Zaplana, II a?o triunfal
Cuando el lunes, el presidente Zaplana expuso sus haza?as a los medios de comunicaci¨®n, para que las difundieran como es menester, hasta la ¨²ltima chabola de este antiguo reino, el personal se la jug¨®: tan fulgurante grandeza cegaba al m¨¢s temerario. Zaplana hab¨ªa dise?ado, entre otras muchas cosas, el AVE, el PHN, la autov¨ªa Alicante-Cartagena, el trasvase J¨²car- Vinalop¨® y probablemente los Pirineos. Trabajos que mitologistas e historiadores mercenarios hab¨ªan atribuido a H¨¦rcules y Aznar. Ahora, H¨¦rcules es una constelaci¨®n; Aznar, una presencia vitanda; y Zaplana, una alegor¨ªa y una leyenda: 'Dispensador supremo de la dicha de los valencianos'.
A Zaplana los pintores de c¨¢mara lo retratar¨¢n en lo venidero vestido de h¨¦roe, sosteniendo en su diestra la cabeza de Montesquieu, bajo un principio de hierro: tres competencias diferentes y un solo poder verdadero. A Montesquieu lo decapit¨®, al cierre de la cascabelada de su II A?o Triunfal, de su II Legislatura Triunfal. Lo decapit¨®, cuando se pronunci¨® con presumible arrogancia sobre el auto del TSJ, antes de que lo conocieran las partes: Esto lo arreglo yo en dos meses, dijo. Posiblemente, una filtraci¨®n deposit¨® en su mesa la resoluci¨®n de la Sala de lo Contencioso-administrativo, por la que se mantiene cautelarmente la suspensi¨®n de las obras del Palacio de Congresos de Alicante. Parad¨®jica, pero astutamente, Zaplana filtr¨® la filtraci¨®n a sus cercan¨ªas, en un intento de quemar la noticia adversa, a sus intereses y a los del gobierno municipal del PP alicantino. En un pa¨ªs con democracia en ejercicio y permanente estado de alerta ciudadana, un jefe del Ejecutivo, aunque sea de un Ejecutivo auton¨®mico, no hubiera hecho la m¨¢s ¨ªnfima declaraci¨®n acerca de una decisi¨®n del poder judicial, que a¨²n no se hab¨ªa notificado a los implicados, ni era oficial ni siquiera p¨²blica. Desde una perspectiva ¨¦tica, huele a injerencia, a actitud improcedente; desde una perspectiva pol¨ªtica, no pasa de una jugada m¨¢s de ventaja, pero absolutamente desacertada y de efectos imprevisibles.
Si el triunfalismo es siempre pajarero y pedante, el triunfalismo como apropiaci¨®n ret¨®rica de obras o proyectos de autor¨ªa vagarosa, tiene todas las trazas de un esperpento. Habr¨¢ que suponer que el dirigente popular, con reputaci¨®n de listo, ha sufrido una calentura de apresuramiento tal que lo ha impulsado a cometer un desatino, arrastrado tambi¨¦n por lo hiperb¨®lico de su balance. En ocasiones as¨ª, Tem¨ªstocles recomendaba a un general: 'Pega, pero escucha'.
Aunque es dudoso que Zaplana escuche la satisfacci¨®n de las gentes por la resoluci¨®n del TSJ. Parece como si no quisiera contemplar el triunfo ajeno. El triunfo y la prudencia. El auto dice: 'La Sala resuelve estimar parcialmente el recurso de s¨²plica interpuesto, manteniendo la suspensi¨®n acordada, suspensi¨®n que podr¨¢ ser revisada en el momento en que se resuelva definitivamente el expediente administrativo de delimitaci¨®n del entorno de protecci¨®n del Monumento Hist¨®rico Art¨ªstico del Castillo de Santa B¨¢rbara'. Esa delimitaci¨®n, de acuerdo con la Direcci¨®n General de Patrimonio, 22 de abril de 1999 'deber¨¢ abarcar la totalidad del Monte Benacantil, que es considerado como el ¨¢rea l¨®gica de efecci¨®n del Castillo de Santa B¨¢rbara'. Por supuesto, est¨¢ el recurso de las argucias legales. Pero no lo tienen nada f¨¢cil y queda a¨²n todo un arsenal de instrumentos capaces de frenar tanta obstinaci¨®n. Los portavoces socialista y de EU en el Ayuntamiento de Alicante, Jos¨¦ Antonio Pina y Camino Remiro, saben muy bien por d¨®nde andan. Aunque para nada se ha visto por aqu¨ª, aparte de Zaplana, ni a Joan Ignasi Pla ni a Joan Rib¨®. ?Pertenece Alicante al Pa¨ªs Valenciano? Que espabilen, y abandonen el abandonismo. Pero de los intereses generales abajo, ninguno. ?O a qu¨¦ estamos jugando? Si lo confesaran Alperi y Zaplana su ¨²nica penitencia ser¨ªa el cumplimiento de esa obligaci¨®n democr¨¢tica. Qu¨¦ duro, ?no, muchachos?
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