Monterroso se lamenta de su pereza y exalta la pasi¨®n por la lectura
El escritor, que participa en los cursos de El Escorial, defiende la inspiraci¨®n
Augusto Monterroso naci¨® en Tegucigalpa (Honduras) en 1921, pero vivi¨® desde ni?o en Guatemala y se exili¨® durante d¨¦cadas en M¨¦xico, pa¨ªs en el que reside actualmente. Tiene el escritor una ventaja de la que, sin embargo, no gozan siempre aquellos autores que 'se levantan a las siete de la ma?ana y escriben cinco horas seguidas': las musas. 'Yo creo en las musas, en la inspiraci¨®n, y si no me viene pueden pasar tres o cuatro meses, o cinco, sin hacer nada'.
Escritor 'perezoso y sin disciplina'. Augusto Monterroso reconoce sus culpas, pero tambi¨¦n bromea con las de los otros: tampoco los lectores son m¨¢s ambiciosos que ¨¦l, dice. Cree el autor que su relato El Dinosaurio, el m¨¢s corto de la historia de la literatura, es suficiente para que muchos lectores se den por satisfechos: 'Se conforman con leer eso y suponen que o todo lo que he escrito es eso o que todo es del mismo g¨¦nero'. Se equivoca de medio a medio el que as¨ª piense, porque Monterroso odia repetirse y eso le hace adentrarse por g¨¦neros nuevos. 'Es una man¨ªa, un af¨¢n de no repetir. Son tantos los campos que ahora no s¨¦ cu¨¢l, quiz¨¢ el teatro...' ?Escribir¨¢ teatro? 'No, no', responde. Simplemente, odia 'la posibilidad de saber c¨®mo se hace algo' y convertirse en un 'fabricante en lugar de un creador'.
Memorias guardadas No escribe mucho y, adem¨¢s, guarda. En alg¨²n caj¨®n de su casa tiene acabada la segunda parte de sus memorias, Los buscadores de oro, y ya va para 12 o 14 a?os, explic¨® ayer el escritor. 'Horacio recomendaba guardar las cosas durante, por los menos, nueve a?os. En algo habr¨ªa que ganarle a Horacio, es dif¨ªcil. En eso ya lo gan¨¦', coment¨® en tono jocoso.
Hay otra autobiograf¨ªa, m¨¢s distanciada, de la que lleva escritas 20 p¨¢ginas. Tambi¨¦n guardadas.
?No se siente culpable por su pereza? 'S¨ª, s¨ª, desde luego, pero uno est¨¢ compuesto de muchas cosas. Tambi¨¦n soy masoquista y ah¨ª es donde entra la culpa que puedo sentir, los d¨ªas pasan y no me pongo a trabajar'. 'Yo publico pocos libros pero m¨¢s perezoso es el p¨²blico, que no los lee'.
Monterroso lament¨® la dificultad de convencer a los lectores de que lo que hace vale la pena. 'No me creen ni las editoriales. Me dicen: 'el libro es bueno pero no va a vender'. Cuanto m¨¢s malos son algunos libros, m¨¢s ¨¦xito tienen'.
A Monterroso le acompa?a estos d¨ªas en El Escorial su esposa, B¨¢rbara Jacobs, su musa, con la que escribi¨® Antolog¨ªa del cuento triste, una experencia 'irrepetible' en todos los sentidos de la palabra. Para ella, tambi¨¦n escritora, la influencia del autor es m¨¢s que eso. 'Yo soy su disc¨ªpula y espero que me influya en todo', dijo ayer.
Los dos reconocieron ser extremadamente t¨ªmidos. 'Cuando se me acerca alguien a decirme que lo que hice le ha gustado, siento bochorno y me quedo pensando qu¨¦ ser¨¢ lo que le gust¨®. Al principio, iba a mi casa y lo le¨ªa todo para ver qu¨¦ era'. Monterroso reconoci¨® despu¨¦s que los halagos son una 'experiencia agradable, el reconocimiento de personas de carne y hueso'. 'Y de eso vivimos, creo, muchos, de la respuesta que se recibe'.
Babelia
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