Juegos de Mosc¨² en 1980 tras la invasi¨®n de Afganist¨¢n demuestra que no basta con obtener la sede.
China es un pa¨ªs que nunca ha conocido un sistema democr¨¢tico, y en el que el Partido Comunista, parad¨®jicamente, saca en la actualidad su mayor legitimaci¨®n no s¨®lo de la tradicional idea de autoridad, sino de su ¨¦xito en conducir acertadamente la econom¨ªa hacia el capitalismo, con un crecimiento ininterrumpido. La elecci¨®n de Pek¨ªn, como la pr¨®xima entrada de China en la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, deber¨ªan impulsar a esa inmensa naci¨®n a engarzarse en una vida internacional normalizada. De aqu¨ª a 2008 va a ser sometida a un intenso escrutinio por otros Gobiernos, por los medios de comunicaci¨®n, por las multinacionales y por la sociedad civil transnacional. Hasta ahora, los dirigentes han sido poco expl¨ªcitos respecto a sus compromisos en materia de derechos humanos. Tendr¨¢n que serlo mucho m¨¢s. En los ¨²ltimos meses, la persecuci¨®n contra la secta Falung Gong no ha cesado, la pena capital se ha seguido aplicando con inusitado rigor y se ha limpiado Pek¨ªn de pordioseros por millares de una forma dr¨¢stica para intentar presentar una buena cara de la ciudad.
Los JJ OO son m¨¢s que deporte. Intereses geoestrat¨¦gicos han jugado en esta elecci¨®n, en la que Pek¨ªn ha contado con el apoyo expl¨ªcito del Vaticano e impl¨ªcito de EE UU. Hay que felicitarse por ello, pues no est¨¢ en el inter¨¦s de Pek¨ªn, de Washington y del mundo que China se convierta en enemigo de Estados Unidos, aunque sea la potencia con mayor autonom¨ªa respecto a la hiperpotencia que actualmente preside George Bush. Tras el incidente del avi¨®n esp¨ªa estadounidense, la elecci¨®n ol¨ªmpica de Pek¨ªn restablece una cierta normalidad en las relaciones con EE UU.
Durante los pr¨®ximos a?os, los ojos del mundo entero estar¨¢n a¨²n m¨¢s pendientes de una China que est¨¢ accediendo a la era de la informaci¨®n e Internet. Pese a resultar escurridizos en otros compromisos sobre libertades, los dirigentes chinos han prometido que en 2008 todos los medios estar¨¢n presentes en Pek¨ªn. A trav¨¦s de este ojo, del de las ONG, de los Gobiernos, China deber¨ªa hacerse m¨¢s transparente al escrutinio transnacional antes, durante y despu¨¦s de los Juegos.
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