La fuerza de la raz¨®n
Que las cosas caen por su propio peso es algo que se aprende en la escuela. Pero que los decretos a veces caen por la fuerza de la raz¨®n es algo que no se aprende en las clases de f¨ªsica. Un ejemplo claro lo tenemos en el decreto de liberalizaci¨®n de horarios comerciales aprobado por el Gobierno central.
Me explicar¨¦. La Generalitat, ejerciendo su responsabilidad competencial en materia de comercio interior, apost¨® en 1994 por una norma que ordenaba los horarios comerciales en Catalu?a. Esta norma ofrec¨ªa a los establecimientos la oportunidad de abrir de lunes a s¨¢bado hasta 12 horas diarias distribuidas de manera libre. Esta regulaci¨®n ha permitido al comerciante ofrecer un buen servicio y los clientes se han sentido bien atendidos. Y es que la norma auton¨®mica de 1994 era perfectamente compatible con el modelo de sociedad y de convivencia, y con los h¨¢bitos de compra de los catalanes.
Tanto es as¨ª que el decreto de liberalizaci¨®n de horarios comerciales promulgado por el Gobierno Central, que entr¨® en vigor el a?o 2000, en la pr¨¢ctica no se ha aplicado ya que no se ajusta a la realidad de Catalu?a. El sentido com¨²n, la fuerza de la raz¨®n, se ha impuesto y el decreto que permit¨ªa la apertura de los comercios hasta 90 horas semanales ha quedado en la pr¨¢ctica sin aplicaci¨®n. Ha quedado claro que el decreto era innecesario ya que en Catalu?a exist¨ªa una amplitud de horarios suficiente, que ha cubierto con satisfacci¨®n las necesidades de comerciantes y clientes. Por lo tanto, hablar de los beneficios o los perjuicios de la liberalizaci¨®n de los horarios comerciales es hoy m¨¢s que nunca una discusi¨®n innecesaria.
La liberalizaci¨®n indiscriminada de los horarios comerciales no aporta un mejor servicio al consumidor, mientras que s¨ª nos podr¨ªa llevar a un perjuicio irreparable al comercio urbano y por ende a nuestro modelo social. Gracias al sentido com¨²n y a pesar de un decreto manifiestamente innecesario, hoy en Catalu?a no existe ninguna distorsi¨®n horaria.
No descubro nada nuevo si digo que el comercio y los comerciantes en Catalu?a conforman un pilar fundamental de la sociedad. Estas razones, entre muchas otras, han llevado al Gobierno de la Generalitat de Catalu?a, desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, a defender la riqueza y variedad de su tejido comercial. El apoyo al comercio urbano es, antes que nada, una defensa de nuestra realidad y, a la vez, de nuestro futuro como sociedad.
Antoni Subir¨¤ i Claus es consejero de Industria, Comercio y Turismo de la Generalitat.
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