En busca de los espa?oles secuestrados en Georgia
"No creo que est¨¦n aqu¨ª". Quien pronuncia estas palabras refiri¨¦ndose a Francisco Rodr¨ªguez y Juan Antonio Tremi?o es nada menosGocha Nazga¨ªdze, jefe de la polic¨ªa de Ajmeta, distrito de la provincia de Kajetia, que incluye el desfiladero de Pankisi, donde se piensa que permanecen secuestrados desde noviembre los empresarios espa?oles. Nazga¨ªdze, de 31 a?os, acaba de asumir el cargo al frente de la polic¨ªa de Ajmeta: su antecesor fue destituido por la situaci¨®n creada en Pankisi. Afirma que las cosas han mejorado en la ¨²ltima semana, -"controlamos la situaci¨®n y la tensi¨®n ha disminuido"-, aunque reconoce que no dominan los bosques y monta?as del Pankisi, donde pululan criminales y mafiosos.
El desfiladero est¨¢ habitado por unas 10.000 personas, la mayor¨ªa kistos (7.000), como se llama a los chechenos ¨¦tnicos que pueblan esta regi¨®n georgiana; el resto son georgianos y osetios, pero a esta cifra hay que agregar unos 4.000 chechenos que cruzaron la frontera huyendo de la guerra. Se trata de simpatizantes de los separatistas o incluso de guerrilleros, como afirma Rusia. Los refugiados chechenos en Pankisi han enturbiado las relaciones entre Mosc¨² y Tbilisi: la primera quisiera poder perseguir a los independentistas en territorio georgiano, y como la segunda se niega, es acusada por el Kremlin de apoyar a los "terroristas".
La polic¨ªa y las tropas del Ministerio del Interior han creado siete puestos de control en el desfiladero de Pankisi. A la pregunta de si se puede pasar por esos puestos y ver c¨®mo est¨¢ la situaci¨®n, Nazga¨ªdze responde afirmativamente y ordena a dos polic¨ªas que acompa?en a este corresponsal. "Ver¨¢ como todo est¨¢ tranquilo".
La realidad, sin embargo, result¨® muy diferente. Al llegar al primer control, inmediatamente despu¨¦s del r¨ªo Ilto, queda claro que el desfiladero de Pankisi est¨¢ cerrado a cal y canto. Los soldados de las tropas del Interior, todos con kal¨¢shnikov y numerosas granadas al cinto, explican que no se puede pasar por problemas de seguridad. Ni siquiera la presencia de los polic¨ªas los hizo cambiar de opini¨®n. De nada sirve regresar a Ajmeta y tratar de obtener permiso del mando militar local: incluso se niegan a responder a cualquier pregunta.
En un ¨²ltimo intento de entrar en la zona bloqueada, este corresponsal y los dos polic¨ªas que le acompa?an salen en busca del comandante del batall¨®n de la milicia popular, famoso en la regi¨®n por haber logrado hace unos d¨ªas la liberaci¨®n de dos georgianos secuestrados en el Pankisi. El puesto de control que antes cerraba el paso se abre m¨¢gicamente cuando decimos que vamos a ver a Luka Ramazashvili. Veinte kil¨®metros m¨¢s adelante llegamos a Pshaveli, la aldea donde Ramazashvili naci¨® hace 38 a?os. "La gente ya no pod¨ªa seguir de brazos cruzados mientras le robaban el ganado, traficaban con drogas y secuestraban a personas de respeto", explica Ramazashvili para justificar la creaci¨®n de la milicia popular, 200 hombres que empu?aron las armas y bloquearon los caminos para poner coto a esta situaci¨®n."?Los espa?oles? Est¨¢n all¨ª", asegura Ramazashvili se?alando hacia las monta?as del norte, "a s¨®lo diez kil¨®metros de distancia". Y ¨¦l sabe lo que dice: la semana pasada se reuni¨® en el Pankisi con el consejo de ancianos de los refugiados chechenos. Despu¨¦s de ese encuentro, los ancianos echaron a varios criminales y han prometido hacer todo lo posible por conseguir la libertad de Rodr¨ªguez y Tremi?o.
Ramazashvili, que fue campe¨®n de yudo de Georgia y comandante del batall¨®n kajetino durante la guerra de Abjazia (1992-93), dice que esperar¨¢n un plazo prudente para que sus interlocutores cumplan las promesas e impongan el orden en la regi¨®n, y si no lo hacen, amenaza con bloquear todos los caminos haci¨¦ndoles la vida imposible. Al mismo tiempo, no echa la culpa de todo a los refugiados. "Aqu¨ª act¨²an grupos criminales en los que hay tanto chechenos como georgianos", se?ala. Pero algunos compatriotas suyos no comparten esa opini¨®n: "Habr¨ªa que bombardearlos, cortarlos en pedazos y ech¨¢rselos a los perros", dice Notar, kajetino de 58 a?os, refiri¨¦ndose a los chechenos.
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