La China de hoy... y la de ma?ana
A primeros de este mes de julio tuve la fortuna de visitar China, como miembro de una delegaci¨®n del Senado espa?ol que devolv¨ªa la visita a Espa?a realizada el a?o pasado por una representaci¨®n de la Asamblea Popular Nacional de aquel inmenso pa¨ªs. Unos d¨ªas de estancia, entre la celebraci¨®n del 80? aniversario del Partido Comunista de China y la adjudicaci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos a Pek¨ªn, no son suficientes, desde luego, para captar los m¨²ltiples matices de una sociedad tan inmensa y tan compleja, pero ayudan mucho a entender la realidad y a comprender cosas que, desde lejos, dif¨ªcilmente llegan a nuestro pleno alcance.Digo esto no s¨®lo por la dificultad de comprender la realidad de una sociedad como la china, sino tambi¨¦n porque desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn siempre me hab¨ªa fascinado la forma tan opuesta y la acci¨®n tan diferente con que las dos principales potencias del comunismo mundial, la Uni¨®n Sovi¨¦tica y China, se hab¨ªa situado ante la nueva correlaci¨®n internacional de fuerzas.
Los jerarcas rusos, peleados violentamente entre ellos, decidieron destruir inmediatamente el Partido Comunista y el sistema pol¨ªtico y econ¨®mico y dejarlo todo en manos del s¨¢lvese qui¨¦n pueda, con la esperanza de que, una vez derribado el comunismo leninista, se pasar¨ªa sin m¨¢s a una sociedad capitalista y que los nuevos capitalistas ser¨ªan, sin duda, los propios dirigentes del comunismo anterior. As¨ª ocurri¨®,en parte, pero el resultado fue y es un total desbarajuste que ni se ha resuelto ni es probable que se resuelva en muchos a?os.
Los comunistas chinos, en cambio, han mantenido en pie el ¨²nico elemento s¨®lido, que es el propio Partido Comunista. Y con ¨¦l a la cabeza, han ido desgranando poco a poco las resistencias y los cambios. Hoy todav¨ªa se mantiene la efigie de Mao Zedong en la entrada de la Ciudad Prohibida y frente a la plaza de Tienanmen, pero nadie recurre al pensamiento de Mao para enfrentarse con las nuevas realidades. El conductor de un cambio tan sutil, el veteran¨ªsimo Deng Siaoping, fue el mismo que resolvi¨® la dificultad de integrar plenamente Hong Kong en la China oficialmente comunista con el concepto de 'Un solo pa¨ªs, dos sistemas'. Y, pese al terrible encontronazo de Tiananmen, ¨¦ste ha sido el camino que ha seguido el liderazgo de un partido que se sigue llamando oficialmente comunista, que sigue abrazando en teor¨ªa el marxismo-leninismo, pero que est¨¢ cambiando la faz de China de arriba abajo y que se prepara para entrar de pleno en la inmensa esfera de la globalizaci¨®n sin perder el rumbo ni el volante. Estoy seguro de que dentro de unos a?os China sorprender¨¢ al mundo con unos Juegos Ol¨ªmpicos impresionantes. Pero a finales de este a?o 2001 dar¨¢ un paso de gigante en un terreno menos espectacular y tanto m¨¢s decisivo como es la entrada en la Organizaci¨®n Mundial de Comercio y se convertir¨¢ en una de las grandes estrellas del comercio libre sin dejar de ser oficialmente un pa¨ªs marxista-leninista.
La raz¨®n de esta aparente contradicci¨®n es que los dirigentes chinos quieren impedir con todas sus fuerzas que el pa¨ªs se rompa en pedazos ni antes ni despu¨¦s de llegar a puerto y saben que la traves¨ªa de los a?os venideros puede ser dur¨ªsima y convertirse en un aut¨¦ntico hurac¨¢n si no se aguanta bien el tim¨®n. Nadie lo expresa mejor que la direcci¨®n del propio Partido Comunista. En el discurso pronunciado por el actual l¨ªder del mismo, Jiang Zemin, se subray¨® con gran fuerza una teor¨ªa, llamada de Las Tres Representaciones, como elemento clave de la acci¨®n futura del propio partido. Esta teor¨ªa significa que el partido representa, a la vez, a las fuerzas productivas avanzadas, a la cultura igualmente avanzada y a los intereses de un ampl¨ªsimo sector de la poblaci¨®n.
Dicho as¨ª no parece nada espectacular, pero las fuerzas productivas avanzadas no son hoy en China ¨²nicamente las empresas p¨²blicas, sino la mezcla de algunas de ¨¦stas, las realmente avanzadas, y de las empresas privadas que est¨¢n entrando en masa de la mano de las nuevas generaciones y con el visto bueno entusiasta del Partido Comunista. El propio Jiang Zemin lo subray¨® cuando llam¨® al empresariado privado y tecnol¨®gicamente avanzado a integrarse en las filas del partido.
