ONG y movimientos cr¨ªticos con la globalizaci¨®n
Dos a?os despu¨¦s de Seattle, y coincidiendo con la batalla campal de G¨¦nova, se advierte un tono sensiblemente distinto en los an¨¢lisis. Una minor¨ªa violenta sigue queriendo arrebatar el protagonismo de la protesta a un amplio movimiento pac¨ªfico cr¨ªtico con la globalizaci¨®n, pero muchos analistas muestran mayor inter¨¦s por conocer qu¨¦ hay detr¨¢s de ese rechazo, de ese movimiento social global emergente.
Hasta ahora, la imagen que se hab¨ªa dado de los distintos colectivos cr¨ªticos con la globalizaci¨®n era la de un movimiento carente de propuestas, violento y lastrado por su propia diversidad. No se puede negar que dentro de este movimiento existen distintos planteamientos y propuestas de acci¨®n -diversidad que es propia a las organizaciones de la sociedad civil-, pero de ello no se desprende necesariamente un juicio negativo. En este sentido, se han descrito cinco grandes categor¨ªas que pueden servirnos para clasificar a la mayor¨ªa de las ONG y a los movimientos sociales actuales.
En los dos extremos del espectro, y casi fuera del marco de nuestro an¨¢lisis, encontrar¨ªamos, por un lado, a aquellas organizaciones centradas en la asistencia a las poblaciones empobrecidas que no plantean ninguna acci¨®n sobre las causas estructurales que generan esa pobreza. En el lado contrario est¨¢n aquellos que han optado por la violencia, lo que les excluye de un debate impulsado por valores como la justicia y la solidaridad.
Hay que condenar sin ambages la violencia de estos grupos minoriatarios -que, como ha denunciado Susan George, nunca est¨¢n a la hora del an¨¢lisis, de la negociaci¨®n pol¨ªtica, del consenso para el trabajo en com¨²n-, pero hay que condenar con la misma fuerza los excesos que se est¨¢n cometiendo en las actuaciones policiales en torno a las grandes reuniones internacionales. Las medidas adoptadas por los gobiernos anfitriones parecen m¨¢s dictadas por el nerviosismo de unos pol¨ªticos aterrorizados que por un adecuado equilibrio entre la incuestionable defensa de la seguridad de las personas y de los patrimonios y el derecho de todos los ciudadanos a manifestar p¨²blica y pac¨ªficamente sus opiniones.
A las organizaciones incluidas en las otras tres categor¨ªas, hasta ahora se las ha juzgado m¨¢s por aquello a lo que se oponen que por sus propuestas espec¨ªficas y se las ha estigmatizado en su conjunto por una violencia que rechazan de plano. Se ha dicho tambi¨¦n que el movimiento cr¨ªtico con la globalizaci¨®n carece de una estrategia a largo plazo, y de l¨ªderes capaces de dialogar con el poder y hacer propuestas de cambio. Esto es b¨¢sicamente falso, porque hay organizaciones que llevan a?os haciendo propuestas sobre la deuda externa, los flujos de ayuda al desarrollo, las reglas del comercio internacional, la fiscalidad global o la reforma de las instituciones financieras internacionales, propuestas que no han querido ser escuchadas, pues ya se sabe que no hay mayor sordo que quien no quiere o¨ªr.
Categorizando lo que en la pr¨¢ctica es un continuum de posiciones, en primer lugar cabr¨ªa hablar de un grupo de organizaciones integrado por aquellas que se movilizan de manera puntual o sectorial contra algunos de los efectos m¨¢s flagrantes y perniciosos de la globalizaci¨®n, pero sin llegar a cuestionar el proceso en su conjunto.
En segundo lugar, encontrar¨ªamos a aquel grupo de ONG y movimientos sociales que demandan que se avance hacia otra globalizaci¨®n. Entienden que ¨¦sta es un fen¨®meno de nuestro tiempo que ofrece posibilidades y oportunidades de futuro, siempre y cuando est¨¦ al servicio de todas las personas y sus derechos fundamentales, y no s¨®lo de los intereses de unas minor¨ªas privilegiadas. Estas organizaciones proponen, proponemos, cambios sustanciales y profundos en el actual proceso de mundializaci¨®n mediante la puesta en marcha de una estrategia transformadora que incluya todos los aspectos de la globalizaci¨®n y sus efectos. Estos cambios han de afectar a -y deben contar con la participaci¨®n de- organismos como las Naciones Unidas, la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, los gobiernos de los pa¨ªses ricos y de los menos desarrollados, la sociedad civil y el sector privado.
Finalmente, est¨¢n los grupos que plantean una confrontaci¨®n radical con el sistema, y que rechazan el actual modelo econ¨®mico y la propia existencia de aquellas instituciones que consideran responsables de los males ligados a la globalizaci¨®n. Creen, por decirlo as¨ª, que el edificio est¨¢ en ruinas y que hay que tirarlo abajo y hacerlo nuevo desde sus cimientos, aunque no hay un claro acuerdo sobre c¨®mo deber¨ªa ser la nueva construcci¨®n.
Todos estos colectivos comparten una cr¨ªtica com¨²n a la forma en que se est¨¢ llevando a cabo la globalizaci¨®n. Hasta ahora, ¨¦sta no ha hecho m¨¢s que ampliar la brecha que separa a los ricos de los pobres, y esto es as¨ª porque hoy la globalizaci¨®n s¨®lo beneficia a aquellos que disponen de bienes, que tienen acceso a la educaci¨®n y capacidad para aprovechar las oportunidades que genera. Mientras, gran parte de la humanidad contin¨²a atrapada en la injusticia y casi la mitad de los habitantes del planeta -2.800 millones- viven en la pobreza, con menos de dos d¨®lares diarios, sin unos medios de vida y unos ingresos que les permitan llevar una vida digna.
