El viaje de Synera
La empresa catalana es el ejemplo de los obst¨¢culos con que topan los negocios locales con vocaci¨®n global
Los pol¨ªticos y los inversores llevan meses azuzando las conciencias de los empresarios catalanes con la p¨¦rdida de peso econ¨®mico de Barcelona como tel¨®n de fondo. 'Falta ambici¨®n por crecer y vocaci¨®n por el riesgo', no cesa de repetir el alcalde Joan Clos. 'Si la empresa no nace con aspiraciones de ser una multinacional global, lo tiene mal para conseguir respaldo de los inversores', advierte Pedro de Esteban, director en Espa?a del poderoso grupo inversor Carlyle. 'Muchas empresas catalanas medianas de, pongamos 250 millones de ventas, acabar¨¢n desapareciendo en la era de la globalizaci¨®n. Tienen que mentalizarse para crecer', se?ala el director general del IESE, Jordi Canals.
Synera -palabra robada del universo po¨¦tico de Salvador Espriu que, le¨ªda al rev¨¦s, significa Arenys-, es la criatura por la que ha empe?ado el cuello Anton Torrents, desde que la fundara en 1998 con un ¨¢nimo tan pretencioso como el de 'revolucionar el funcionamiento de las bases de datos que existen en el mercado mundial' -habla de plantar cara a respetabil¨ªsimos se?ores como los de IBM (Informix) u Oracle- o 'aspirar a que el mayor n¨²mero de ordenadores del mundo lleven dentro su tecnolog¨ªa made in Catalonia'.
Con una ambici¨®n de este calibre, a Torrents, de 48 a?os, le han llovido ep¨ªtetos como 'visionario', a partes iguales con otros como 'iluminado' y hasta 'cantama?anas'. En la corta historia de Synera han acabado convergiendo los problemas de una empresa nueva que quiere dar la campanada y que ha topado con lo que su presidente resume como 'una mentalidad estrecha'.
Hoy, Synera est¨¢ peinando ya los flecos de una negociaci¨®n que supondr¨¢ la inyecci¨®n de 3.000 millones de pesetas a cargo de tres multinacionales americanas cuyos nombres prefiere a¨²n no desvelar, despu¨¦s de que los inversores aut¨®ctonos arrugaran la nariz. Uno de ellos, en plena era de la globalizaci¨®n, lleg¨® a cuestionar como obst¨¢culo para invertir en Synera la composici¨®n multicultural del equipo de 90 profesionales que trabajan en la empresa, donde el idioma oficial es el ingl¨¦s y donde conviven espa?oles, franceses, estadounidenses, canadienses, holandeses, venezolanos y alemanes. 'En la tecnolog¨ªa, o lo ves o no lo ves.
Los problemas de financiaci¨®n que hasta ahora ha arrastrado Synera, que arranc¨® con 100 millones de pesetas puestos por los dos socios fundadores -el catal¨¢n Anton Torrents, de Badalona, y el norteamericano Joe Foley, de Minneapolis- y sus respectivas familias, vivieron un par¨¦ntesis de respiro en marzo del a?o pasado, cuando los fundadores cedieron el 27% del accionariado del negocio a un tr¨ªo inversor formado por las sociedades de capital riesgo Grainville Baird y Catalana d'Iniciatives y por Caixa Catalunya. En total, pusieron sobre la mesa 1.200 millones de pesetas.
'Las iniciativas que hay aqu¨ª, como Barcelona Activa, son v¨¢lidas para financiar peque?os proyectos, pero para uno de gran envergadura no hay quien arriesgue', reflexiona Torrents. Y menos ahora que el capital riesgo parece haber olvidado el 'riesgo' en sus inversiones, particularmente en las tecnol¨®gicas.
La esquizofrenia de Synera aflora al constatar de d¨®nde proceden sus ingresos (800 millones de pesetas este a?o, tras 2.000 millones de inversi¨®n en el desarrollo de la tecnolog¨ªa propia). En ella han empezado a creer divisiones de pesos pesados como Citigroup, Wells Fargo, Bayer, Unisys, Exxon Mobile o Sharp Electronics, pero en la cartera de clientes no hay rastro de ninguna gran compa?¨ªa espa?ola. As¨ª las cosas, el presidente declara: 'Sabemos que seremos una empresa grande, pero no sabemos si seremos una empresa catalana'.
La mercadotecnia y las ventas de Synera se llevan ya desde Estados Unidos, en el cuartel general de Minneapolis, mientras la Vila Ol¨ªmpica de Barcelona se mantiene como el coraz¨®n que acoge su centro de Investigaci¨®n y Desarrollo (I+D), donde trabajan 40 personas.
Pero, m¨¢s que el obst¨¢culo inicial del dinero, escarbando, escarbando, a Torrents se le nota m¨¢s frustrado a¨²n con lo que cree un problema de autoestima. 'Es casi algo psiqui¨¢trico. No nos creemos que aqu¨ª podamos hacer algo importante. Si hubiera dicho que la tecnolog¨ªa es americana en lugar de catalana seguramente hubiera tenido m¨¢s ¨¦xito'.
No parece extra?o que, en estos tiempos de batacazos burs¨¢tiles, los inversores se muestren reticentes cuando un desconocido llama a la puerta para pedir miles de millones de pesetas. Sin embargo, Torrents no era un desconocido. Aunque su empresa cumple con una condici¨®n muy adecuada para la Nueva Econom¨ªa como poner los cimientos de la criatura en el garaje de su casa, el emprendedor se hab¨ªa labrado previamente una carrera en Nixdorf, antes y despu¨¦s de su compra por Siemens.
El catal¨¢n, que vivi¨® 15 a?os fuera de Espa?a (en Alemania, Venezuela y M¨¦xico), lleg¨® a ser consejero delegado de la compa?¨ªa en Espa?a. 'Pod¨ªa quedarme el resto de mi vida en un c¨®modo puesto de alto nivel y dejarme afuncionariar un poco, pero conoc¨ª casualmente a Joe Foley, cenamos, me habl¨® de sus ideas sobre c¨®mo ir m¨¢s all¨¢ de las bases de datos de hoy, relacionadas, e inventar un nuevo concepto para almacenar informaci¨®n de manera que se haga sencillo su uso... incluso para un director general. Me enamor¨¦ de la idea'. Habl¨® con otros expertos norteamericanos sobre bases de datos y, ya convencido, se tir¨® sin red. Norbert Mart¨ªnez, de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a, fue una figura clave a la hora de convertir la idea en tecnolog¨ªa.
'Ha sido un camino m¨¢s duro de lo que imagin¨¦, pero, fracasemos o no, cada d¨ªa lo he visto m¨¢s claro'. Entre otros lemas de los que se ha apropiado la empresa, una preside la sala de reuniones de Synera y pertenece a John Maynard Keynes: 'La mayor dificultad en el mundo no es que la gente acepte nuevas ideas, sino hacerles olvidar las viejas ideas'.
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