Algo parecido hay que decir sobre la Segunda Representaci¨®n,la de la cultura avanzada, que no se refiere s¨®lo a la literatura, a la m¨²sica o a la cinematograf¨ªa, sino tambi¨¦n a la ciencia, a las nuevas tecnolog¨ªas, a la comunicaci¨®n por Internet, a la telefon¨ªa m¨®vil, al manejo masivo del ordenador, a la nueva arquitectura, etc¨¦tera. Y en cuanto a la Tercera Representaci¨®n, es llamativa la referencia a los intereses de 'un ampl¨ªsimo sector de la poblaci¨®n', porque un ampl¨ªsimo sector, por muy amplio que sea, no integra a toda la sociedad y una parte de ¨¦sta se queda fuera.
El debate est¨¢ ya abierto en China. Y con el debate, la acci¨®n. La velocidad con que surgen rascacielos en las ciudades, sobre todo las maravillas de Shanghai, y las aperturas de m¨¢s y m¨¢s grandes avenidas de Pek¨ªn dejan pasmado al visitante y orgulloso al ciudadano. Lo mismo ocurre en ciudades del interior, como Xi-An, una ciudad de s¨®lo seis millones de habitantes, donde el cambio es menos r¨¢pido, pero igualmente imparable. Todo ello, a un ritmo impresionante, que se incrementar¨¢ m¨¢s y m¨¢s con la perspectiva de los Juegos Ol¨ªmpicos.
Pero junto a esto se perfilan en el horizonte bastantes nubes amenazadoras. Mientras la empresa privada se desarrolla a toda velocidad decae la empresa p¨²blica mastod¨®ntica. Y con el desplome de ¨¦sta se puede generar muy r¨¢pidamente el conflicto. Ahora mismo, el Gobierno chino est¨¢ trazando los planos, dif¨ªcil¨ªsimos, de un sistema general de seguridad social, que hasta ahora funcionaba a nivel de cada empresa. Por consiguiente, con la ca¨ªda de las grandes empresas, millones de trabajadores pueden quedar -y algunos ya est¨¢n quedando- sin protecci¨®n ninguna. Pero organizar y poner en marcha un sistema general de protecci¨®n en un pa¨ªs de 1.300 millones de habitantes no es asunto ligero ni c¨®modo ni f¨¢cil de resolver. De ah¨ª a la explosi¨®n social hay todav¨ªa mucha distancia, pero en estas condiciones las distancias pueden ser superadas muy deprisa si el hambre acecha. ?ste y no otro es el sentido de grupos como la secta Falun Gong, dirigida por unos cuantos desaprensivos, pero compuesta por muchos miles de personas que se sienten abandonadas y aisladas. Sus actos son, por el momento, pac¨ªficos, pero pueden dejar de serlo si la brecha actual se ampl¨ªa demasiado.
La direcci¨®n del Partido Comunista y del Gobierno sabe perfectamente cu¨¢l es la situaci¨®n, cu¨¢les son las ventajas y cu¨¢les los peligros. Lo sabe y lo anuncia sin ambages. Por eso sigue manteniendo la estructura pol¨ªtica que hasta ahora les ha permitido dar un salto adelante tan grande y que puede controlar el cambio con las menores p¨¦rdidas y confrontaciones posibles. El problema es si un partido compuesto por unos 60 millones de militantes y cuadros podr¨¢ seguir gobernando, como hasta ahora, un pa¨ªs tan inmenso que va a entrar en un espacio y una sociedad cambiantes, con una nueva clase social de empresarios y t¨¦cnicos bien preparados, bien conectados con el mundo exterior y con ganas de empujar y de dirigir su propio camino.
Hoy por hoy, es dif¨ªcil saber si al final de un largo proceso el actual Partido Comunista seguir¨¢ vivo con las actuales formas u otras, si se escindir¨¢ en dos o tres fragmentos o si seguir¨¢ inc¨®lume pero con otro partido de nuevo estilo en la oposici¨®n... o en el Gobierno. Tambi¨¦n es dif¨ªcil saber c¨®mo evolucionar¨¢ el inmenso espacio del mundo agrario, hoy mantenido con t¨¦cnicas rudimentarias, pero que da de comer a la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n y que se puede romper y dar lugar a grandes sustos si la distancia entre lo rural y lo urbano se ampl¨ªa demasiado. O qu¨¦ espacio ocupar¨¢n las mafias nacionales e internacionales, ya presentes en las principales ciudades, y que el Gobierno combate con unas penas de muerte que le denigran y que no resuelven el problema.
Lo que es indudable es que la China actual no s¨®lo aguanta, sino que prospera. Las generaciones j¨®venes est¨¢n ah¨ª, con puntos de referencia distintos, que van desde la exaltaci¨®n de un comunismo m¨¢s abierto hasta la cultura de Internet -o ambas cosas a la vez-, las calles se llenan de coches sin perder los millones de bicicletas, los comercios nuevos y viejos se abarrotan y en todas partes se percibe el orgullo de pertenecer al pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo y a uno de los m¨¢s grandes del futuro inmediato. Y la conclusi¨®n es que tendremos que seguir todo esto de cerca porque si China se tuerce por dentro, las cenizas del batacazo caer¨¢n sobre todo el mundo, y si no se tuerce, su empuje le llevar¨¢ a convertirse en uno de los tres o cuatro puntos de referencia fundamentales del futuro.
Jordi Sol¨¦ Tura es senador por el PSC-PSOE.
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