Comediants se gana a los chinos
El p¨²blico de Pek¨ªn aplaude la propuesta de mestizaje de 'Bi', estrenado en la capital china
Este ¨¦xito puede tener una gran trascendencia para el grupo si se tiene en cuenta que entre el p¨²blico figuraba el presidente del comit¨¦ ol¨ªmpico chino, He Zhen Liang, y los dos responsables de la organizaci¨®n de las ceremonias de los JJ OO de Pek¨ªn de 2008.
El p¨²blico chino valor¨® especialmente el esfuerzo de integraci¨®n entre actores y elementos de las dos culturas que supone Bi y la capacidad de Comediants de romper la cuarta pared y mezclarse con los espectadores, algo a lo que no est¨¢n nada acostumbrados. La marcha de los payasos con sus instrumentos musicales por entre los espectadores les dej¨® patidifusos.
Antes del inicio, Liang felicit¨® a Comediants por su espect¨¢culo de clausura de los Juegos de Barcelona del 92, que, dijo, le gust¨® mucho. En la platea destacaba tambi¨¦n la presencia del c¨¦lebre cineasta Zhang Yimou, director de La linterna roja, que aplaudi¨® con entusiasmo la representaci¨®n. Acudi¨® asimismo al estreno el actor Chen Pei Si, una estrella de la comedia china. No fue posible, en cambio, comprobar si finalmente hab¨ªa acudido la core¨®grafa Jin Nin, famosa por su cambio de sexo.
El estreno mundial de Bi, celebrado en el teatro Century, una mole de cemento pretendidamente moderna pero que por dentro sugiere una casamata de la l¨ªnea Maginot, congreg¨® a un p¨²blico muy diverso: personalidades, diplom¨¢ticos, gente moderna de Pek¨ªn, un buen n¨²mero de occidentales y gente corriente que pag¨® religiosamente su entrada. Incluso hubo quien llev¨® a la criatura (precisamente las estridentes risas de un ni?o chino fueron una de las an¨¦cdotas simp¨¢ticas de la velada). El teatro, de unas 1.700 localidades, se llen¨®.
Hay que destacar el enorme valor de Comediants de traer maravillas (jing cai) a un pa¨ªs que tiene tantas y tan antiguas (y si no que le pregunten a Marco Polo). Estiman los historiadores que en la era Hongwu se plantaron 1.000 millones de ¨¢rboles. Se dice que el emperador Chongzen se estrangul¨® a s¨ª mismo en la colina del Carb¨®n, al norte del palacio imperial. Se cuenta que hay leopardos junto a la Gran Muralla y que los fantasmas de los antiguos centinelas a¨²n hacen elevar a veces las columnas de humo de alerta encendiendo excrementos de lobo. Este enviado especial incluso ha podido observar una golondrina amarilla cerca de la Ciudad Prohibida. Pero, pese a tantos portentos, en China no se hab¨ªa visto todav¨ªa lo que se vio el mi¨¦rcoles: un payaso inflando un pastel de boda de pl¨¢stico a base de ventosidades. Uno creer¨ªa que eso habr¨ªa de parecerle ordinario a esta gente tan refinada que hasta come escorpiones, pero una noble matrona, igualita a la estricta emperatriz Cixi, se part¨ªa de risa con la escena. Otro momento delicado que el p¨²blico disfrut¨® fue la escena de cama entre una payasa bailarina de ballet y un acr¨®bata chino, que la deja pre?ada.
Bi no es un espect¨¢culo redondo y deber¨¢ mejorar mucho antes de enfrentarse a p¨²blicos espa?oles (tiene previsto su estreno el 23 de agosto en Peralada, y despu¨¦s una larga gira); pero algunas im¨¢genes, como la de un barquito que atraviesa el escenario, son muy bellas. La funci¨®n se inicia con sombras chinescas sobre la vida occidental. A continuaci¨®n se presenta a la compa?¨ªa de payasos que marchar¨¢n a China, un grupito entra?able, felliniano, encabezado por Josep Joan Montany¨¨s (Monty) y Oriol Boixader, dos clowns estupendos. El mi¨¦rcoles usaron m¨ªmica, m¨²sica, onomatopeyas, palabras en ingl¨¦s, italiano, catal¨¢n y hasta algo de chino. Y se hicieron entender fenomenalmente. El p¨²blico les agradeci¨® con risas las constantes referencias a la extendida y desconcertante costumbre china de escupir por todos lados.
Gran fiesta Font y el escen¨®grafo Guill¨¦n le han echado narices en su representaci¨®n de China: es un enorme andamio de construcci¨®n lleno de gente -los acr¨®batas chinos que ha integrado Comediants- haciendo tai-chi. Los payasos llegan a ese mundo como una org¨ªa de ruido y alegre anarqu¨ªa gamberra. Se van alternando los dos universos, el occidental -los payasos- y el chino, escenificado a base de virtuosos n¨²meros de acrobacia, equilibrismo (?nueve artistas en una bicicleta!) y malabares, mientras se produce el romance entre la bailarina y el acr¨®bata chino y se unen elementos de ambas tradiciones (dragones, gigantes). La historia acaba con una gran fiesta de hermanamiento que se proyecta literalmente sobre el p¨²blico con confeti y con la marcha de los int¨¦rpretes entre los espectadores.
El p¨²blico chino, que se comporta en general como el occidental -excepto que en vez de bravo grita hao, bueno-, aplaudi¨® con ganas. A la salida, mucha gente se manifestaba entusiasmada. Algunos espectadores, sin embargo, se marcharon antes del final. Un joven chino destacaba luego que le hab¨ªa conmovido el intento de mezclar las dos culturas, y que ¨¦se era el principal m¨¦rito que le encontraba al espect¨¢culo. No lo dijo, pero seguramente pensaba en aquel proverbio chino: 'La palma de una sola mano no hace ruido'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.