Ustedes son ciegos
Se lo vuelvo a decir: ustedes son ciegos. No ciegos como Homero, que model¨® con sus manos un mundo con el cual sustituir el mundo que no ve¨ªa con los ojos, o como John Milton, que describi¨® las sombras en su Para¨ªso perdido, sino como Borges, aquel hombre que confesaba en La rosa profunda: 'Ahora s¨®lo perduran las cosas amarillas / y s¨®lo puedo ver para ver pesadillas'. Ustedes son ciegos de esa forma. O lo que es igual: ustedes ven visiones, espejismos; ustedes alucinan, fantasean o, en el peor de los casos, mienten.
O tal vez es que en realidad hay dos mundos, el que ustedes pisan cada ma?ana, ese sitio en donde est¨¢n sus casas, las tiendas, los autobuses o los cines, y un segundo lugar o segunda dimensi¨®n, que es donde viven los presidentes, los ministros, los alcaldes, las concejalas y, entre otras especies aut¨®ctonas, los delegados del Gobierno.
Tal vez eso sea lo que ocurre, que los que reparten el pastel no son m¨¢s que seres virtuales, cat¨®dicos, meras proyecciones electromagn¨¦ticas o simples personajes de ficci¨®n, seres que no sangran cuando se cortan ni son capaces de digerir una empanadilla. O hasta puede que se trate de extra?os organismos multicelulares de la familia del dictyostelium, ese moho que tanto les gusta a los investigadores y con el que suelen buscar, en sus laboratorios, respuestas al misterio de la vida.
T¨®menselo a broma, si quieren, pero si se fijan en el ciclo reproductor del dictyostelium ver¨¢n que la cosa, desde luego, encaja: al principio, esos seres son unas inocentes amebas adheridas a lo que sea, en este caso al cristal de las urnas, que se alimentan de bacterias y terminan uni¨¦ndose a otras de su g¨¦nero hasta formar, entre todas, una especie de estrella; despu¨¦s de ingerir los votos electorales, se transforman en un l¨ªquido transl¨²cido -as¨ª es como escapar¨¢n, supongo, de las urnas-, luego en una especie de invertebrado, mezcla de caracol y lombriz, y finalmente en un champi?¨®n que segrega unas esporas capaces de generar, a su vez, nuevas amebas. Los hay de varios colores y formas, para que los ciudadanos elijan, seg¨²n sus gustos, que l¨ªquido transl¨²cido beber y a qu¨¦ estrella seguir.
Les sonar¨¢ todo lo raro que quieran, pero, una de dos, o esa gente proviene de otra galaxia o son un derivado del dictyostelium o ustedes, ya se lo he dicho, est¨¢n ciegos, ven visiones, desvar¨ªan o son unos malintencionados.
Por ejemplo, ustedes salen a Madrid, cogen un taxi para ir de un sitio a otro que est¨¢ a un par de kil¨®metros o tres y el resultado es que tardan cuarenta minutos en llegar y el viaje les cuesta dos mil pesetas. Pero luego abren el peri¨®dico o ponen la televisi¨®n y aparecen, hechos una pi?a, el alcalde y sus m¨¢s estrechos colaboradores asegurando, una y otra vez, que en nuestra ciudad no hay ning¨²n problema de circulaci¨®n y que el tr¨¢fico de Madrid es, por lo com¨²n, fluido.
O sea, que ustedes ven visiones, o se lo inventan, o son ciegos. Ustedes, como dir¨ªa un escritor guay, flipan en colores, y ah¨ª tienen como prueba a esos hombres que sonr¨ªen al un¨ªsono mientras el l¨ªder pronuncia su discurso con mano firme y una sonrisa -dicho sea con todos los respetos- as¨ª un poco como de champi?¨®n, igual que si estuviesen segregando nuevos espec¨ªmenes de ese moho sorprendente, el dictyostelium, sembrando las amebas de donde saldr¨¢n los cabecillas del futuro.
Ustedes son ciegos. Ustedes, como Borges, s¨®lo ven pesadillas. En Madrid, por ejemplo, no hay obras por todas partes, se lo he o¨ªdo decir mil veces a un dictyostelium zanjis, o concejal de urbanismo.
Y tampoco hay problemas de seguridad, no es verdad que los homicidios, como todos creemos, se hayan casi duplicado en un a?o, y as¨ª lo dice ahora el dictyostelium correvidili, o delegado del Gobierno, y lo corrobora, en¨¦rgicamente pero sin perder la sonrisa, la dictyostelium c¨ªnicus, teniente de alcalde de la Villa: 'Madrid es una capital segura, con una tasa de criminalidad menor que la de otras ciudades similares del resto del mundo'.
Ya lo ven, no hay de qu¨¦ preocuparse. Otra cosa es que ustedes quieran intoxicar, o sean ciegos.
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