Zidane engrasa un nuevo Madrid

La n¨®mina imponente de Figo, Ra¨²l y Zidane desencaden¨® un vendaval de toques, paredes y fintas en el comienzo del primer partido del Madrid con el astro franc¨¦s. Ola de filigranas. Hasta que el cansancio se apoder¨® de los blancos, el Lausana fue un espectador abrumado. Pero, m¨¢s all¨¢ de la superioridad t¨¦cnica evidente, el dominio de la posesi¨®n fue una fachada. Porque el Madrid se mostr¨® como un embri¨®n de equipo, desconcertado en el funcionamiento colectivo. Es aventurado extraer conclusiones y hacer pron¨®sticos de un amistoso con naturaleza de entrenamiento. Pero Del Bosque deber¨¢ multiplicar los ajustes t¨¢cticos para acomodar a Zidane a un esquema y unos compa?eros que, seg¨²n se vio ayer, se mostraron dubitativos o sin respuestas para adaptarse a su presencia. Durante el primer tiempo, con el franc¨¦s en el campo, el Madrid, pese al tanto de Ra¨²l, recibi¨® m¨¢s ocasiones de gol en contra que las que fue capaz de crear.

El d¨²o de Makelele y Helguera en el medio campo empuj¨® a Zidane hacia la zona del segundo punta, donde su juego pierde consistencia. Demasiado acorralado, muy cerca de los centrales suizos, y con los extremos a sus espaldas, Zidane se qued¨® sin opciones de pase por delante. Sus pases interiores terminaron en fuera de juego de Ra¨²l, y sus movimientos no tuvieron efectividad en ataque. Prueba del desaguisado lo reflej¨® el hecho de que el mejor pase interior del Madrid lo hiciera Michel Salgado, nada m¨¢s comenzar, para que Ra¨²l metiera el primer gol.

Preocupado por conducir el juego en la medular, Helguera se meti¨® en el sector del campo que supuestamente corresponde a Zidane como media punta. Makelele se vio obligado a comenzar las jugadas con demasiada frecuencia, y su lentitud para mover la pelota hizo que los extremos, Savio y Figo, debieran retroceder a recibir de espaldas. Ello, unido al cansancio, sumi¨® a los madridistas en la espesura: nadie se desmarcaba, nadie tiraba diagonales, y todos chocaban en bloque sin buscar espacios.

En medio del desorden, Figo sufri¨® la inercia que lo empujaba en la temporada pasada a bajar al centro del campo a buscar el bal¨®n. Pero a¨²n con este lastre, el portugu¨¦s result¨® el m¨¢s activo de sus compa?eros en el primer tiempo de un encuentro que sirvi¨® para oler la capacidad de influencia de Zidane, en un equipo consolidado desde la temporada pasada. El resultado fue un ejercicio de congesti¨®n en el medio campo, donde unos a otros, los jugadores se solaparon. Quiz¨¢s los centrales y C¨¦sar fueron lo m¨¢s coherente.Un tr¨ªo que no se ha visto alterado por la incorporaci¨®n de Zidane, un fichaje que por su peso espec¨ªfico es capaz de alterar la maquinaria.