Denilson levanta a Brasil

Brasil se levant¨®. Volvi¨® a darse de bruces con un gol en contra, pero esta vez la losa le inmoviliz¨® menos. Hurg¨® en su incapacidad reciente durante un rato, especialmente cuando la jugada pasaba por Costa, pero luego se volvi¨® al Brasil de toda la vida: calidad a toda rapidez. Empotr¨® a Paraguay frente a su puerta y le golpe¨® a ocasiones, sin perder confianza con los contratiempos de la fortuna (dio dos balones en el larguero) ni con la angustia de un resultado que le tuvo fuera de la Copa Am¨¦rica durante una hora. Alcanzado el empate, y preso del p¨¢nico tras la expulsi¨®n de Roque Junior, a su entrenador le pareci¨® suficiente. Y orden¨® retirada. Le regal¨® la pelota a Paraguay, sac¨® a ?lex del campo por Rochemback y puso en peligro a su equipo. Hasta que Denilson, que contest¨® su soledad arriba con una exhibici¨®n, transform¨® los agobios en victoria holgada. Gracias a ¨¦l, Brasil al fin sonr¨ªe.

?ltimamente no sol¨ªa reponerse de las malas noticias. Por eso, en los instantes que sucedieron al gol, cuando Paraguay le puso a correr detr¨¢s del bal¨®n de un lado a otro y sus propias jugadas se deshac¨ªan en imprecisiones, a Brasil se la supon¨ªa cad¨¢ver. Pero no, esta vez supo venirse arriba. Ayud¨® la colaboraci¨®n de Roque Junior en la zona ancha (no en defensa), que Emerson se remangase y la determinaci¨®n con la que casi todos presionaron. Y pes¨® m¨¢s la profundidad de Junior y Belletti, la claridad de ?lex, la velocidad de Ewerthon mientras dur¨® de pie, y la bendita habilidad de Denilson, su sustituto. Es decir, pesaron m¨¢s los aspectos t¨¦cnicos, los que realmente diferencian a Brasil del resto del planeta y a los que no le convendr¨ªa renunciar.

No lo ve as¨ª Scolari, que rebaja sus alineaciones y se deja llevar por el miedo en los cambios. Sac¨® a Rochemback para no encomendarle, adem¨¢s, una funci¨®n clara; para confundirle con gestos constantes -ahora vete adelante, ahora atr¨¢s- y obligarle a dejar nuevas dudas sobre sus cualidades. La f¨®rmula, adornada con m¨¢s medidas conservadoras, prohibiendo la subida a los defensas incluso en los saques de esquina, dej¨® a Brasil sin la pelota. Se la entreg¨® a Paraguay, que, tambi¨¦n con diez por la expulsi¨®n de Caniza y sin ideas, no supo c¨®mo manejarla.

En la otra parte del campo, solo, Denilson esperaba. Y cuando le ca¨ªa el bal¨®n, la armaba. Con velocidad y fantas¨ªa, desbordando o centrando templadito, resucitando. Cuando el partido agonizaba, remat¨® su vuelta con una fabulosa jugada por la derecha que finaliz¨® Belletti. Luego marc¨® ¨¦l, con fortuna, como premio a su liderazgo. Fue el mejor Denilson. Y, cosas de Scolari, no lo comenz¨®.