La otra muerte de 'Ludwig'
Se proyecta en Par¨ªs la versi¨®n ¨ªntegra de cuatro horas de la pel¨ªcula de Visconti sobre Luis II de Baviera
Hace ya muchos a?os -a finales de los setenta- pude ver por vez primera una de las pel¨ªculas m¨¢s ambiciosas y fascinantes no tan s¨®lo de la obra de Luchino Visconti, sino de la historia del cine en general, en mi opini¨®n, Ludwig, una especie de biograf¨ªa del c¨¦lebre rey Luis II de Baviera, uno de los personajes m¨¢s pol¨¦micos y discutidos del siglo reci¨¦n pasado. Fue su antepen¨²ltima pel¨ªcula, rodada en 1972 y que apenas pudo terminar, pues sufri¨® un primer ataque cerebral cuando la estaba acabando, por lo que en su montaje final intervinieron sus colaboradores y productores, que lanzaron una versi¨®n comercial bastante larga, de m¨¢s de tres horas, que se proyectaba en dos partes interrumpidas por un intermedio, que fue la versi¨®n que pude ver en un cine de la calle Marqu¨¦s de Urquijo. Lo cierto es que la pel¨ªcula no tuvo ¨¦xito, fue bastante criticada, se ha repuesto poco, no la he visto nunca a trav¨¦s de la televisi¨®n y ni siquiera circula por el desfalleciente mercado de los v¨ªdeos cinematogr¨¢ficos, amenazado por el de los discos DVD, que nada m¨¢s triunfar ser¨¢ pronto devorado por el que acaba de empezar de los DVD regrabables y car¨ªsimos por el momento, aunque todo llegar¨¢.
'Ludwig' no es una pel¨ªcula, sino muchas, pues la mayor¨ªa de sus fragmentos tiene vida propia, no es una ¨®pera en s¨ª, sino varias, con momentos inolvidables y su mundo visual es insuperable
Pues bien, en un reciente paso por Par¨ªs descubr¨ª en la cartelera que se proyectaba Ludwig en una versi¨®n ampliada en una media hora m¨¢s -un total de tres horas y cincuenta minutos- en el cine Arlequ¨ªn, a mediados de la calle de Rennes a la derecha, frente a la parada del metro de Saint-Sulpice, y me precipit¨¦ a verla como un homenaje nost¨¢lgico al cin¨¦filo que quise ser en mi juventud, carrera de la que me expuls¨® la propia evoluci¨®n del cine mismo, que en la actualidad ha convertido a este calificativo en algo bastante equ¨ªvoco y reticente. Nunca me he apartado del cine, aunque sus productos actuales me interesan bastante poco en su inmensa mayor¨ªa, creo que es el cine quien me ha expulsado de su seno, pues ahora ya no lo veo desde dentro, como lo hac¨ªa hasta los cuarenta a?os, sino que lo contemplo desde fuera, desde su exterior, como un avatar externo de un producto cultural que a veces -cada vez menos- roza alg¨²n que otro dato art¨ªstico o est¨¦tico, aunque siempre constituya un elemento social y pol¨ªtico de primera magnitud, cosa que no he puesto nunca en duda, y all¨¢ cada cual con sus prioridades.
Y all¨ª entr¨¦ en una sesi¨®n que empezaba -y empieza, creo que todav¨ªa est¨¢ en cartel- a las dos y media de la tarde y duraba casi cinco horas, con un descanso durante el que pude degustar en el bar un t¨¦ fr¨ªo con hojas de menta por diez francos, lo que tampoco est¨¢ tan mal en los excesos del mercado franc¨¦s. Pero lo que me sorprendi¨® fue un cartel colocado a la entrada, en el que se advert¨ªa que esa versi¨®n de Ludwig se proyectaba por ¨²ltima vez, por el mal estado de alguna de sus partes y fragmentos, por lo que en el futuro s¨®lo se proyectar¨ªa la versi¨®n corta (?) habitual. Cuando vi la pel¨ªcula entera, no advert¨ª para nada los defectos anunciados, por lo que me lanc¨¦ a pedir las correspondientes explicaciones, tanto en la taquilla como en las oficinas, y hasta habl¨¦ con la difusora y la direcci¨®n del cine Arlequ¨ªn, pues hasta llegu¨¦ a pensar que se trataba de una original, insidiosa y encubierta maniobra publicitaria, siempre he sido bastante mal pensado, quiz¨¢ no hay mejor manera para ser un cr¨ªtico como es debido, aunque, como en mi caso, s¨®lo sea literario, qu¨¦ le vamos a hacer. Las explicaciones que obtuve no me sirvieron de mucho, aunque se me asegur¨® que la copia que acababa de ver era completa y correcta, y que hab¨ªa sido realizada hace cuatro a?os. Pero que se trataba, eso s¨ª y seg¨²n el correspondiente contrato, de la ¨²ltima vez que se proyectar¨ªa. Si alguien quiere investigar sobre esta nueva muerte de Ludwig, aqu¨ª tiene los datos iniciales, pues no dispongo ni de los conocimientos ni de los contactos necesarios para poder seguir el tema con un m¨ªnimo de profesionalidad que me es ajena.
Tampoco creo que se me haga demasiado caso, pues esta pel¨ªcula no ha alcanzado el estatuto de obra maestra para que alguien est¨¦ dispuesto a defenderla como creo que se debe. ?Y por qu¨¦ habr¨ªa que hacerlo? A quien diga que no es una buena pel¨ªcula se le puede responder que no es una obra unitaria, que tiene prolongaciones, derivas, saltos de ritmo, interrupciones y elipsis desconsideradas, que Visconti nos hace avanzar a empujones, que no llega a la dispersa unidad de Rocco y sus hermanos, a la precisi¨®n de La tierra tiembla y Senso, a la brillantez de El Gatopardo y a la sutileza de Confidencias, que parece m¨¢s una ¨®pera (como sucede tantas veces en este autor) que una pel¨ªcula, pero que a mi juicio es superior a la tragedia folletinesca de La ca¨ªda de los d¨ªoses o a la s¨¢tira elemental de El inocente.
Retrato de decadencia Ludwig no es una pel¨ªcula, sino muchas, pues la mayor¨ªa de sus fragmentos m¨¢s o menos inconexos tiene vida propia; no es una ¨®pera en s¨ª, sino varias, unas mejores que otras, pero con momentos inolvidables y su mundo visual -que es lo que distingue a un creador cinematogr¨¢fico- es insuperable. Y adem¨¢s, siguiendo el destino tr¨¢gico de un rey que pudo ser de opereta, homosexual, dips¨®mano, enamorado de las artes, de la m¨²sica (Wagner), de la arquitectura a trav¨¦s de la construcci¨®n de castillos delirantes, derrochador y alienado al final, depuesto, asesino y quiz¨¢ suicida, traza un retrato de decadencia, con la ayuda de Helmut Berger, Romy Schneider, Trevord Howard, Silvana Mangano y tantos m¨¢s, nos cuenta la tragedia de esas deformaciones (?) del amor, de la creaci¨®n, del arte, de la m¨²sica y la arquitectura que al final nunca lo son, pues son inevitables y nos permiten conocernos mejor, y adem¨¢s, en el trasfondo de ese mismo pa¨ªs donde cincuenta a?os despu¨¦s naci¨® el nazismo, no lo olviden.
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