La globalizaci¨®n agudiza las causas estructurales de esta pobreza y, por ello, un n¨²mero creciente de ONG internacionales -especialmente aquellas que creemos que para romper el c¨ªrculo de la pobreza es imprescindible combinar los programas de desarrollo y ayuda humanitaria con la incidencia sobre las instancias pol¨ªticas y sociales que pueden modificar las reglas de juego a nivel nacional y mundial- estamos pidiendo que se cambie radicalmente el desarrollo de la forma en este proceso. Aspiramos a otro tipo de globalizaci¨®n que sea equitativa y sit¨²e en su centro al ser humano y el pleno cumplimiento de sus derechos fundamentales, que no se base en la concentraci¨®n de poder, que est¨¦ abierta a modelos sociales y culturales diferentes al occidental, que incluya a los empobrecidos y que promueva la justicia y la dignidad.
Estamos a favor de una econom¨ªa al servicio de la sociedad. Creemos que el mercado puede ser un buen instrumento para el desarrollo social, si se dan una serie de condiciones: que toda persona tenga la oportunidad de participar en la generaci¨®n de riqueza y que ¨¦sta sea distribuida equitativamente. Queremos, en definitiva, un mercado regido por reglas transparentes y equitativas en un marco democr¨¢tico, que no puede eliminar ni obviar el papel del Estado y de la sociedad civil. El mercado no debe ocupar espacios que no le corresponden, como la definici¨®n de valores, culturas y relaciones familiares y sociales. Al contrario, deben ser estos valores los que incidan sobre el mercado para que ¨¦ste pueda propiciar el ejercicio por parte de todas las personas de sus derechos fundamentales.
La poblaci¨®n empobrecida podr¨¢ participar de forma m¨¢s equitativa en la generaci¨®n de riqueza si se ampl¨ªa su abanico de oportunidades mediante el acceso al conocimiento y a los recursos de producci¨®n -agua, tierra, insumos agr¨ªcolas, cr¨¦ditos, tecnolog¨ªa- y si se le garantizan los servicios sociales b¨¢sicos. Es igualmente necesario que el proceso sea liderado por una clase pol¨ªtica honesta y orientada hacia los intereses de la poblaci¨®n, y que la sociedad civil pueda participar en el control democr¨¢tico de esas instancias pol¨ªticas, tanto en el ¨¢mbito nacional como internacional, para garantizar la gobernabilidad de la globalizaci¨®n.
La cooperaci¨®n para el desarrollo sigue teniendo un papel crucial en el mundo globalizado, como uno de los principales mecanismos existentes de redistribuci¨®n de recursos Norte-Sur. Si est¨¢ bien orientada, es un instrumento eficaz de lucha contra la pobreza, que permite capacitar a las poblaciones empobrecidas y generar nuevas oportunidades de desarrollo.
Cambiar la globalizaci¨®n y hacerla marchar en beneficio de todos precisa que los foros internacionales verdaderamente decisivos incluyan en sus agendas -y tomen decisiones efectivas y vinculantes al respecto- una serie de temas que ser¨¢n determinantes para la lucha contra la pobreza en los pr¨®ximos a?os. Esta agenda de la 'otra' globalizaci¨®n para todos debe incluir: la condonaci¨®n de la deuda externa; una mayor y mejor orientada ayuda al desarrollo; el acceso universal a la educaci¨®n y la sanidad; la ratificaci¨®n y aplicaci¨®n del protocolo medioambiental de Kioto; la reforma del Banco Mundial y de la OMC para que sean organismos verdaderamente democr¨¢ticos con pol¨ªticas orientadas a la reducci¨®n de la pobreza; un cambio de reglas en el comercio internacional, para terminar con pr¨¢cticas como el dumping, que hunde los mercados y sistemas de producci¨®n de los pa¨ªses pobres, y poner fin a la hipocres¨ªa de un liberalismo que pone cuotas y aranceles para restringir el acceso a los mercados occidentales de los productos procedentes de los pa¨ªses m¨¢s pobres del planeta.
La reforma del actual sistema de patentes para que productos como los medicamentos sean accesibles a todas las personas, la adopcci¨®n de c¨®digos de conducta de las empresas para erradicar el abuso laboral y la explotaci¨®n infantil, la prevenci¨®n y resoluci¨®n de conflictos b¨¦licos y el control del comercio de armas deben completar esta agenda ineludible y urgente.
Algunos de estos temas figuran ya en los comunicados de prensa y en los discursos de los l¨ªderes pol¨ªticos de la globalizaci¨®n para unos pocos de hoy, como respuesta a una creciente sensibilidad de la opini¨®n p¨²blica. Pero faltan compromisos efectivos para empezar a construir desde ma?ana mismo esa otra globalizaci¨®n para todos. Algunos grupos y organizaciones optamos por la transformaci¨®n de las actuales estructuras, otros por una confrontaci¨®n m¨¢s radical. Ambos impulsos, perfectamente leg¨ªtimos si rechazan la violencia, buscan, de una u otra forma, conseguir unos cambios que forzosamente han de llegar, porque mantener en la pobreza a la mitad de la humanidad es ¨¦ticamente inaceptable y humanamente insostenible.
Ignasi Carreras es director general de Intermon Oxfam.
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